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jueves, 31 de diciembre de 2020

Otro año que se va, otro que llega

Es 31 de Diciembre, ¡se acaba el año! Y parece ser que es uno de los años que menos he escrito, será que mi vida se ha estabilizado y he necesitado menos este recurso. O será que me han faltado fuerzas hasta para escribir. Diría que es un poco de cada, según el momento.

La vida se estabiliza, pero a veces incluso a eso cuesta adaptarse. Los propósitos conseguidos, avanzar hacia otros nuevos, mantener la rutina mientras a la vez procuras no cansarte. Es muy complicado entenderse a uno mismo y a los que te rodean. Pero al final, con esfuerzo se consigue. Con mucho esfuerzo.


Ha sido un año raro, creo que todos lo sabemos y estamos de acuerdo, pero no ha sido tan malo. He conseguido muchas cosas, nadie importante se ha marchado de mi lado, sigo sobreviviendo. No estoy sola.

Sigo echando de menos a las personas que no están, tanto a las que se fueron por obligación como a las que quisieron marcharse. Sigo necesitando a mi gata cada día. Pero aunque algunas cosas me falten, lo tengo todo. Realmente lo tengo todo.


Creo que puedo darme por satisfecha, después de todo.


¡Feliz año!



sábado, 19 de septiembre de 2020

¿Qué es el miedo?

El miedo es darte cuenta de que llega la noche y no tienes nada en qué pensar antes de dormir. 
En que él no está, ni su recuerdo, ni sus ganas.
El miedo es entender que algo está fallando en ti, en vosotros. Que las cosas estaban más rotas de lo que parecía. 
El miedo es llorar de impotencia sin saber siquiera la razón, ni conocer cómo parar.
El miedo es terminar el día y sentir un vacío tan inmenso que ocupa toda tu habitación. 
El miedo es recordar las pesadillas y obligarte a no analizarlas. 
El miedo es pensar en lo que podrían significar. 
El miedo es ese agujero en el pecho que te duele y te atraviesa y no se cura, pese al tiempo, la distancia, las ganas.
El miedo es esa vida que estás viviendo sin saber porqué, solo por costumbre, solo porque es lo cómodo.
El miedo es la incapacidad de perdonar, de olvidar, de avanzar.

El miedo es planteártelo todo y no querer enfrentarte a las respuestas. 

viernes, 11 de septiembre de 2020

El día de la marmota

A veces parece que la vida avanza pero tu estás paralizada, que todo está en standby, que nada continúa. 
Los mismos buenos días, las mismas conversaciones, las mismas buenas noches.
El día de la marmota constante.

La sensación real es de resignación. Rendirse. Adaptarse. Aceptar la situación. 

Poco ha cambiado, poco va a cambiar.

Mi lucha actual es conmigo, contra mi, a mi lado. Pero no sé dónde dejará esa lucha al resto de cosas que tengo. No sé qué voy a descubrir, qué voy a aprender.



El mismo "te quiero".

domingo, 26 de julio de 2020

Errores

La vida a veces es muy larga, y no siempre compensa esperar a ver si en algún momento seremos felices, si las cosas se arreglarán, si la situación cambiará cuando cambie el contexto.

Hay ocasiones en las que nos toca plantearnos qué queremos para el resto de nuestra vida. ¿Queremos libertad? ¿Estabilidad? ¿Paz?
Y, lo más importante, ¿cómo lo conseguimos?

Parece que hay piezas que no encajan, y nos dedicamos a intentar moldearlas para que lo hagan, porque nosotros elegimos nuestro destino, nuestro camino. Nosotros mandamos. 
Solo que también debemos pararnos a medir qué estamos perdiendo mientras editamos esas piezas, qué nos estamos dejando por el camino, y si realmente merece la pena.

Me pasa mucho. Cosas que me duelen y pienso, "bueno, pero esto cambiará cuando 'X' y todo será mejor". Creo que hoy es la primera vez que un "vale, pero... ¿y hasta entonces?" es el pensamiento que ha seguido a ese primero. 

¿Qué hago hasta entonces? ¿Qué haré después? ¿Qué estoy haciendo ahora exactamente?

Es uno de esos días en los que me gustaría salir y hablar con alguien, explicar lo que siento, lo que me duele, lo que me preocupa. 

A veces encontramos la solución cuando ya es tarde. 

Creo que me estoy equivocando.

domingo, 5 de julio de 2020

Ella me salva

Ha pasado un año. 
Un año.


Hace un año, a esta hora, aún te estaba abrazando, aún te tenía entre mis brazos. Mi último abrazo, mi último arañazo, tu último bufido. Te fuiste dando guerra, como no podía ser de otra manera, te fuiste dormida sobre mi pecho, tal y como llegaste a mi casa hace ahora más de 19 años. 

He sobrevivido este año y aún no sé cómo. Llevo todo el año sin ser capaz de dormir bien, te lo juro, ni yo misma sé cómo soy capaz de seguir este ritmo, de echarme en la cama y no conseguir atrapar el sueño hasta que no es tan tarde que caigo sin darme cuenta. 
Ha sido un año tan complicado, tan triste, tan vacío, me he sentido tan sola sin ti. En cada llanto, cada vez que entraba en casa, cada vez que llegaba a mi cuarto y tu no estabas en la cama. Te necesito tanto, Mimi, pero tanto tanto... 

Espero que tu estés bien. Espero que estés jugando con Babel día y noche, que te duermas en los brazos de mi abuela y te dediques a refregarte contra las piernas de mi abuelo. Que no le bufes en exceso a Onara, ni a Micu, que nos estés cuidando a todos, que no nos olvides. Hoy más que nunca necesito creer en el cielo, necesito creer que voy a volver a verte y que ahora mismo estás acompañada y feliz. Necesito pensar que sigues conmigo de alguna manera. 

Ya soy trabajadora social, Mimi. Este año Mumi ha seguido tus pasos poniéndose encima de mis apuntes, pasando sobre el ordenador y acompañándome las noches de estudio. Facebook me ha recordado todas las fotos que te hice echada sobre mi temario en las épocas de exámenes. Ha sido tan extraño no tenerte en el escritorio mirando por la ventana mientras yo pasaba horas sentada aquí...  Te he echado tanto en falta durante mis eternos ataques de llanto, Mimi... nadie ha venido a abrazarme como lo hacías tu.

Este ha sido mi primer San Valentin sin ti, y ha estado casi vacío de sentido al no poder celebrar tu cumpleaños.

Este año, además, hemos pasado tres meses encerrados en casa. No sé si te hubiera encantado o habrías acabado odiándonos, pero tu hija ha sido bastante feliz con eso de no quedarse sola nunca, aunque ya sabemos que es una gata muy rara y que se parece más a los perros que a los gatos, así que no cuenta. Ahora mismo se acaba de poner a mi lado a maullarme, ¿sabes? parece haber crecido de golpe desde que te fuiste, le ha cambiado el carácter, ya no juega tanto ni es tan cariñosa, de pronto parece adulta, y creo que el cambio no termina de gustarme. 
Sigue sin aceptar del todo a Tabby, y Tabby sigue huyendo continuamente sin fiarse de nadie, ¿por qué no les mandas algún mensaje o un poquito de apoyo para que se lleven mejor entre ellas y Tabby confíe más en nosotras? Creo que nos harías muy feliz a todos.
Me he unido más a tu hija, aunque me sigue pareciendo muy pesada a veces, y me enfada que no quiera dormir conmigo como lo hacías tu. Pero creo que me necesita, porque nunca había estado conmigo día y noche tal y como está desde que te fuiste. Supongo que somos las dos que más notamos tu ausencia. 

Te quiero tanto, Mimi, te quiero tantísimo... Creo que nunca llegaré a aprender a vivir sin ti de verdad, siempre voy a notar ese vacío, siempre voy a necesitarte.

Eres lo mejor que me ha pasado, has sido mi mejor amiga, mi mayor compañera y mi mayor apoyo. 

Nunca olvidaré a la niña de 9 años que, animada por sus abuelos, llevó a casa a una gata diminuta que se ganó el corazón de toda la familia, que le dio compañía cuando más sola estaba, que nunca la dejó sola.
Nunca olvidaré a la adolescente que pasó sus mayores llanteras llenas de drama sentada en el suelo contra la puerta de su cuarto, con esa misma gata encima refregándose contra su cara para borrarle las lágrimas.
Nunca olvidaré a la embarazada que sentía las patadas de su hijo cuando tenía a la gata dormida sobre la barriga, y como esa gata levantaba las orejas y después seguía durmiendo tranquilamente.
Nunca olvidaré a la gata que olisqueó a un bebé y lo aceptó en la familia incluso cuando ese bebé creció y se dedicó a tirarle de la cola, a cogerla en brazos aunque ella no quería y a jugar con ella contra su voluntad.
Nunca olvidaré a la gata que fue leal a su amiga, bufándole al enemigo del momento mientras el resto de animales le hacían fiesta.
Nunca olvidaré a la mujer adulta que volvió a convertirse en niña el día que tuvo que despedir a su mejor amiga mientras se le rompía el corazón.

Gracias por haberme dejado compartir tu vida, gracias por haber mejorado la mia.

Te quiero.







Blindar el corazón

Antes tenía muy claro cómo iba a empezar a escribir, pero ya no lo tengo tanto.
Sé sobre qué quiero escribir, y de hecho ya tengo escrito el título de la entrada, algo que no suele pasarme porque normalmente se lo pongo tras escribirla. 
Pero hoy sé que quiero hablar sobre eso, sobre blindar el corazón.
Estas ganas no vienen de la nada, vienen de una situación concreta que ha hecho que recuerde muchas otras. 
Viene de esa sensación continua de que soy una pesada, o de que doy demasiado y recibo demasiado poco, viene del pensamiento de "¿de verdad tu no tenías esas mismas ganas de besarnos y abrazarnos hasta el infinito que tenía yo? ¿de verdad soy la única que siente eso?" Viene de sentirme abatida demasiado a menudo porque me gustaría percibir que me tiene las mismas ganas que le tengo yo, pero a la vez recordar que cada persona es distinta y muestra su amor de manera diferente. Y que todo es respetable. Que no significa que me quiera menos.

Pero es que a veces es tan difícil... me he sentido hoy tan vulnerable, tan desnuda, tan... sola. 
Supongo que es lo que me merecía tras la conversación que hemos tenido, pero aún así a veces duele mucho, y es entonces cuando recuerdo que debo blindar el corazón.

Van tantas veces que me duele el pecho porque me siento en desequilibrio que no entiendo como aún no he aprendido a que esas cosas dejen de afectarme, o a dejar de actuar así, a aguantar las ganas por fuera y por dentro. ¿Quiero dejar de ser quien soy? ¿Quiero cambiarme? Unas veces pienso que no, que no sería justa conmigo misma, pero otras creo que quizá una vez que me acostumbre, sería más feliz.

No me gusta pedir las cosas, no me hubiera gustado pedirle hoy que me diera ese beso que necesitaba, que se echara encima mía a abrazarme y besarme de la misma forma en que me hubiera gustado hacerlo yo, porque en el mismo momento en que se lo digo, le estoy obligando a hacerlo, y si quedarme sin ese cariño me duele, me duele cien veces más tenerlo sintiendo que ha sido por obligación.

Él da su cariño de otra manera, con esos buenos días o buenas noches que nunca faltan, por ejemplo. Debo aceptarle con todo, incluyendo lo que no me gusta.

Aunque en ocasiones como las de hoy sea tan difícil y duela tanto.

Debo blindar el corazón. Y debo hacerlo para ser más fuerte, para acabar siendo más feliz, para dejar de sentir estas garras por dentro. Tengo que aprender a blindar el corazón porque he elegido un camino en la vida por el que seré más feliz si construyo esa coraza, si aprendo a contenerme y a demostrar el amor de otras maneras, si aprendo a callarme, a parar. Sobre todo a parar. Tengo que aprender a parar de rogar. Tengo que parar. 


¿Podré ser feliz?



Ya no voy a leerte más

miércoles, 27 de mayo de 2020

Días que pasan

Últimamente pienso demasiado en quien no debo. Quizá sea la época, que siempre me pone más sensible. Van muchos años que pasan cosas en mayo que me dejan marcada. Eso se junta con los exámenes, y mi cerebro se satura.
Este año, además, no paro de pensar que en dos semanas habré terminado la carrera.

12 de Junio. Último examen. Ya no me queda nada.

Me siento fuerte, pero también flaqueo a veces. Estudiar en casa y con el niño alrededor 24 horas no está siendo sencillo, pero creo que puedo conseguirlo.

Me gusta estar sola. Me gusta esta sensación de no verme obligada a sonreír ante nadie, o de fingir. 

La mente sí almacena el daño, pero el corazón nunca va a estar a salvo de otro intento.

Mi gata no me deja sola. Ahora que ya no está el gato pequeño ella no se mueve de mi lado.
"Mi gata". Nunca la había llamado así. Mi gata siempre ha sido Mimi, y esta, su hija, solía ser "la gata". Pero desde que su madre no está se ha unido tanto a mí que me sale solo el llamarla así. A veces siento que traiciono a Mimi, pero luego pienso que al fin y al cabo Mumi perdió a su madre, y yo a mi gata. Quizá sea lo natural que ahora estemos más unidas y la sienta mía. 

Me dan escalofríos cuando pienso en ella. Y automáticamente empiezo a llorar. Ya van casi 11 meses. Me sigue doliendo el pecho.

Perdemos por miedo al propio miedo.
Las heridas que se curan dejan cicatriz.
El amor también enseña a saber dejar ir.

Ayer tomé una decisión que me ha dejado más tranquila con mi vida. Hoy entra algo más de fresco por la ventana. Sigo muy feliz por la noticia de la semana pasada, de hecho hoy he soñado con ella.
Tengo mucha suerte.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Y me llamarán....

Hace dos días estaba hecha polvo, volcándome aquí y desesperada. Pero está claro que soy la persona con más suerte de este mundo, porque siempre que estoy tremendamente mal, de repente aparece algo que hace que todos los males desaparezcan, que las cosas cambien y que la sonrisa no se vaya de mi cara.

Si, no voy a tener graduación, ni viaje, al menos por ahora. Pero dios mio, ¡voy a acabar la carrera! La carrera de mis sueños, esa que llevaba queriendo hacer desde adolescente. Hace seis años no confiaba en mi misma y estaba segura de que jamás llegaría, pero he llegado. Estoy a solo 24 créditos de tener mi titulo y poder decir que soy trabajadora social. Y, además, tengo un bono maravilloso para hacer el viaje cuando quiera, y seguro que al final mi decana acepta celebrar la graduación el año que viene 😜😜

A veces dudo de lo que siento, de lo que me rodea, a veces ocurren cosas que me nublan la vista y provocan que me tambalee y no esté segura de nada. María me dijo una vez que la depresión te hace aislarte, y cada vez soy mas consciente de que cuando más le alejo es cuando peor estoy conmigo misma. Quizá el problema no sea él, quizá el problema sea mi cabeza. 
Porque está claro que tengo la mayor suerte del mundo. Está claro que me saca de quicio, que me hace querer matarle, que cuando no es capaz de hacer la compra él solo, le daría una patada en el culo que lo mandara lejos indefinidamente, que cuando me manda audios kilométricos me dan ganas de dejar de hablarle para siempre, que la mitad de las veces no me escucha y la otra mitad no me entiende.
Pero me quiere, vaya si me quiere. Se preocupa de que esté bien, me engorda trayendo sushi o chocolate cuando sabe que estoy triste o he pasado un día duro, se gasta el dinero que no tiene en cosas que cree que me harán estar mejor, o simplemente que me harán sonreír. Se esfuerza por mejorar, por aplacar y controlar su mal genio, por aprender a hacer cosas que nunca le han enseñado a hacer. Aguanta mis explosiones, aguanta incluso cuando le desplazo y parece que no siento nada por él.

Pero creo que sí que lo siento. Porque no me imagino a nadie más a mi lado, porque le miro y no puedo evitar pensar que es el hombre más guapo del mundo y tengo una suerte inmensa, porque me encanta verle feliz y me angustio cada vez que no lo es. Le quiero sin saber explicar muy bien cómo, le quiero porque me hace reír continuamente, porque está loco, porque es sentimental sin parecerlo, porque me da un cariño enorme pese a que normalmente es un cactus con todo el mundo. Le quiero porque me ha demostrado lo importante que es luchar por mejorar, y los premios enormes que trae consigo. Tengo a mi lado al mejor novio del universo, al mejor padre, a la mejor persona. Soy tremendamente afortunada. Y le quiero.

Hoy me han dado la mejor noticia de mi vida. En serio, la mejor. Creo que pasarán muchos años hasta que me den otra que la iguale. No hay nada en este mundo que pueda parecerse a la sensación que tengo ahora mismo en el cuerpo, a la felicidad, a la emoción, a la histeria. 
Me han despertado a las 8 de la mañana para dármela, y me despertaría el resto de mi vida a esa hora si a cambio recibiera noticias tan increíbles como la de hoy. 
Y gracias a esa noticia veo mi vida distinta, veo lo que merece la pena y lo que no, y veo todo lo bueno que tengo al lado y que a veces olvido.

En mi anterior entrada hablé del karma, y si hace dos días creía que el universo me estaba castigando, hoy me he dado cuenta de que he tenido que hacer las cosas tan sumamente bien en este tiempo, que el karma vio mi angustia del otro día y ha decidido recordarme quien soy, como lo he conseguido, y todo lo que aun me queda por andar, dándome la mayor recompensa que jamás podría darme.

¡A ser felices!

lunes, 18 de mayo de 2020

Karma

¿Cuántos de vosotros creéis en el karma?

Yo creo fuertemente en él. No me preguntéis por qué.
Quizá porque siempre he pensado que lo malo que me pasa es en justicia por el daño que he causado o las cosas que he hecho mal. Y que las cosas buenas son para premiar las que yo hice o hago. 

Tengo 28 años y siento que no me conozco, que no sé quién soy, qué quiero, qué necesito, porqué hago las cosas. 

El teléfono me dice que estás viva, pero solo veo distancia.

Me duele mucho el corazón, me duele mucho el alma. Ojalá mi gata estuviera aquí para abrazarme a ella. Desde que no está no he vuelto a sentir que duermo realmente bien. Siempre falta algo. Siempre va a faltar. Nunca pensé que de verdad la echaría tantísimo de menos.

Llevo años encerrada en mi misma, sin sentir que haya alguien que me entienda. Llevo años sintiendo que estoy rota. Sola. Y también siento que me gusta estar así. Es más fácil no contar nada, no expresar nada, no escuchar nada de vuelta.

¿Dónde está la Irene de 2016? En serio, ¿Dónde está? ¿En qué momento se perdió? ¿En mayo? ¿En septiembre? ¿Fue en febrero, cuando todo volvió a comenzar?
Quizá fue solo un espejismo que nunca llegó a existir. 

Nunca he sabido tomar decisiones, nunca lo he hecho bien. Al final siempre me arrepiento de todo, al final veo que tendría que haber tomado otros caminos. Y ahora no soy capaz de tomar ninguna porque me da miedo verme en un año arrepintiéndome de lo que decidí hoy. 
¿Y qué ocurre mientras?
Que hago daño a los que me rodean.
Como siempre.

José Manuel es mi ancla. Él es mi soporte. Y vivo muerta de miedo ante la idea de hacerle daño, de estropear su vida como estropeé la mía. 

No voy a tener graduación. Ni viaje de fin de carrera. Y no sabéis lo que me duele, lo que se me clava en el alma. Aunque en realidad no sea importante, aunque parezca una auténtica tontería. Siento que me han robado el premio por mi esfuerzo estos años, y entonces recuerdo que no me he esforzado tanto, y el karma viene a recordarme que es lo que me he ganado tras pasar cuatro años haciendo pensar a la gente que era buena en mi carrera cuando lo único que soy es un fraude con mucha suerte. Por eso no tengo mi graduación, ni mi viaje. Porque en realidad no me los he ganado.

Mi cabeza es un torbellino. Es un auténtico torbellino que no consigo parar. Nadie va a escuchar mis gritos de auxilio.

Un hombre cansado que sube de un bar, ese soy yo,
Cartel de cerrado en el paraíso,
El corazón me pide una tregua,
La luz de reserva se encendió.

Daría mi mundo por poder coger las maletas y a mi hijo y marcharme lejos. Muy lejos. Empezar de nuevo. Huir. Él y yo solos, felices en algún lugar remoto.
Pero es un pensamiento egoísta, porque él no sería feliz. Él echaría demasiado de menos. 
Ojalá pudiera decir lo mismo de mi.

Mi profesor de Salud nos contó que lo máximo que una persona puede estar llorando seguido son 10 minutos. El cuerpo humano no admite más tiempo de lágrimas. Desde entonces, cada vez que lloro pienso que va a durar como máximo diez minutos, y me siento algo mejor. Aunque otras veces siento que me gustaría pasarme llorando el resto de mi vida. 

De verdad que siento que alguien me aprieta el pecho. Me duele, y me duele, y me duele. Y no consigo pensar o tomar decisiones de forma lógica. No consigo dormir. Estoy aquí frente al ordenador y la simple idea de echarme en la cama me da una ansiedad enorme. 

Ojalá tener las cosas tan claras como los protagonistas de los libros que leo. Ojalá todo fuera tan fácil y sencillo. 

Escribir siempre me ayuda, y sin embargo esta vez no consigo que haga efecto, no me está sirviendo, sigo igual de enredada que al principio y me araña el dolor por dentro. Me están arañando el alma.

Ojalá subiera mi madre y me abrazara, y me hiciera sentir protegida, y segura. Ojalá me abrazara fuerte y me diera algún beso, sin exigirme nada, solo con la intención de hacerme sentir mejor.
Pero mi madre no es así, si mi madre sube ahora y me ve llorando se preocupará, pero me dirá que me tranquilice y me acueste. Sin nada más. Me dirá un "tienes que ser fuerte y seguir adelante"  me dirá un "no es tan grave". Y me dará un abrazo breve e incómodo. 
En realidad lo más probable es que se enfadase porque es muy tarde y en lugar de estar dormida estoy llorando. Me diría desde la puerta y con voz de fastidio "Venga, cálmate y vete a la cama ya".
Creo que necesito tanto a Mimi porque era la única que al verme mal venía a abrazarme simplemente. Sin nada más, y se quedaba conmigo pasara lo que pasara. Con ella no estaba sola. 

Que nadie me quería como tu a mi en el mundo...

Cada vez que paro de escribir miro el móvil, esperando que alguien haya acudido a rescatarme. Queriendo ver alguna notificación que me saque de esta angustia. 

Pero son las cuatro de la mañana. No va a pasar. 
Me leeré otro libro, o veré otra serie. O seguiré llorando hasta quedarme dormida. 

Al menos Mumi está esta noche conmigo.

martes, 24 de marzo de 2020

Respiro la vida y voy

Te dejé el amor en tu guantera, a dos mil kilómetros de mar, perdimos señal en la frontera, se apagó la música en el bar. ¿Y ahora quién te va a amansar cuando salgas fiera?
Te dejé el amor en tu guantera, alumbrando sitios que verás, me dijiste "llama cuando quieras", prometí que nada iba a cambiar.
¿Y ahora quien te va a amansar cuando salgas fiera, cuando falte voluntad, cuando te deshielas?
¿Y ahora quien te va abrazar cuando te deshielas, cuando quieres reventar contra las aceras?
¿A quién vas a mostrar tus cicatrices, tu rabia por vencer los imposibles, tu salto que es mortal y te hace libre, tu forma de besar, que es invencible?
Dime, ¿A quien vas a besar hasta que te entienda? ¿A quién vas a besar hasta que lo entienda?


Hay canciones que por mucho tiempo que pase siempre te atraviesan el alma. Esta sigue haciéndolo, pese a los años. Supongo que porque aquel final de 2015 me marcó demasiado. Aquella relación en general fue un punto de inflexión en mi vida. El cambio que necesitaba.

A veces siento que he vuelto hacia atrás, hacia la Irene que era antes de aquello, y eso no me gusta. 

Voy a acercarme lento esta vez...
Ya verás como me olvidas, y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría, y me dices que lo nuestro no era lo que merecías.

Me paro a pensar qué es lo que me produce esa sensación, dónde estará el foco, o la fuente de esos sentimientos, pero no consigo discernirlo del todo, simplemente sé que me siento así. Un continuo volver atrás que me hace daño.

No quiero vivir esta vida siempre. Eso es lo único que sé con certeza. 
No quiero permanecer así el resto de mi vida, sintiendo que estoy incómoda e infeliz, pero usando la máscara de la felicidad.

No nos costó querernos, nacimos para eso. Para jugar a vernos, comernos con los dedos, quedarnos en los huesos.

¿Será que vivo en el pasado? ¿Que nunca avanzo? 
En 2015 tuve la valentía de terminar algo que no me completaba, que no me hacía cien por cien feliz, pese a que me daba seguridad y tranquilidad. Hoy no sé si me paraliza la falta de valentía o el exceso de esperanza.

Ahora tenemos tiempo para escribir el cuento, para seguir creciendo, ir al favor del viento haciendo los recuerdos.

Quizá son los sueños, la vida que siempre quise y que di por perdida. Quizá tengo idealizado algo que nunca va a poder ser.

Respiro la vida y voy.





Jamás pensé que en ciertos momentos 
la echaría tanto de menos.

lunes, 3 de febrero de 2020

Febrero

Estamos ya en febrero, y cada vez se acerca más el día 14. Va a ser la primera vez en dieciocho años que me sienta realmente sola, la primera vez sin ella. 

Llevo varios días dándole vueltas a todo. A las pérdidas, al dolor. Al pasado, al futuro.

Tengo la sensación de que nací mal hecha. Lo he dicho muchas veces de broma, pero en el fondo sí que lo pienso de verdad. Los continuos dolores de espalda, cintura y cuello, los mareos y dolores de cabeza, la miopía magna, el glaucoma. La intensidad emocional.

Últimamente me mareo muy a menudo, y me duelen todos los músculos y articulaciones cada vez que me despierto. Termino el día rota físicamente, y agotada emocionalmente. 
La realidad de mi futura ceguera me aplasta cada vez más. El miedo a no poder sacarme nunca el carnet.
Parece que todo junto es una lenta tortura que no acaba.

Tenía mucha ilusión puesta en febrero por muchas razones, pero esa sensación se ha marchado, y ya solo me queda la desesperanza, la tristeza, la decepción. 

Me siento como esta entrada. Errática. 

Creo que me he rendido.