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martes, 2 de noviembre de 2021

Libre

Llega la noche y me siento sola.
Y tu no estás. Nunca estás.
Te necesito.
Te necesito tanto.

Y soy débil por necesitarte. Por no ser capaz de estar sola. 
¿En qué momento de mi vida llegué a este punto?
¿Por qué no estás aquí conmigo?
¿Para qué sigo luchando?

Yo no soy buena, no soy eficiente, útil, no sirvo. 

Pienso en él y me duele el corazón, pero es que ya no puedo.
Ni siquiera por él. 
Ya no puedo.
Ni siquiera por él. 

¿Y sabes qué?
Estarás mejor sin mi.
Sin tener que preocuparte, ni sentirte mal. Sin sentirte inútil o juzgado. Sin tener qué decidir entre tú o yo. 
Todos estaremos mejor.

Los únicos que me necesitan son fuertes, seguirán sin mi. Se quedarán con mi recuerdo y la fuerza que tuve por ellos el tiempo que pude. 

Y tú quizá me echarás de menos. Quizá te sentirás un tiempo mal.
Pero por fin podrás ser feliz.
Sin ataduras. Sin culpabilidad. Sin pensar todo el tiempo en cosas que no quieres.

Ya es tarde para mi.
Pero tu aún puedes ser libre.

Ya no puedo

Echo de menos que quieras estar conmigo.
Sentirme segura, tranquila, feliz.
Echo de menos no tener que pedir las cosas, o no necesitarlas. Echo de menos pensar que todo va a salir bien.

Te echo de menos.

Echo tanto de menos la sensación de seguridad que me duele todo el cuerpo solo de recordarla.

Sigo anclada aquí, a algo que no sale, que no sirve, que no está. 
Y miro a mi alrededor y no veo nada. No hay nada atrás, no hay nada delante, no hay nada aquí.
Y estoy sola en medio de un montón de gente.
Porque soy tan masoquista que solo te quiero a ti, pero tu no estás.
Y caigo en una desesperación absoluta que me lleva a extremos tan nocivos que no entiendo como sigo sobreviviendo.

Todo es oscuridad. Toda la luz se ha marchado.
Y yo te sigo echando de menos.

Y me doy miedo. Y el miedo me puede. Y al final gana. 
Porque ya estoy demasiado cansada y mi corazón no aguanta, mi cabeza no puede. 

Si hubiera aprendido a no necesitarte...
Y ya es demasiado tarde. Ya estas en cada hueco, en cada hueso y en cada rincón. 
Es imposible seguir sin ti.
Pero tampoco contigo.

¿Quién me hizo dependiente y quién me mantiene?
¿Cómo he sobrevivido?

Lo he intentado. De verdad que lo he intentado.

Pero no puedo. 

Soy egoísta, cobarde y débil. 
Y no merece la pena.

Soy todo lo malo que dijeron de mi, soy todo lo malo que pienso.
Soy todo lo que ven aquellos que ya no me quieren, y que es invisible para los que me aprecian.

Soy la sombra de lo que podría haber sido.

Te sigo echando de menos.
Y ojalá aparecieras en mi puerta y me dijeras que todo irá bien.

Pero eso nunca ha pasado. 

Ya es tarde para mi. Para nosotros. 
Ya no sé salir.
Ya no puedo.

jueves, 7 de octubre de 2021

Octubre

Hace años que odio el mes de octubre. Sobre todo esta primera semana. Los recuerdos me abrasan y me hacen daño de manera continua. De casi cada dia de la primera semana tengo un recuerdo que quema.
Tan solo el ser consciente de ello ya duele. De cómo un mes que era el mejor pasó a ser un infierno.

Si encima las cosas están tal y como están ahora... el daño es cuádruple. Me replanteo mi vida y mis decisiones, me lo replanteo todo y todo lo pienso cien veces.

Ya no se ni que más decir. 
Algún día aprenderé.

lunes, 4 de octubre de 2021

Soy actriz de mis sentimientos

Siempre fui buena actriz.
Sonreír,  reírme, actuar como si nada importara. 
"Soy fuerte, estoy bien, esto no me afecta"

Hay personas que me leerán y dirán "eso es lo que tu te crees, pero yo si me doy cuenta de cuando finges"
Pero, creedme, cuando de verdad no quiero que os deis cuenta... no lo hacéis. Es imposible. Tengo demasiada práctica. 

Soy experta en olvidar lo que me pasa y centrarme en lo que le pasa a otro. Eso se me da bien. 

Y cuando no soy capaz... me machaco.
Cuando mi cerebro no da más. Cuando se me olvida preguntar, preocuparme, hacer cosas.

Me quedo sola y a veces soy yo.
Pero otras veces soy esa actriz que se engaña también a si misma.
Que un día más pondrá buena cara... hasta que explote.

Hasta que se quede sin saber siquiera cómo respirar.

Ya no veo nada en el futuro.

Niña que juega a ser mujer

miércoles, 22 de septiembre de 2021

La vida que quise

Nunca tendré la vida que quise tener.
Tomamos decisiones, nos equivocamos, a veces acertamos. Vamos formando un camino, intentando cumplir metas, y muchas se quedan atrás, irrecuperables.

Siempre quise hacer bachillerato en el instituto donde lo hicieron todos mis amigos. Recuerdo esa época, en la que todos estaban juntos en los recreos, en las clases... y yo me quedaba aparte. Siempre quise hacer el bachiller de ciencias, para tener mil ramas abiertas de cara a la universidad. 

Soñaba estudiar. Siempre quise estudiar. Vivir la vida universitaria al máximo, irme de erasmus, saltarme clases para irme a un césped a no hacer nada con mis compañeros, esas cosas que mi hermana siempre me contó que hacía en su primer año. Irme a estudiar en grupo, centrarme en estudiar cuando tocaba, volcarme y vivir para la universidad, no sólo en el ámbito académico, si no en todos los ámbitos. Disfrutarla.

Creí que mi grupo de amigos y yo iríamos más o menos a la vez en las cosas vitales, estudiar, encontrar trabajo, independizarnos, tener hijos... sabía que cada uno tendría sus tiempos, pero nunca pensé estar tan lejos de los suyos.

Quería tener hijos cuando ya tuviera trabajo y estabilidad. Quería tres hijos como mínimo. Siempre me ha dado miedo envejecer sin pareja, y quería a alguien de culo inquieto como yo, que propusiera planes, que me mantuviese activa, que rara vez dijera que no. 

Los años han pasado y miles de circunstancias se cruzaron en el camino, que lo fueron cambiando todo. Tuve que improvisar, elaborar nuevos planes, cambiar de sueños, adaptarme. Nos pasa a todos. Todos tenemos un plan que nos dejamos en el corazón porque nunca se pudo cumplir.

Hacer el erasmus, mi graduación (con el añadido de dar el discurso), el viaje fin de carrera a Grecia, tener hijos que se llevaran poco tiempo entre ellos y tenerlos más a menos a la vez que mis amigos. Esos son los sueños que tenía y nunca podrán cumplirse, que ya he perdido. Algunos siento que me los robó la vida por pura injusticia, otros fueron inevitables y alguno fue decisión propia.

Hay otros sueños que siento que nunca se van a cumplir, que cada vez voy aceptando más que no pasarán. Tener otro hijo, ir a argentina, el crucero a Grecia, casarme, que mi padre vuelva a hacerme de comer o tumbarme en el sofá sobre su barriga sintiéndome en paz, un piso propio con una gran terraza y habitaciones grandes. Avanzar.

Intento recordar los que sí he conseguido. Soy trabajadora social, mi primer hijo fue niño y se llama José Manuel, y encima es cariñoso, inteligente y bueno, y sus padrinos son mi hermana y mi primo. Mis compañeros de clase en la universidad me querían, incluso me cuidaban. Me eligieron para dar el discurso en nuestra graduación. Mis profesores también me quisieron y cuidaron (la mayoría). Tengo algo que no todo el mundo tiene, una familia increíble, amigos de verdad, relaciones que van a ser para siempre.

Nunca tendré la vida que quise tener. Tengo otra, con sus cosas buenas y con otras malas. Voy luchando con lo que llega y agradeciendo lo que me hace bien.
Pero a veces es muy difícil.

Y la vida se me escapa.

lunes, 19 de julio de 2021

La necesidad de rendirse

He visto una película que me ha hecho llorar y me ha provocado muchas ganas de escribir. 

Debería acostarme ya, pero tengo la sensación de que si lo hago, mañana no seré capaz de levantarme. Llevo toda la semana igual, pero desde que mi hijo llegó tengo que obligarme a hacerlo cada día, y eso me está destrozando. En cualquier momento colapsaré y no sé qué pasará entonces.

Estoy pensando en la palabra dramática, en cuantas veces se ha usado para describirme, cuantas personas hay aún que a veces la usan para hacerme daño, como está intrínseca en algunas frases. Como sigue doliendo. 

A veces me gustaría volver a 2016. Siento que entonces lo tenía todo. Tenía autoestima, tenía planes, sueños, metas, tenía fines de semana de diversión, me gustaba lo que veía en el espejo. Era feliz. 

Tengo la sensación de que desde que acabé la carrera estoy perdiendo mi vida, que paso por ella sin más, sobreviviendo pero sin disfrutar, sin vivir. Supongo que el covid también ha influido, pero sé que no es lo único. Me echo de menos y echo de menos sentirme al menos un poco mejor. Sentir ganas de vivir, de hacer cosas, de moverme. Echo de menos las ganas de levantarme de la cama, que haya algo que me motive y que al despertar piense "que guay, hoy hago esto" Este fin de semana tenía dos planes y ambos los he cancelado por elegir a otros antes que a mi. No me arrepiento, pero estoy cansada. Me gustaría disfrutar algo, hacer algo que me llene y me haga feliz, Algo distinto.

Estoy tan cansada... cansada de sentir que quien quiero que esté no está, y quien está no me es suficiente. Soy demasiado exigente, o masoquista. O inmadura. 

Me encantaría que alguien viniera y me dijera "nos vamos a escapar tres días a algún lugar fuera de aquí, para que descanses de la vida, para que recuperes fuerzas, para que seas al menos un poquito feliz"

Me supera la tristeza y me duele el corazón, y estoy aquí pensando en mil cosas que me hacen daño y que aún así no puedo sacar de mi cabeza. 

Es todo demasiado complicado, es todo muy difícil, y yo no tengo fuerzas. Me superan todas las situaciones. Y tengo que seguir, levantarme, continuar. Y simplemente no puedo. No soy capaz.

miércoles, 14 de julio de 2021

Lo que yo haría

Te diría cosas bonitas a menudo. Te recordaría las veces que me has hecho bien, que me has hecho sentir mejor. Te mencionaría todo lo que has logrado y todo lo que has superado.

Cuando te viera en la cama, sin ser capaz de levantarte, me echaría a tu lado, o me quedaría simplemente cerca. Te diria que no pasa nada, que te puedes quedar ahí el tiempo que necesites y eso no te hace menos fuerte. Que cuando te veas más capaz, yo te ayudo a ponerte en pie.

Te propondría planes a menudo, de los que sé que te gustan. Aunque yo no tenga ganas ni me apetezcan. Te diría todo lo que me encanta estar contigo, lo bien que me lo paso a tu lado y lo feliz que me haces.
Te contaría historias o cosas bonitas, te hablaría todo lo posible, aunque solo fuera a través del móvil. 

Intentaría no dejarte solo. Aunque no fuera en la misma habitación, me quedaría cerca para que supieras que si lo necesitas, en cinco minutos estoy a tu lado. Me iría a vivir contigo si hiciera falta o te hiciera sentir mejor.

Te preguntaría qué puedo hacer por ti, qué necesitas, cómo puedo ayudar.

Pediría ayuda profesional para aprender a entenderte y tener más herramientas para ayudarte. Nunca me rendiría. Haría todo lo que hiciera falta para que tú fueras a un profesional, aunque tuviera que endeudarme. Animaría a cualquiera que te rodee y sea importante en tu vida a que también fuera para que te entendiera mejor.

También pediría ayuda profesional para mi, porque no es fácil lidiar con todo y sé que yo misma necesitaría ayuda, que a veces me vendría abajo y necesitaría mi propio colchón y lugar seguro, para así poder ayudarte de forma sana.

Haría todo lo posible por no perder la paciencia, incluso cuando te pusieras insoportable, o borde, o cero comunicativo.

Respetaría las veces que no te apetece hablar, o que no quieres estar con nadie. Te dejaría espacio sin hacerte sentir culpable.

Intentaría que ninguna de tus noches fueran en soledad. 

Cuando te viera mejor, te seguiría recordando cada día lo increíble que eres, haría todo lo posible por quitarte trabajo y cargas, para que tu mejoría no fuera hacia atrás. Seguiría proponiéndote planes, dándote ideas. Me quedaría contigo siempre que lo necesitaras, aunque solo fuera para estar sentados uno junto al otro en silencio.

Si de cara a la galería se te ve bien, normal, como si nada pasara, no me relajaría, seguiría cuidándote, siguiendo las mismas pautas, hasta asegurarme que tu "normalidad" es real y no sólo fachada, o al menos para evitar en lo posible que vuelvas a recaer en la oscuridad.

Te volvería a recordar todo lo bueno que has hecho, te diría cómo has aprendido de tus errores, te diría que no eres perfecto pero que siempre has luchado por mejorar, que has madurado y crecido.

Te ofrecería todo lo que tengo, incluso lo que no tengo pero puedo conseguir. Te dejaría claro que no me voy, que nunca me iría,  que eres mi ancla y contigo soy más feliz porque me ayudas a complementar mi vida.  Porque la enriqueces.

Te escucharía siempre que quisieras hablar, te daría consejo cuando lo pidieras. Te repetiría una vez más cosas bonitas.

Seguramente me equivocaría, a veces te agobiaría o me quedaría sin saber qué hacer. Por eso mi prioridad sería escucharte y respetar tus decisiones, aprender de mis fallos y seguir a tu lado.

Seguir a tu lado, eso sería lo importante. Recordarte en todo momento que estoy contigo, que no voy a decirte que no a lo que necesites, que te voy a proponer cosas para que te motives, para que te sientas mejor. Que si tu no eres capaz de recordarlo, yo te voy a decir todas las veces que hagan falta la suerte que tuvimos todos el día que te conocimos. Que eres una persona increíble y hacer cosas contigo hace feliz a cualquiera.

Renunciaría a lo que hiciera falta, haría todos los sacrificios que fueran necesarios, porque eres una de mis prioridades y quiero que seas feliz. Porque te mereces ser feliz.

Eso es lo que yo haría si te sintieras como me siento yo.
Si el mundo te aplastara y tus monstruos interiores ganaran la partida cada día. Si no fueras capaz de ver nada bueno en el espejo, y el cerebro se te bloqueara, dejándote incapaz de pensar en opciones que te hagan sentir mejor. Si la fuerza se marchara de tu cuerpo y te dejara completamente roto.

Ojalá nunca tenga que hacerlo.
Ojalá nadie se sintiera nunca así. 

lunes, 12 de julio de 2021

Llega la noche

Llega la noche y me pongo súper triste. 
Me preguntan porqué me acuesto tan tarde, o porqué me levanto tarde.
La realidad es que me da pánico enfrentarme a la almohada y los pensamientos que vienen con ella.
La verdad es que una vez que consigo dormir, no quiero despertarme para no enfrentarme a la realidad.

La vida me da mucho miedo. Las cosas que pasan, las que no pasan. 
Las que me gustaría que pasaran. 
La soledad. Esa que me aplasta por las noches. La que hace que me ponga tan triste que todo lo veo oscuro.
Llevo dos días sin levantarme de la cama. No soy capaz, todo me pesa, todo me duele.
Y se supone que tengo que ser fuerte y no lo soy.
El alma se me deshace, se descompone.
Y yo sigo llorando y no sé parar.

Vuelve a ser madrugada y vuelvo a no querer dormir. No quiero que la vida pase, no quiero que el mundo siga girando.

Quiero que vuelva mi gata. 
Echo tanto de menos a mi gata...


sábado, 10 de julio de 2021

"No" como primera opción

A veces es muy triste aceptar esas negativas. Ese primer "no" a casi todo. Las quejas, los refunfuños, los resoplidos... siempre como una molestia que le obligan a hacer.

En este tiempo me he dado cuenta de que le necesito más a él de lo que él me necesita a mi, y eso no es sano. Creo que de hecho el problema está ahí, en la palabra "necesitar". He sido fuerte muchas veces, aprendí a estar sola, sé ser feliz. 

Pero aún hay una parte de mi que no puede, que no es capaz, que se mantiene aferrada a lo que a veces me hace daño. 

Me embarga una tristeza absoluta ante cada "no", y a veces también me invade la rabia. La frustración, cuando recuerdo la cantidad de veces que pienso antes de hablar o actuar para evitar daños. Lo arrepentida que estoy cuando no lo hago y me dejo llevar. Las muchísimas ocasiones en las que digo "sí" como primera opción, aunque en realidad no quiera, porque hacer feliz a la otra persona merece más la pena.

El "no" es siempre su primera opción, y lo peor... es que ya empezamos así. Su primera respuesta fue un "no". Quizá debería haberme anclado a ello, haber continuado. Aprender. 

Cada nueva negativa es una rajita más en el corazón, una herida un poco más profunda que la anterior. Quizá en parte eso también haya influido en que esté tan vulnerable. Quizá necesito mas síes en mi vida.

Creo que, paradójicamente, cada "no" me hace más fuerte también. Me hace ver que tengo que aprender a seguir adelante sola. 

Tengo que aprender a decirme que sí a mi misma, a hacerme fuerte, quererme, aceptarme. Decirme que sí todos los días cuando me miro al espejo y cuando quiera hacer algo. Permitirme ser feliz.

Aunque la persona que esté a mi lado me diga que no.

Siempre he podido, siempre voy a poder.

jueves, 27 de mayo de 2021

Las cosas que duelen

Las cosas que duelen. 
Las preguntas que jamás quieres volver a hacer, las respuestas que no quieres volver a escuchar. 
La sensación de pérdida, de fracaso. De sentirte nada.

El dolor en el pecho cuando te das cuenta de que la buena época ha pasado.
Las dudas.

Las ganas de rendirse.

El darte cuenta de que en realidad, ya te has rendido. 

miércoles, 19 de mayo de 2021

Vivir en grises

Uno de los dolores más fuertes de las personas que nos estamos quedando ciegas es el sentir que tienes que dejar de hacer las cosas que te apasionan. Leer, hacer puzles, dibujar, escribir… son todas esas cosas que te entretienen, que te sirven para despejarte, para sentirte mejor, y que de pronto un día te das cuenta de que ya no tienes la capacidad para hacer. Por suerte, yo aún no he llegado hasta ese nivel, sin embargo, ya van 3 o 4 días en los que me duelen tanto los ojos y tengo tan mala vista que no puedo hacer ninguna de esas cosas. Tengo antojo de hacer un puzle desde hace días, pero no soy capaz porque los ojos me duelen demasiado. Tengo muchas ganas de leer, pero tampoco puedo. Y si estoy escribiendo esto ahora es gracias al modo “Dictar” que tiene Word, porque escribir, ahora mismo, tampoco puedo.

Creo que es muy difícil para las personas que no tienen este tipo de problemas entender hasta qué punto la vista es un sentido tan importante. Soy consciente de que se puede vivir siendo ciega, y conozco a personas maravillosas con mucha menos visión que yo y que aun así están logrando sus metas y sus sueños, pero eso no quita que cada día me levante envuelta en pánico pensando en ese día en el que al despertarme ya no vea nada, que todo sea gris y que ya no pueda hacer un puzle, o dibujar, o leer.

En realidad sé que tengo mucha suerte, que podría ser mucho peor, pero aun así no deja de dolerme algo que aún no entiendo porqué tuvo que pasarme a mí.

Que en este momento cosas tan simples como coger el móvil, responder mensajes, jugar a juegos… me sean tan complicadas es solo un pequeño avance de lo que sé que será mi futuro más tarde o más temprano, y aunque trabajo cada día para que esa pérdida total de visión llegue lo más tarde posible, hay días, como hoy, en los que me siento una completa inútil. En los que no puedo avanzar en un curso que me encanta, ni cuidar a mi hijo o mi sobrino, en los que no puedo despejarme, en los que no consigo hacer nada para sentirme mejor.

Ojalá tener una varita mágica que todo lo cure, ojalá aprender a vivir con la vista que me ha tocado, ojalá no sentirme como me siento y ser capaz de ser más positiva o de tomar ejemplo de esas maravillosas personas que me rodean y demuestran lo que es la verdadera superación día tras día. Ojalá no sentirme tan pequeña.

Cuiden su vista, cuiden todos sus sentidos, porque no saben el tesoro que tienen.

domingo, 9 de mayo de 2021

Antes de los veinte

Parece mentira cómo pasa el tiempo, cómo cambia todo. La vida que avanza, los sueños que se frustran, las cosas que consigues y las que nunca vas a lograr. Se supone que así es como funciona todo, que a todos nos pasa.

Pero están esos días en los que la tristeza te invade, en los que no recuerdas porqué eres feliz y de repente todo lo que te rodea deja de tener sentido. Parte de ti sabe que estás exagerando, que nada es tan malo, que hay muchas cosas buenas. Pero la otra siente que te engañas a ti misma, que lo que te rodea es una farsa, que en el fondo nada te sale bien. 

No sé muy bien cómo hablar de esas cosas que me afectan y que tanto me duelen. No sé responder a la pregunta de "¿qué te pasa?". No sé cómo alejarme de lo que me hace daño sin perjudicarme más aún. No sé cómo hacer para que las cosas dejen de afectarme tanto.


Recuerdo aquel verano que pasé contigo, y cada beso que nunca pasó se viste de fantasma cuando estoy dormido.

Solo tú sabes...


Es tan complicado tomar decisiones y cumplirlas... sobre todo cuando no te gustan, cuando las tomas por un bien futuro que aún no ves en realidad. Cuando lo haces para protegerte. 

Sé que mis sacrificios merecen la pena, sé que estoy donde quiero estar, sé que no voy a arrepentirme. 

Sé que tengo que restarle importancia a las cosas que perjudican mi salud mental cuando realmente no lo merecen, o cuando no puedo hacer más de lo que ya he hecho. 


No me importa el final del cuento, porque la trama la vivo más

Y cuando mañana alguien cuente mi historia, habrá una canción por cada vieja gloria

Porque sin errores nunca habrá un acierto, yo sé que es cierto.


Hoy me propongo cumplir mis objetivos, aunque sea poco a poco, aunque me cueste una vida entera. Y después me propongo relajarme, darme un capricho, hacerme un regalo. Quererme, cuidarme. 

Este año mis amigas y yo estamos cumpliendo los 30, pero en realidad una gran parte de nosotras sigue en la adolescencia, en aquellos años donde fuimos felices, antes de los veinte.

miércoles, 14 de abril de 2021

Con las ganas

Se me hunde el dolor en el costado y se me nublan los recodos
Tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado...

Esta canción me pone tan triste... me recuerda ese momento de mi vida en el que todo volvió a ir cuesta abajo, ese preciso momento en el que me perdí a mi misma para adaptarme o intentar convertirme en algo que no era. Aquel momento en el que dejé que mi autoestima desapareciera por completo, y me quedé donde me estaban haciendo daño día a día. 
Esas maravillosas frases; "tia es que estas loca" "qué medias más feas, te quedan fatal" "hoy no te has arreglado nada" "no sabes hacerme disfrutar" "no haces nada por mi" "yo lo doy todo por ti" "no eres capaz de controlarte"
Entre otras muchas más, entre otros tantos momentos de salir de allí y comenzar a llorar como si no hubiera un mañana, pero pese a todo volver al día siguiente. Llamar a mis amigos con un "No puedo más", pero quedarme, porque yo iba a conseguir que las cosas cambiaran, porque yo no lo estaba haciendo bien, porque yo podía cambiar, porque yo podía adaptarme. Porque estaría loca si me iba. Porque era perfecto. Porque lo tenía todo. Porque me trataba como a una princesa. Porque me cuidaba.

Qué infierno fue parar. Ser fuerte. No volver a llamarle, hablarle, ni saber de él. Qué horrible sentirme culpable de todo.
Y después, lo de siempre, lo que nunca se ha ido de mi lado, la frase eterna... "eres una dramática, una exagerada" 
Me apoyé en quien no debía, y todo fue a peor. "Te has equivocado" "Es que eres tonta" "Lo tenia todo" "Ojalá encontrar yo a alguien así"
Quizá simplemente no supe explicar de verdad lo que pasaba.

Y allí me quedé, rota. Allí sigo, en realidad. Sin recuperarme de las heridas, sin recuperar la autoestima, sin volver a ser yo, sin volver a quererme, ni a gustarme lo que veo en el espejo. Simplemente sobreviviendo. Empeorando a ratos. Mejorando otros.

Y sin ser capaz de hablar de aquello porque siento que la culpa fue única y exclusivamente mía. Porque yo sabía lo que había y aún así me metí. Porque fui yo la que se mantuvo arrastrándose durante meses, después de todo. Pese a todo.

He estado leyendo mis publicaciones de aquella época, y, entre muchas, he encontrado esta, "Puede", de un par de meses después de haber terminado todo.
Siempre me eché la culpa. Siempre me he echado la culpa.
Pero... ¿De verdad fue solo mi culpa?

Ojalá ser de nuevo yo, algún día.



¿Cómo no pude darme cuenta?