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sábado, 29 de diciembre de 2018

De musas y pérdidas

Una de las cosas que más me duele es haber perdido la inspiración. 
Aún recuerdo aquella época en la que respirar era escribir, las horas infinitas frente al ordenador, a los cuadernos, frente a cualquier cosa que sirviera para volcar palabras.

Hoy solo consigo escribir sobre mi misma, y normalmente ni siquiera lo hago bien.
Sin embargo hubo una época en la que mi cabeza fabricaba ideas continuamente, en la que solo me quedaba en blanco a la hora de elegir nombres para mis personajes, o títulos para mis poemas.
No sé en qué momento se terminó aquello.

Ahora siento que tengo muchas cosas que decir, pero sigo sin saber como hacerlo.
A veces llega algo, así de improviso, y me siento exageradamente bien al conseguir expresarlo. Pero echo mucho en falta esa sensación más a menudo.

Hoy, por ejemplo, me encantaría poder sumergirme en la historia de Silvana y dejar en blanco mi propia vida, pero... no consigo encontrar su historia.
Esa que empecé a escribir hace doce años y que aún sigue esperándome. 
Esa que algún día juro que acabaré.

Hasta entonces, me conformaré con esto. Con dejar un trocito de mí al descubierto, en carne viva y vulnerable, cada vez que escribo una entrada en este blog.
Y ahora, por fin, buenas noches.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Rendirse

¿Nunca habéis tenido ganas de rendiros?
Seguro que si.

Estoy segura de que todos conocéis esa sensación de querer parar y no poder. Las ganas de no continuar, de no hacer nada, de olvidar la lucha del día a día. Las ganas de quedarte donde estás toda la vida, o, peor aún, de desaparecer.

Hay dos personas dentro de mi ahora mismo. Una dice que no puede más, se ha ido a una esquina y está llorando tanto que en breve se quedará sin lágrimas. La otra no para de gritarle y decirle que tiene que seguir, que se deje de estupideces, que ella puede.

No sé a cuál odio más.

martes, 18 de diciembre de 2018

Sentimientos vacíos

¿No os pasa a veces que no tenéis ni fuerzas ni ganas para apoyar a un ser querido que está mal?
Momentos de esos en los que tu también estás mal, o cansada, o simplemente harta de sentir que todo a tu alrededor es negativo. Momentos en los que te gustaría que el mundo se parara y las cosas malas quedaran en standby, no para tener felicidad absoluta o un ambiente de happyflower, si no para únicamente tener un tiempo de pausa de las cosas negativas. Negatividad fuera.
Momentos en los que no te apetece ser paño de lágrimas de nadie, aunque sepas que te necesitan.
Lo peor es que son sentimientos que no puedes evitar, pero que te hacen sentirte mala persona, aunque la lógica te diga que es algo normal y no tan reprobable como piensas.

Estoy preocupada por mi misma. Tengo la sensación de que cada vez me importa menos todo, de que ya no siento ni padezco. Estoy estresada y agobiada, pero en lugar de estar como siempre suelo estar en épocas como estas, mis reacciones son apáticas, sin fondo, vacías.
Es un sentimiento que diría que no me gusta, pero... la verdad es que ni siquiera siento eso.

Desde que escribí mi última entrada siento que me ha cambiado algo por dentro. No pensé que fuera capaz de hacer lo que dije, pero no solo estoy siendo capaz, si no que además creo que lo hago incluso con cosas que no tenía planteadas. No espero nada de nadie, ni de lo que está por venir. Simplemente me dedico a seguir en el camino y hacer las cosas lo mejor posible, pero sin preocuparme de los sentimientos que me provocan. Salvo excepciones, he perdido ilusión por las cosas.

Pero lo interesante es que estoy bien. No me siento triste, ni enfadada, ni mal. De hecho suelo sentirme tranquila, quitando algunos días que han sido duros y he tenido bajones, o días en los que ni siquiera he sabido bien qué me pasaba. Pero el balance, en general, no es negativo. 

Quizá las armaduras no sean tan malas, después de todo.


Yo quiero estar borracho, viviendo mi vida pero a tu lado, bebiendo tequila de cualquier vaso, rompiendo la fila si tu te vas
Yo nunca he sido un santo, no vendo lecciones de contrabando, de todos mis huesos tu estás al mando, me enredo contigo en este huracán

(¿Por qué el cantante de Dvicio tiene que ser tan EXAGERADAMENTE GUAPO?)


Buenas noches, como siempre.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Demasiado

Un mes atrasando el contárselo, entre otras cosas, por no saber cómo hacerlo, por no querer alargarme, pasarme...
Pero al final no es tan difícil. 
Al final es simple.

"Él hizo esto, esto y esto. Yo hice esto y esto. Y ahora hay que seguir adelante"
Y fin. Tres frases, muchos miedos, mucho dolor, mucha rabia. 
Pero ya está, es solo eso. No es nada.


Estoy cansada. Me siento mal conmigo misma y me doy coraje. Por mi manía de darle demasiado valor a las cosas. Por mi manía de soñar de forma desorbitada. Por mi obsesión por hacer de las cosas simples algo especial.
Nunca más.


No quiero volver a hablar de mi boda, de lo que me gustaría hacer, o dónde, o con quien, o como, ni qué quiero que suene, ni qué quiero que haya. Nada. Me niego. Nunca más. 
No quiero volver a pensar en futuro, ni en hijos, ni en una casa propia y cómo sería esa casa, cómo sería la rutina.
No quiero que vuelva a haber en mi vida ningún lugar especial.

Al final solo sirven para hacer daño.

Soy demasiado exagerada, demasiado dramática. Demasiado todo.
Creo que si me tuviera que definir sería con esa palabra.
Demasiado. 
Excesiva.
También imbécil.


A partir de ahora voy a intentar que me den igual las cosas, y voy a hacer lo que quiera, dónde quiera, como quiera y por la razón que quiera. Sin pensar en lo que puede significar, sin pensar en guardarlo para momentos especiales.
Estoy harta de los momentos especiales. En realidad no existen. Ni las fechas, ni los momentos ni los lugares especiales.
Nos empeñamos en crearlos para sentir algo distinto, para creernos únicos. 
Pero no lo somos.
Somos una persona más, una relación más, unos amigos más, unos padres más.


Siempre me he visto distinta a los demás. En el colegio pensaba que era en el mal sentido, y eso me duró toda la vida, hasta hacerme adulta. Luego fui capaz de ver que ser distinta no tenía porqué ser malo, si no lo contrario. Y 2015/16 fueron los mejores años que recuerdo en este aspecto.
Ahora siento que vuelvo a estar en el colegio.


Se acabará pasando, lo sé. El dolor al final siempre se va. Igual que las lluvias que sentimos por dentro.

El detalle es... cuántas cosas de mí va a llevarse consigo.