Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

lunes, 14 de abril de 2025

De repente tengo miedo de perderte

Mientras venia al trabajo ha saltado en Spotify "Quiero mirarte para siempre" de Paula Mattheus. 
Me han aplastado los recuerdos. 

Descubrí esa canción en pleno apogeo del amor, me sentí tan, pero tan identificada. El miedo, la ilusión, el creer que había encontrado a ese alguien para siempre.

Nos pasamos todo enero entre las sábanas
Nos teníamos las ganas de una primera vez
Como si antes de nosotros nunca hubiese habido nada
La primera noche ya volví a nacer

Esa primera vez... esas ganas infinitas, ese sentir que todo encajaba, que era increíble. Que sí, que pese a las dudas...

Comenzamos por probar a ver qué pasa
Me animó a echarle un poco de valor
Un quinto sin ascensor o cualquier habitación
Lo importante no era dónde, sino estar los dos

La literalidad de esta letra a la hora de sentirme identificada siempre me asustó. 
Su forma de hacerme sentir segura, de resolver, de querer estar conmigo. Venir a mi barrio solo para un par de horas. El interés infinito.
- Las primeras alarmas que no vi y ahora son tan claras. -

Estás tomando talla de importante
Y empiezo a no saber dónde debo colocarte
Si miro esos ojos verdes y no entiendo tanta suerte
De repente tengo miedo de perderte
De repente creo que quiero mirarte para siempre

Cuando escuché por primera vez esta canción fui consciente de que estaba enamorada hasta las trancas. Que efectivamente quería mirarle para siempre, que quería un futuro con él, una vida en común, una familia. Que quería que fuese él lo primero en ver cada mañana. 
Recuerdo que le pasé esta canción y le dije lo identificada que me sentía. Recuerdo que entre risas me dijo "pero mis ojos son azules, no verdes" 
Las risas, la complicidad. 
- Aún mas alarmas que no quise ver. -

Nos curamos poco a poco las heridas
Me abrazó y todo dejó de doler
Y aún le busco explicación a esa sonrisa
Aún no entiendo cuál es su superpoder
Pero me siento más guapa, estoy más viva
Por algún motivo me has sentado bien
Cada domingo duelen más las despedidas
Pero juro que no perderé este tren

Me cambió la vida, y eso hay que concedérselo. Llegó en un momento muy oscuro en el que me sentía atrapada y sin saber salir de una vida que no quería. Y él fue mi salida. Mi vía de escape. Hacerle feliz se convirtió en una de mis prioridades. Quería curar sus heridas, demostrarle que un amor sano era posible, que podía confiar en mi, que íbamos a estar bien. 
A una parte de mi le duele una barbaridad no haber sido capaz de hacerlo. Luego viene la otra y le recuerda que, en esta ocasión, no fui yo, fue él. Que yo hice todo lo posible, pero que hay personas tan rotas que es imposible salvar a sus demonios.
Pero abrazarle era estar en casa. Esos brazos me hacían sentir importante, segura. Abrazarle era simplemente maravilloso. Por eso al final siempre me quedaba. Con tal de no renunciar a esos brazos, a la sensación de protección.

Mi corazón se hizo ciego a las alarmas. Se hizo ciego a los silencios, a los castigos. Se hizo ciego al miedo. Se hizo ciego y mudo, dejé de contarles cosas a mis amigos, dejé de hacer las cosas que me gustaban. Mi vida giró en torno a él, a lo que él quería, a sus horarios. Revelarme un mínimo era pelea asegurada. Y en esas peleas la culpa siempre era mía. Siempre se hacían promesas que nunca se cumplieron.
Normalicé demasiadas cosas que no era normales.

Estás tomando talla de importante
Y empiezo a no saber dónde debo colocarte
Si miro esos ojos verdes y no entiendo tanta suerte
De repente tengo miedo de perderte
De repente creo que quiero mirarte para siempre
De repente tengo miedo de perderte
De repente creo que quiero mirarte para siempre

El comienzo fue increíble. Salir fue muy complicado. 
Pero lo conseguí. Con el alma rota, a pedazos, arrastrándome y sabiendo que si él me hubiera buscado los primeros días, me habría encontrado. Con síndrome de abstinencia, con el alma destruida.
Pero me fui. Pude escapar de la tela de araña que era mi vida. 
Y aún recuerdo los inicios, los sentimientos. 
Y pienso en mi padre. En lo mucho que siempre se parecieron y cómo no quise verlo. 

¿Sabéis a quién quiero mirar ahora para siempre?
A mi hijo. A mi reflejo en el espejo. A la paz que merezco. 
Mi miedo es perderme de nuevo a mi misma.
La sonrisa que me importa es la mía, la de aquellas personas que me aman, pero que me aman de verdad.

Y mi tranquilidad actual no es gracias a una pareja, es gracias a mi misma, a mis amistades, a mi familia, a la terapia. Es gracias a haber luchado contra mis demonios. 
Y pienso seguir así, porque voy a comerme el mundo.

Porque no merezco menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario