Aviso a navegantes
Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete
jueves, 4 de septiembre de 2025
De algo que me invento
miércoles, 6 de agosto de 2025
Crecer es seguir, aunque no sepas nada
jueves, 31 de julio de 2025
Ojalá sentirme mia
miércoles, 16 de julio de 2025
Me quedo conmigo
Intentando caminar, perdido
Existo, segundo a segundo yo existo
Intento salir de mí, conmigo
Recogiendo todos los pedazos que llevo escondidos.
Quiero estar lejos y a solas, ganarle más tiempo a mis horas
Dejar de sentirme culpable por ser vulnerable a todos mis excesos
Estas son mis cicatrices, caigo por mi propio peso
Todas mis expectativas las doy por perdidas y no salgo ileso.
Me despierto siempre hiperactivo
Antes de que entre el bajón de sentir cómo cruje ese ruido
Que hacía un extraño eco en mi habitación
¿Qué va a pasarme hoy?
No sé qué puedo esperar
Me da miedo que se agote el tiempo
Que se me olvide lo que siento
Que lo haga todo con el mismo amor, pero distinto sentimiento
Recogiendo todos los pedazos
Los pedazos que estaban perdidos
Que me estaban rompiendo en pedazos todo lo vivido.
Y por eso, aunque sepa que soy mi peor enemigo
Hoy yo me quedo conmigo
Yo me quedo conmigo
Me quedo conmigo
lunes, 30 de junio de 2025
El tiempo me ha dicho
jueves, 26 de junio de 2025
¿Cómo haces?
martes, 17 de junio de 2025
Todo lo que perdemos
viernes, 6 de junio de 2025
Me lo robaste todo
domingo, 1 de junio de 2025
Estoy a salvo
Respira hondo.
Llevo toda la tarde recordando que debo respirar hondo, respirar muy hondo y repetirme que estoy a salvo.
Pero mi sistema nervioso no se cree esa posibilidad, no entiende que estoy en un momento de mi vida en el que, pese a las complicaciones, hay paz.
Han pasado las tormentas, tormentas que siguen doliendo y que tengo que seguir gestionando. Pero han pasado, solo queda ir reconstruyendo lo que han destrozado, con calma y paz, con amor y apoyo.
Tengo un trabajo estable, cómodo, con un buen sueldo, ejerzo lo que he estudiado, lo que soy. Quizá no estoy motivada ni es lo que mas me gustaría, pero tengo metas, objetivos y formas de ir mejorando.
Cada día estoy mas cerca de independizarme, aún queda, pero estoy mucho mas cerca que hace un año. Lo toco con la punta de los dedos.
Mi hijo está teniendo todos los recursos posibles para estar bien, para aprender, para mejorar. Nos tiene a su lado, nos quiere. Está en el camino, aunque la adolescencia sea lo mas complicado del universo.
Estoy bien rodeada, tengo amistades increíbles, una hermana maravillosa.
Y tengo una relación sana. Realmente la tengo. Una relación en la que validan lo que siento, lo que soy. En la que hablamos las cosas, llegamos a acuerdos que se cumplen, en la que me cuidan, me protegen. Donde no sólo me quieren, si no que me quieren bien. Donde no estoy haciendo todo el esfuerzo, donde me dan exactamente lo mismo que doy yo. Donde hay equilibrio.
Pero mi sistema no entiende esto. No lo procesa, no lo comprende. Su zona de confort es el caos, es la guerra. Lo que conoce es la ebullición continua y el dolor constante, el esquivar balas, el modo supervivencia. Mi cerebro está magnificando cada mínima cosa negativa y la convierte en un mundo, porque asi se siente a gusto. Mi cerebro me grita "huye" ante cualquier complicación, por muy leve que sea.
Me da pánico estar bien. Porque no sé cómo funciona eso. No sé cómo se hace el estar tranquila de forma dilatada en el tiempo. Llevo buscando ese estado media vida, y ahora que casi puedo rozarlo... no sé llevarlo.
Y sé que se puede, y sé que podré hacerlo. Pero que irónico que lleve toda la tarde a base de llanto nervioso porque estoy bien.
Y qué miedo, qué pánico, perder esta posible paz. Este posible futuro. Esta posible estabilidad.
Qué suerte poder ser independiente para pagarme la terapia. Qué suerte tener a quien me rodea.
Qué puñetera e increíble suerte que Maikel apareciese en mi vida, sin esperarlo, cuando no quería una relación con nadie, cuando solo quería sanar y seguir adelante.
Sé la cantidad de gente que ve mal la rapidez, el tiempo entre mi relación anterior y esta, lo rápido que hemos hecho las cosas... pero ¿para qué voy a cerrarme puertas que me hacen feliz solo porque se supone que los tiempos no son los adecuados, o los bien vistos socialmente?
No me arrepiento de absolutamente nada de lo que ha pasado entre Maikel y yo, y agradezco cada día mas que entrase en mi vida, y agradezco aún mas que quiera quedarse.
Que ganas de que llegue el martes y la sesión con mi psicóloga.
Qué ganas de seguir avanzando.
P.D. Iba a poner de título a esta entrada "Respira hondo", pero resulta que ya tenía una con ese título, y me parece curioso cuál es, de qué momento y lo que dice, así que os la dejo por aquí
lunes, 26 de mayo de 2025
Distancia
De pronto he pensado en mi primo José Manuel. Y parece mentira, porque en realidad llevo pensando en él desde hace meses, pero ha sido justo hoy que mi cabeza ha hecho clic.
Era mi mayor pilar, la persona a la que más amaba, y se lo llevaron a mallorca. Pasamos de vivir juntos y vernos cada día a no volver a vernos en años. Pasamos unos cinco o seis años sin vernos en persona, sin darnos un abrazo ni estar juntos. Tengo nítido y claro el recuerdo de la primera vez que nos vimos, el llanto infinito, la alegría, el abrazo eterno. También recuerdo perfectamente todo el llanto de la despedida. De todas y cada una de las despedidas que se sucedieron desde entonces. Comenzamos a vernos algo más, pero siempre fue cada uno o dos años, a veces más. En este momento llevo casi cuatro años sin verle en persona.
Y parece un mundo, pero nunca hemos dejado de querernos.
Los primeros años de nuestra vida los pasamos pegados al teléfono. Conversaciones interminables sobre nuestro día a día, yo cantando y él contando chistes cuando nos quedábamos sin temas de conversación. Broncas de nuestros padres cuando llegaba la factura del teléfono. Cartas, fotos enviadas por correo ordinario, a veces VHS de algún video casero. Crecimos y apareció internet, y con él una nueva manera de comunicarnos. Conversaciones diarias por msn, videollamadas cuando tuvimos webcam. Nuestros primeros móviles, sms, toques, llamadas si teníamos saldo. E-mails extralargos contándonos cosas.
El no querer separarnos ni un milímetro cuando por fin venía a Sevilla o yo a Mallorca. Las noches en vela, sin dormir, tumbados uno al lado del otro cogidos de la mano o abrazados contando cosas. Ir a absolutamente todo juntos, dormir juntos, abrazarnos continuamente, incluso pese a sus quejas por yo ser demasiado pesada o cariñosa. Y hablar, hablar y hablar sin cansarnos.
A mi primo y a mí nunca nos separó la distancia. Lo hicimos nosotros. Nos separamos al crecer, al comenzar a entendernos menos, al dejarnos ir y ya no hablar tanto, al no aprender a comunicarnos y decirnos las cosas, tanto buenas como malas. Y aún así no dudó ni un segundo en plantarse en mi casa al mes de nacer mi hijo, que lleva su nombre, ni dudó en estar en su primer cumpleaños, ni dudó en venir automáticamente cuando hace unos años mi hermana le dijo que yo estaba pasando por una depresión grave.
Tenemos 33 años, ambos somos un desastre, llenos de traumas y de emociones mal gestionadas. Él tiene quejas de mi y yo de él. Pero sigo sabiendo cuánto nos amamos en realidad, cuanto nos importamos, quizá a nuestra manera, esa que ya es un poco rara y seguramente insuficiente, pero que nunca va a irse.
Durante media vida hemos sabido mucho más del otro que las personas que convivían con nosotros diariamente. Me ha llegado a conocer y saber de mi vida más que mi hermana, he llegado a conocerle y saber de su vida más que su madre.
La distancia nunca fue un problema en realidad.
Pero no voy a romantizarlo, lo pasé realmente mal, siempre lo he llevado muy mal. La primera vez que nos vimos en persona cuando éramos pequeños, tras aquellos primeros cinco o seis años, fue porque mis padres me pillaron hablándole a una de las fotos suyas que teníamos en casa mientras le ofrecía patatas fritas, supongo que me vieron tan mal de la cabeza que vieron que era absolutamente necesario traer a mi primo. Teníamos 8 o 9 años en ese momento.
Recuerdo todas las veces que he necesitado un abrazo suyo, algo más que una llamada o un mensaje, y no he podido tenerlo. Lo mucho que ha dolido, el vacío que he sentido. Recuerdo hasta los celos que he llegado a tener de sus amigos, de nuestra otra prima, de sus novias, porque pensaba que podían sustituirme, y cómo él me dijo y demostró de mil maneras que eso era imposible. Recuerdo cuando escribió que yo no era su prima, ni su hermana, si no parte de él mismo.
Llevo toda la vida diciendo que para mi sería imposible tener una relación a distancia, que es algo con lo que no puedo, que necesito el contacto físico, el vernos a menudo… y hoy, por primera vez, sin esperarlo y de golpe, he sido consciente de que llevo teniendo una relación a distancia desde los cuatro años, con una de las personas más importantes de mi vida.
Y no solo he sido capaz de tenerla, sino que durante décadas nos hemos amado y cuidado de forma incondicional. Quizá ya no sabemos cuidarnos como hace diez años, pero el amor nunca va a desaparecer, y sabemos que si nos necesitamos, nunca vamos a fallar.
Sé perfectamente que no es lo mismo, que las relaciones románticas y de pareja a distancia tienen matices diferentes a las familiares, pero mi relación con mi primo nunca fue tampoco una relación familiar más. Igual que dijo él, yo también pienso que él es parte de mí, y me quitaron esa parte siendo muy pequeña, añadiendo, además, que nunca me enseñaron a gestionar ese duelo y esa pérdida, nunca me acompañaron ni escucharon para minimizar el daño. Y aún así seguí adelante.
Hoy en día tengo muchísimas herramientas, apoyos y recursos como para que las cosas sean menos dolorosas, más llevaderas y tranquilas. Y, aunque sé de sobra que voy a pasarlo mal, también sé de sobra que me merece la pena intentarlo.
Yo nunca me rindo.
sábado, 24 de mayo de 2025
El modo difícil
jueves, 15 de mayo de 2025
Mi Mala Suerte
lunes, 12 de mayo de 2025
Knuckles
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo."