Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

domingo, 5 de julio de 2020

Ella me salva

Ha pasado un año. 
Un año.


Hace un año, a esta hora, aún te estaba abrazando, aún te tenía entre mis brazos. Mi último abrazo, mi último arañazo, tu último bufido. Te fuiste dando guerra, como no podía ser de otra manera, te fuiste dormida sobre mi pecho, tal y como llegaste a mi casa hace ahora más de 19 años. 

He sobrevivido este año y aún no sé cómo. Llevo todo el año sin ser capaz de dormir bien, te lo juro, ni yo misma sé cómo soy capaz de seguir este ritmo, de echarme en la cama y no conseguir atrapar el sueño hasta que no es tan tarde que caigo sin darme cuenta. 
Ha sido un año tan complicado, tan triste, tan vacío, me he sentido tan sola sin ti. En cada llanto, cada vez que entraba en casa, cada vez que llegaba a mi cuarto y tu no estabas en la cama. Te necesito tanto, Mimi, pero tanto tanto... 

Espero que tu estés bien. Espero que estés jugando con Babel día y noche, que te duermas en los brazos de mi abuela y te dediques a refregarte contra las piernas de mi abuelo. Que no le bufes en exceso a Onara, ni a Micu, que nos estés cuidando a todos, que no nos olvides. Hoy más que nunca necesito creer en el cielo, necesito creer que voy a volver a verte y que ahora mismo estás acompañada y feliz. Necesito pensar que sigues conmigo de alguna manera. 

Ya soy trabajadora social, Mimi. Este año Mumi ha seguido tus pasos poniéndose encima de mis apuntes, pasando sobre el ordenador y acompañándome las noches de estudio. Facebook me ha recordado todas las fotos que te hice echada sobre mi temario en las épocas de exámenes. Ha sido tan extraño no tenerte en el escritorio mirando por la ventana mientras yo pasaba horas sentada aquí...  Te he echado tanto en falta durante mis eternos ataques de llanto, Mimi... nadie ha venido a abrazarme como lo hacías tu.

Este ha sido mi primer San Valentin sin ti, y ha estado casi vacío de sentido al no poder celebrar tu cumpleaños.

Este año, además, hemos pasado tres meses encerrados en casa. No sé si te hubiera encantado o habrías acabado odiándonos, pero tu hija ha sido bastante feliz con eso de no quedarse sola nunca, aunque ya sabemos que es una gata muy rara y que se parece más a los perros que a los gatos, así que no cuenta. Ahora mismo se acaba de poner a mi lado a maullarme, ¿sabes? parece haber crecido de golpe desde que te fuiste, le ha cambiado el carácter, ya no juega tanto ni es tan cariñosa, de pronto parece adulta, y creo que el cambio no termina de gustarme. 
Sigue sin aceptar del todo a Tabby, y Tabby sigue huyendo continuamente sin fiarse de nadie, ¿por qué no les mandas algún mensaje o un poquito de apoyo para que se lleven mejor entre ellas y Tabby confíe más en nosotras? Creo que nos harías muy feliz a todos.
Me he unido más a tu hija, aunque me sigue pareciendo muy pesada a veces, y me enfada que no quiera dormir conmigo como lo hacías tu. Pero creo que me necesita, porque nunca había estado conmigo día y noche tal y como está desde que te fuiste. Supongo que somos las dos que más notamos tu ausencia. 

Te quiero tanto, Mimi, te quiero tantísimo... Creo que nunca llegaré a aprender a vivir sin ti de verdad, siempre voy a notar ese vacío, siempre voy a necesitarte.

Eres lo mejor que me ha pasado, has sido mi mejor amiga, mi mayor compañera y mi mayor apoyo. 

Nunca olvidaré a la niña de 9 años que, animada por sus abuelos, llevó a casa a una gata diminuta que se ganó el corazón de toda la familia, que le dio compañía cuando más sola estaba, que nunca la dejó sola.
Nunca olvidaré a la adolescente que pasó sus mayores llanteras llenas de drama sentada en el suelo contra la puerta de su cuarto, con esa misma gata encima refregándose contra su cara para borrarle las lágrimas.
Nunca olvidaré a la embarazada que sentía las patadas de su hijo cuando tenía a la gata dormida sobre la barriga, y como esa gata levantaba las orejas y después seguía durmiendo tranquilamente.
Nunca olvidaré a la gata que olisqueó a un bebé y lo aceptó en la familia incluso cuando ese bebé creció y se dedicó a tirarle de la cola, a cogerla en brazos aunque ella no quería y a jugar con ella contra su voluntad.
Nunca olvidaré a la gata que fue leal a su amiga, bufándole al enemigo del momento mientras el resto de animales le hacían fiesta.
Nunca olvidaré a la mujer adulta que volvió a convertirse en niña el día que tuvo que despedir a su mejor amiga mientras se le rompía el corazón.

Gracias por haberme dejado compartir tu vida, gracias por haber mejorado la mia.

Te quiero.







No hay comentarios:

Publicar un comentario