Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

viernes, 22 de diciembre de 2023

Despedidas

Nunca podemos escapar de las despedidas. De perder gente que amamos, de que las relaciones cambien, que la vida torne en otro rumbo.

Pero cuánto duele.

Creo que nunca me acostumbraré a las despedidas. Ni siquiera a las elegidas.

He tenido que despedirme de demasiadas cosas en los últimos meses. De un futuro, de opciones, de ideas que tenía muy ancladas en mi cabeza y mi corazón. De personas. He tenido que despedirme de ese tipo de amor que una se esfuerza en creer que todo lo puede... hasta que ve que no. Que hay cosas que no se pueden.

Y ahora estoy aquí, otra vez vulnerable, otra vez cagada de miedo, intentando que algo salga bien, que las cosas sean más sencillas en mi vida, más estables, mas tranquilas.

Pero creo sinceramente que eso es algo imposible para alguien con el tipo de intensidad emocional que yo tengo, para alguien que se entrega al 100%, sin armaduras, sin escudos, en carne viva... y con mucho miedo, pero también con muchas ganas.

Nunca me acostumbraré a las despedidas, y por eso tardo tanto en rendirme, por eso aguanto, lo intento, busco todas las soluciones posibles, todas las opciones, lucho hasta quedarme sin energía, y clavo las uñas para agarrar con fuerza todo lo que creo que merece la pena.

Pero sé cuando retirarme. Sé cuando no merece la pena luchar, y sé cuando decir "basta". Aunque la gente que me quiere crea que tardo demasiado, yo creo que tardo justo lo que necesito, el tiempo exacto que necesito para quedarme tranquila conmigo misma, para sentir que al menos lo intenté, para no quedarme con la sensación de que dejé pasar un tren.

Yo no dejo que la vida pase, yo la vivo. Aunque por el camino me muera del dolor, las decepciones... y las despedidas.

Y, aunque parezca que no, me retiro poco a poco, para siempre dar esa última oportunidad, la última carta.

No voy a quedarme nunca más donde no sea feliz, donde no me sienta completa, donde mis necesidades no estén cubiertas, donde los sentimientos y las acciones no sean recíprocos, donde explique lo que necesito y la respuesta sea el silencio. 

Tengo la suerte de tener la certeza de que jamás estaré sola, de que tengo una familia y unos amigos increíbles, y soy consciente de toda la gente que está ahí para ayudarme a sostenerme si caigo, o si me quedo sin fuerzas.

Odio las despedidas, odio ver que alguien a quien quiero me hace daño, aunque sea sin intención de hacerlo. Y sobre todo odio que no reparen ese dolor, esa herida. Que dejen pasar el tiempo, las cosas y las situaciones sin tener en cuenta mi forma de ser y de sentir, sin aliviarme un poco la carga de emociones.

Pero sobrevivo. siempre sobrevivo.

Incluso a las despedidas más dolorosas.


No te busqué y apareciste
Así de repente
Yo quiero más, tú te resistes
No sabes perderte
Disimularé que me arde la piel
Porque quiero más contigo
No te perseguiré, dependerá de ti
Que quieras algo más conmigo
Y no, no quiero engañarte
Soy como ves
Si quieres yo me sé un camino
Y voy a enamorarte, y debes saber
Que puedes contar conmigo



lunes, 13 de noviembre de 2023

No estoy sola

Hace mucho que no escribo, y creo que hoy que estoy malita y soy una persona bastante inútil en general, es un buen momento.
Lo que pasa es que es de esas veces que quiero escribir, pero no sé bien qué decir, cómo empezar, qué transmitir.

Tengo un millón de pensamientos en la cabeza y todos se enfurruñan y mezclan.

Puedo empezar diciendo que llevo dos semanas tremendamente feliz y en paz, desde aquella conversación a la que tanto miedo le tenía y que, en parte, tanto daño me hizo. Aún hay frases a las que le doy vueltas y que me tienen muerta de miedo y en una nube de inseguridad, pero a la vez, en el día a día, me siento cada vez más tranquila. Más yo. 

Por otra parte, puedo continuar explicando que esta semana ha sido demasiado difícil, que hablar con mi hijo, y sentirme tan sola en ese proceso, ha sido algo mucho más duro de lo que esperaba, y que ahora mismo vivo en un sentimiento de culpabilidad constante. Intento recordarme que tengo derecho a buscar mi propia felicidad, que a la larga mi hijo lo entenderá y será feliz también... pero a veces se me hace muy cuesta arriba.

Puedo seguir hablando de una de las cosas más increíbles que me ha dado mi "nueva vida", y es la hermandad tan inmensa y reforzada con mis niñas, Almu, Paula y Rocío. Sabía que Paula y Rocío estarían siempre ahí, pero descubrir que Almu también, sentirme tan aceptada y apoyada por su parte... simplemente ha sido increíble. Poder tener nuestro grupo, desahogarme, contar con ellas para que me rescaten cuando me hundo, que nos queramos tantísimo y lo demostremos continuamente... soy muy muy afortunada de tenerlas.

Sigo en el camino de amarme, aceptarme, disfrutar de mi misma y mi forma de ser. Sigo en el camino también de endurecerme un poco, e intentar que las cosas que no salen no me afecten tanto, de no rogar ni ir detrás de quien no muestra interés. Sigo en el camino de expresarme y decir lo que siento sin miedo, aunque me sienta vulnerable, aunque quizá, a veces, sea mejor para mí misma callarme.

La experiencia me ha demostrado que soy capaz de aguantar muchísimo, pero que cuando me voy... no soy yo la que pierde. Que soy capaz de pasar página y seguir siendo feliz. 
Y que soy fuerte, sin ninguna duda.

Es cierto que me encantaría que muchas cosas fueran distintas, más fáciles y sencillas, más tranquilas. Y es cierto que a veces es complicado aprender nuevas formas de amar, de cuidar y de sentir. 

Pero merece la pena. Claramente merece la pena. 

El martes pasado mi hermana lo dijo, y tiene razón... no tengo absolutamente nada que ver con la persona que era hace un año o hace seis meses. Estoy mejor, soy más feliz, y da igual cuanto dure eso o por qué razones haya sido, el caso es que voy en el camino que debo ir.

Y no estoy sola. 

lunes, 23 de octubre de 2023

Las mentiras que nos decimos

Vete de donde no seas feliz. Si no te llena, busca otra cosa. Si no te sientes valorada, valórate tu.

Me quiero. He recordado que me quiero. Que me gusta mi intensidad, mi forma de amar y darlo todo, me gusta mi forma de trabajar, de entregarme. Me gusta estar loca y ser descontrolada, me encanta dejarme llevar. Me gusta ser capaz de tomarme con calma las cosas que veo importantes.

El verano terminó, la euforia pasó. Los tiempos cambian y los huecos se llenan. Priorizamos.

Y a veces me siento idiota, si. Porque priorizo a quien no me prioriza, porque pienso en quien no me piensa. Porque busco a quien cree que ya no hace falta esforzarse. Porque doy demasiado en todos los ámbitos de mi vida.

Y no es culpa de nadie, cada persona es distinta, cada persona se expresa de manera diferente, y todas esas expresiones son válidas, solo que no todas son compatibles. Y yo necesito a alguien que me haga sentir querida, deseada, importante, que no me genere dudas... ni aunque esas dudas sean producto de mi imaginación.

Vuelvo a no tener un lugar seguro. Entrar en mi casa es entrar en tierra hostil, donde todo es difícil y complicado. ¿Adónde voy para estar tranquila, para sentir paz?

Me gusta mi capacidad para amar, y también me gusta mi capacidad para levantarme cada vez que caigo, para ser fuerte y seguir, para quedarme siempre con lo bueno. 
Germán casi odia esa manía mía de quedarme con lo bueno, porque está convencido de que si fuera más objetiva o fría no tendría la mitad de las relaciones que tengo, ni aguantaría tanto tiempo al lado de personas que no me aportan las cosas que necesito. Germán es muy cabezón, pero yo lo soy más, y no voy a dejar de quedarme y ensalzar lo bueno, aunque a veces sea poco. 
Cuando me rinda, será porque al menos lo he intentado todo, como siempre.

Y en ese sentido... menos mal que tengo a Danil. No imagináis el pilar que es ahora mismo para mi, cuantísimo me aporta, lo feliz que me hace. La capacidad para hacerme reír que tiene, para que me sienta querida e importante. Nunca pensé que podría volver a encontrar a un amigo así de increíble, y de verdad que creo que soy excesivamente afortunada con las amistades que me han tocado en la vida. ¿Lo he pasado mal? muchísimo, ¿he tenido amistades que me han destrozado? por supuesto. Pero el balance general es absolutamente positivo, y tengo un círculo de apoyo que ya querrían otros.
Y ahora se ha ensanchado, ahora es más grande y cada vez entra más gente. Danil ha entrado por la puerta grande, y sé que es para quedarse, no le pienso dejar escapar.

Llevo varios días (una semana, en realidad) escribiendo esta entrada. La empecé el lunes pasado, al volver de la playa, y he ido añadiendo párrafos según me iba sintiendo en días aleatorios. No lo he hecho queriendo, simplemente ha salido así. No va sobre un solo tema, va sobre muchos. 
Hoy es lunes de nuevo, y me he despertado agotada emocionalmente. Tengo la sensación de que llevo demasiado tiempo sintiendo demasiado, sintiendo en exceso, y mi cuerpo me está gritando que pare, que necesita que me cuiden y que sean otros los que sientan por mi, que me quieran tanto como yo quiero, que me valoren como yo valoro, que me den el cariño que necesito sin tener que rogarlo. Pero al final siempre me quedo con la sensación de que eso es muy complicado, porque yo soy demasiado complicada.

Ayer descubrí una canción que os prometo que se me ha clavado como hacía tiempo que no se me clavaba una canción, y es porque me siento tremendamente identificada con la letra. Os la voy a dejar al final de la entrada, junto a la canción en sí.

Estoy súper cansada de pensar y sentir. Me encantaría tener vacaciones de mí misma, escapar un poco e irme a una isla desierta a estar completamente sola, con libros, material para dibujar y música. Sin nada que ocupe mi cabeza. Solo paz.

Han sido días de tener el autoestima por los suelos, de no sentirme deseada en absoluto, de volver a odiar mi cuerpo y creer que no puedo gustarle a nadie. De venirme abajo. De fustigarme porque no soy suficiente.

Pero quiero pensar que lo soy, quiero pensar que quien me quiera lo hará con todo, que mi cuerpo le parecerá maravilloso, que mis ojos dispares serán los más bonitos del mundo, que no tendré que sentir que no valgo. 

Quiero pensar que terminaré queriéndome tanto que yo misma piense eso.
Os juro que lo intento cada día.
Os juro que lo voy a seguir intentando.




Si alguna vez has discutido sin razón
Si el ego te calla un "perdón", o aún peor, un "te quiero"
Tal vez esta sea tu canción.
Si no te has aceptado, te has vestido de otra cosa
Si la prosa no te llama "Caballero"
Escucha en silencio, que el miedo si puede te ahoga.

Hoy me atrevo a decirte lo mucho que yo he hecho lo mismo
Pero ahora ya puedo mirarme al espejo
Y decido querer su reflejo
No ser la mentira de siempre
Que agrada a la gente y olvida quererse primero.

Me miento.
Me cuesta la vida reconocerlo, pero es lo que hay
Y me miento.
Y digo "No importa", y digo "Perfecto"
Sin titubeos, sonriendo.
Porque en mentirme soy bueno
Tanto que a veces incluso he llegado a engañarme
Y a tomar por ciertos los cuentos que invento.
Mis miedos.
Mi estúpida idea de intentar que me veas como alguien serio y con criterio.
Mis "no pasa nada" "claro que puedo" y toda esa ristra de intentos.
De no molestarte, de verme sereno
De ser como creo que quieres que sea porque no me veo suficiente.

Y hoy me atrevo a decirte que si haces lo mismo que cuentas
Decidas mirarte al espejo y querer su reflejo,
Brindarte respeto.
No ser la mentira de siempre
Que agrada a la gente y olvida quererse primero.

Solo soy esto.
Alguien que intenta hacer lo correcto
Contigo más que conmigo, 
Porque a mi gente la pongo primero.
Me tiro la vida fingiendo que no me importa lo que diga el resto.
Pero me importa, por supuesto.
Yo quiero gustarte y me esfuerzo, 
E intento que tu me veas listo, que me veas guapo
Que me veas fuerte y recto
Y al mismo tiempo voy por la vida haciendo como que no es cierto
Que soy lo que muestro
Que todo está bien ahí dentro
Que los golpes ni los siento
Que no me afectan tus gestos
No es cierto
Me afectan, y creo que es peor, lo prefiero
No quiero vivir en un mundo en el que no me importe gustar a quien quiero
Y si he de mentirme, me miento
Y si he de esforzarme, me esfuerzo
Lo único que me da miedo es el cuánto
Ha de haber un punto medio
Uno en el que ambos ganemos
Donde tu cedes, yo cedo
Pero no porque perdemos
Porque tenemos que hacerlo
Es un modo generoso de mostrar que nos queremos
Pero dentro de los salmos, amiga..

Hoy me atrevo a decirte lo mucho que yo he hecho lo mismo
Pero ahora ya puedo mirarme al espejo contigo,
Ganando en equipo
No pierdo por mucho que ceda
Mi fiel compañera, 
Quisiera que sientas lo mismo.

lunes, 9 de octubre de 2023

¿Qué te hace feliz?

El sábado tuve una conversación con mi madre que me hizo mucho daño. Pero mucho.

Ella no suele estar de acuerdo con mis decisiones, con el rumbo que decido tomar en mi vida, y a veces es complicado hablar con ella porque no es consciente de que sus palabras hacen sangre. Le dije que las decisiones que he tomado en estos meses me hacen feliz, que ahora mismo estoy tranquila, bien. 

Pero ella me dijo que no se lo creía, que no me veía bien de verdad, que no era una felicidad real, que en cualquier momento me daría el bajón, que todo lo que he hecho ha sido por aburrimiento y falta de atención, y que no estoy tan bien como creo. 

Me hizo dudar muchísimo. ¿Y si tiene razón? ¿Y si mi felicidad no es real? ¿Y si esta paz y alivio que siento son solo espejismos?

Acudí a esos que me aman, que me conocen, que han estado conmigo desde el principio en este camino que tanto me está costando. María, mi hermana, Rocío, Germán... cada uno a su manera, me dijeron todos lo mismo. Que mi madre se equivoca. Rocío añadió que, en caso de que tenga razón, ¿qué mas da?, que disfrutase del momento actual y ya más adelante iré afrontando lo que venga. Me pareció buena idea.

María, esa persona que me conoce más que yo misma, que es la más sabia de todas las personas que me rodean y que tanto me lleva ayudando desde que nos conocemos, lleva todo este tiempo diciéndome algo que intento recordar: debo tomar decisiones en base a lo que siento ahora, en lo que está ocurriendo ahora. No pensando en lo que me gustaría que fuera, o en lo que creo que va a pasar o venir más adelante, sino en el aquí y ahora. Me recordó que no debo tomar decisiones en base al miedo, al arrepentimiento o al conformismo, si no en base a la ilusión, la curiosidad, la pasión y la alegría. Me dijo que me merezco tomar mis propias decisiones libremente, y equivocarme, acertar y cambiar el camino todas las veces que quiera. Que no podemos sentirnos de manera distinta si siempre hacemos lo mismo. 

Mi hermana me recordó que cuando eres realmente feliz en tu zona de confort no necesitas salir de ella, y que si decidí hacerlo fue por una razón. Que mi felicidad es lo que importa. Germán me dijo "Irene, ahora estás muchísimo mejor que hace dos meses". Al final se trata de eso, de sentir que lucho por vivir tranquila, por estar feliz cuando puedo, por buscar mi propia paz.

Las dudas siguen envolviéndome cada día, y el miedo a haberme equivocado y acabar arrepintiéndome. Pero tengo que centrarme en lo que me da paz, en lo que me alivia el corazón y me provoca alegría, felicidad.

Por eso he decidido escribir esta entrada, para recordarme lo que me hace feliz, o lo que me acerca a estar feliz, a esa paz que tanto necesito. 

Y esta es mi lista actualmente, de la manera más objetiva posible, analizando mi día a día y el cómo me siento:

  • Me dan paz los abrazos de mi hijo, me hace sentirme bien hablar con él, ver quién es, lo que piensa, cómo se comporta. Me hace sentirme útil cuando me necesita y puedo ayudarle, cuando me pregunta cosas y yo se las explico. Mi hijo me da seguridad y me hace sentirme buena madre, me invade el amor cuando le tengo cerca.
  • Me hace feliz, me divierte y me inunda de alegría hablar y ver a Danil. En serio, es un chute de vitamina solar, me calma el alma cada día y me ilumina la vida.
  • Me da paz hacer puzles, colorear en la tablet, ver médico de familia, leer, escribir y jugar a los sims. Mis hobbies me hacen desconectar, respirar, reiniciarme.
  • Me da una felicidad inmensa estar con Fran, me siento tranquila y feliz cuando estamos juntos, haciendo cualquier plan, ya sea solos o en grupo, y me hace ilusión cuando sé que vamos a vernos, se me expande la alegría por el cuerpo.
  • Me hace increíblemente feliz salir con mis amigos, tanto con el grupo de siempre como con los que he conocido este verano. Me río muchísimo, me siento aceptada y querida, siento que nunca voy a estar sola, que me acompañan pase lo que pase. Me dan paz.
  • Amo hablar con Germán, me provoca todos los sentimientos positivos que podáis imaginar, me devuelve a la vida, me devuelve las ganas, me recuerda todo lo que valgo. Si alguien me da fuerzas, ese es él. Me siento admirada, querida... y todo es mutuo, es la relación más horizontal que tengo y de las que más seguridad y confianza me dan. Le quiero a rabiar, me provoca todo lo bueno del universo.
  • María me da toda la paz que mi vida diaria me quita, me sana el corazón y me alivia las heridas, me recuerda que merezco ser feliz y estar bien, me hace pensar que soy fuerte, pero que tampoco pasa nada si alguna vez no lo soy y no puedo con todo. 
  • Rocío y Joshua me dan ese colchón de seguridad que todos necesitamos cuando nos tiramos a la piscina, cuando vamos a lo loco por la vida y no atendemos a las consecuencias. Están ahí pase lo que pase, son mi seguridad y tranquilidad, son mi familia.
  • Mi sobrino Álvaro me provoca toda la felicidad del mundo, esos "titaaaaa" que me hacen sentir tan querida, tan necesaria, las sonrisas cuando me mira, los abrazos, el amor que emana por cada poro.
  • La playa me da paz. Viajar me hace feliz, me ilusiona y me da vida. Pero la playa sobre todo. Solo pisar la arena me renueva de energías, irme a la orilla y sentir el mar, entrar al agua, salir, el sol... el cuerpo que me deja cuando llego a casa, la sensación de paz que me dura días, las ganas de siempre volver.
  • El sushi me hace feliz, cuando estoy triste pero puedo comer sushi, gran parte de la tristeza se me acaba pasando. Quizá suene a tontería, pero es la verdad. Ojalá tener sushi a mano cada vez que me invade la tristeza.
Si tuviera que decir, a modo rápido, qué necesito actualmente para estar tranquila, tendría muy clara la respuesta. Diría que a mi gente, a todos los que ya he mencionado, a mi hermana, mis sobrinos, mi hijo, mis animales. Diría sushi, playa, puzles, la tablet y Netflix. Diría hacer planes, maquillarme, salir, bailar, jugar a juegos de mesa, cantar en un karaoke, viajar, ir a la playa.
Todo eso ya lo tengo, está en mi día a día y cada semana pienso (a veces con ayuda) nuevas formas de ir haciendo todo lo que me da paz, alegría, felicidad e ilusión. Todo lo que me apasiona, con la gente que actualmente me da energía.

Hace tres meses habría respondido de una manera distinta, habría incluido también otras cosas y otras personas, y estoy segura de que dentro de tres meses la lista volvería a cambiar, y así continuamente. Pero es que así funciona, ¿no?, no puede hacerte feliz siempre lo mismo, el camino nunca es lineal, tiene mil curvas y bifurcaciones, hay mil destinos y muchas metas. Por eso son necesarios los cambios. Vivir sin miedo.

Mi hermana me dice muchas veces que quiere que aprenda a ser feliz sola, sin depender de los demás. Pero creo que no es consciente de que somos seres sociales, y que eso es imposible. Siempre van a afectarme las personas que me rodean, y creo que no es algo que haya que evitar, si no simplemente ser consciente de ello, y rodearte solo de aquellas que te aportan energía, positividad, y también dosis de realidad. Sé que siento demasiado, sé que mi intensidad emocional es complicada de llevar y gestionar, pero también sé que las personas que merecen la pena se quedarán conmigo pese a ello, y que no es necesario que aprenda a estar sola, porque nunca voy a estarlo.

No voy a decir que soy plenamente feliz, creo que eso es imposible e intentarlo una pérdida de tiempo. Hay muchas cosas que actualmente también me generan una profunda tristeza, pero necesito centrarme en las otras para poder sobrevivir, para enfrentar mi día a día.
Y eso no significa que mi felicidad no sea real.
Significa que lo estoy intentando, que no me rindo.

Y pienso seguir así.




martes, 3 de octubre de 2023

Sobrevivir a los recuerdos

Ha llegado otro 3 de octubre. 
Esta vez ya hace 15 años desde aquel primer concierto, con esas casi doscientas personas que vinieron a vernos dar nuestro debut, a acompañarnos en nuestro gran día.

15 años desde aquel fin de semana repleto de felicidad, de cosas nuevas y sentimientos a flor de piel.

Mañana serán 15 años desde aquel primer beso.

Ha vuelto a llegar octubre, y con él todos los recuerdos, todo el dolor, los escalofríos, la tristeza.
Cómo odio octubre.

Este año es aún más complicado, la situación es diferente a estos años atrás, y a la vez muy parecida a la del octubre de hace 9 años. Vivo con miedo a que termine repitiéndose el infierno y los meses que siguieron a aquel 4 de octubre de 2014.
El día que comenzó la guerra. 
A veces siento que es una guerra que nunca va a terminar del todo, que los fantasmas siempre van a estar ahí.

Me invade la pena al pensar en cómo unos recuerdos horribles terminaron sepultando a los buenos, me invade la pena al recordar cómo eran de importantes para mí las fechas y lugares, y cómo pisaron de forma tan brutal todo lo que era valioso. 
Sigo sin comprender por qué ese día. Por qué justo ese día.
Sigo sin comprender por qué años después fue en aquel lugar. Justo aquel lugar.

Siempre he pensado que al final el dolor acabaría pasando, que mi cuerpo y mi corazón se acostumbrarían, y que la nueva vida sería mucho más importante y maravillosa y por tanto eclipsaría aquel octubre.

Pero al final el dolor nunca se va. Y quizá esa sea una de las razones por las que el final era inevitable, porque yo he perdonado, pero mi corazón no olvida.

Que horrible tener que vivir otra vez octubre.
Necesito que termine el día de hoy, necesito que pase el día de mañana, y necesito que sea ya día 9 o 10 y que toda la semana de recuerdos nefastos se haya marchado.

No sé qué voy a hacer estos días para continuar en pie, pero una vez más debo aguantar, mantenerme fuerte, y recordar que pude seguir adelante pese a todo el daño, pese a todos los golpes.

Ella jamás volverá a mi vida. Él ya no es el mismo.
Sigo cumpliendo mis metas.

Y voy a sobrevivir a octubre.

domingo, 24 de septiembre de 2023

Caminar

He vuelto a leer. 
Qué detalle más tonto, ¿verdad? Pero lo echaba de menos.

Quién me conoce sabe los dos años tan oscuros que he pasado. Desde aquel abril de 2021 en el que mi mundo estalló y llegué al límite, en el que casi acaba todo. 
Han sido dos años muy duros, difíciles. Extraños, oscuros. La vida se ha mantenido en una niebla que a veces parecía disiparse, pero que al final siempre volvía. 

La niebla se ha ido. Ya no la noto cerca siquiera, sé que se ha marchado.
Pero aún no hay sol tampoco, todavía están las nubes alrededor, recordando que queda mucho camino por andar. 

Germán no para de repetirme que mi felicidad o tranquilidad no debe depender de los demás, ni de quien me rodeo, si no de mi misma. Él cree que no soy consciente, pero lo soy, claro que sé que mi tranquilidad depende de mi, que debe depender de mi.

A veces no es fácil. Cuando las personas que te rodean te dificultan el camino, o cuando te lo facilitan... al final influyen en tu estado, y es difícil evitar que eso también te influya a ti.
Desarrollamos nuestras relaciones en función de lo que nos aportan y sentimos a su lado, es inevitable. Eso no quiere decir que nuestro bienestar dependa de esas relaciones, pero sí que cuentan, si que se notan.

Hay que encontrar el equilibrio. Hay que saber hasta dónde llegas tu y hasta donde llegan las personas de tu alrededor. Hay que saber dividir tu vida, repartir el amor que sientes y aprender hacia donde dirigirlo.

Siempre me ocurre lo mismo. Amo en exceso. Me doy en exceso. A veces sale bien, y otras no. Pero en general siempre se me devuelve ese amor, y la gente que me rodea termina amándome tanto como yo a ellas. Creo que soy afortunada por ello, pero aún así a veces es complicado conseguir el equilibrio, o sentir que lo consigues.

Esta semana también me han dicho que es fácil engancharse a mi, y casi en la misma conversación me dijeron que tenía que aprender a buscar personas que encajasen conmigo, que me facilitaran la vida, que ahora que somos adultos necesito ser consciente de lo que quiero y de lo que necesito, y si alguien no encaja en eso, por mucho que le quiera... debo dejarle ir.

Yo lo único que quiero y necesito es estar tranquila. Disfrutar de mis relaciones, de mis hobbies, de mi soledad, de mi familia, de mis animales. Estar en paz conmigo misma. Sentirme libre para ser feliz.

Por eso a partir de hoy aprovecharé cada minuto de libertad en mí misma, en buscar lo que me da paz, en redirigir mis pensamientos y sentimientos hacia las cosas que me hagan estar bien, en no sufrir.
En ser feliz con quien me rodea, con quien quiera estar conmigo y caminar a mi lado.

Necesito descansar de la vida que he llevado estos dos años (y todos los anteriores), de tanto sufrimiento y pensamientos oscuros, necesito seguir recuperando las ganas de vivir y avanzar.

Y pienso hacerlo con fuerza... y con mucho amor hacia mí misma.



Siempre acompañada de mi Laura

martes, 19 de septiembre de 2023

Esas mariposas

Acabo de descubrir esta entrada en la pestaña "Borradores" del blog.
Pone que fue creada el 27 de mayo de 2021.
No recuerdo por qué la dejé en borradores, me da la sensación de que fue porque no llegué a terminar de escribirla, pero la he leído y creo que se merece que la publique, aunque sea ahora, aunque sea sin un final concreto. 

No he tocado ni editado absolutamente nada.

Al fin y al cabo, por algo la escribiría la Irene de hace dos años y medio 🤷🏻‍♀️

_____________________________________

Qué bonito cuando te enamoras, ¿verdad?
Esas mariposas, esas ganas de hablar 24 horas, de tocaros, de estar cerca, de no separarse nunca.
Esa sensación es indescriptible. 

Pero, ¿qué ocurre cuando pasa el tiempo? ¿Es posible mantener esas sensaciones, ese hormigueo?
Hay quien dice que no, que del amor se pasa al cariño, a la rutina deseada. Dicen que el enamoramiento es químico y que se termina pasando, aunque queden otro tipo de sentimientos. 
Quizá por eso es tan fácil ser infiel, porque te emocionas cuando vuelves a sentir ese algo especial por alguien. Esas ganas de hablar, de verle, de tocarle.

¿Y qué pasa con las personas que nos dejamos por el camino?
Esos amigos y amigas con las que antes hablabas todo el tiempo, que siempre estaban en tu mente, que pertenecían irremediablemente a tu vida. 
Ya no son tan importantes. Esas personas no te hacen sentir las mariposas, así que sin darte cuenta te terminas centrando solo en quien las provoca.

¿Verdad que os ha pasado? O le ha pasado a alguien cercano. 

Es un tema que tiende a ser difícil. ¿Cuándo dejamos de estar enamorados? ¿Es posible volver a enamorarse de la misma persona varias veces?

Pero, sobre todo, cuando echas de menos las mariposas, cuando sientes que han desaparecido las ganas de estar juntos... ¿entonces qué haces?


miércoles, 13 de septiembre de 2023

Huelo a ti

Huelo a ti, y aún no estás.
El recuerdo de lo que no queda nos está envolviendo.
Huelo a ti, pero quizá son mis ganas de tenerte cerca.
La esperanza de un mañana que no llega.
Huelo a ti, y mi corazón no sabe lo que necesita.
Si un día más a tu lado o una vida entera lejos.
Huelo a ti, pero ya no estás. 
Y siento que no podremos entendernos, que todo ha sido en vano.
Huelo a ti, y mi cuerpo te echa en falta.
Aún intento estabilizar mis ganas.

Huelo a ti, un día más, una vida menos.
Cada vez más lejos.
Cada vez más cerca.

Intentando recomponer los trozos de lo que queda.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Son las dos de la mañana

Son las dos de la mañana, y una vez más estoy en la cama, dándole vueltas a todo lo que hago, lo que digo y lo que pienso. 
Enumero el día, los días, las palabras, los gestos... y pienso en los porqués.

Me saltan las alarmas, me invaden los recuerdos, y no termino de entender qué pasa, qué está ocurriendo en mi cabeza y si estoy volviendo a caer en una espiral sin salida.
O con una salida demasiado dura.

Me hago mil preguntas y consigo muy pocas respuestas. De día soy feliz, y de pronto la noche me atrapa en su oscuridad infinita, dejándome a las puertas de lo que en su momento fue tristeza y ahora es agonía.

Qué difícil es mantener la máscara, qué difícil diferenciar lo que me hace bien de lo que me hace mal.
Qué difícil de analizar es todo lo que ocupa mi cerebro.

Pero soy libre. Y esa libertad me está dando las alas para recordar que puedo ser feliz, y yo elijo de qué manera.
No estoy sola, y esa certeza me da una tranquilidad infinita, me siento cuidada, protegida, rodeada de gente que me ama.
He necesitado mucho esfuerzo, mucho trabajo y muchas dudas para lograr esta paz.

Pero se tambalea a menudo. Y vuelvo a sentirme sola de noche. Y necesito unos brazos que me arropen y unos labios que me digan que todo irá bien, que me quiten los miedos a besos.

Son las dos de la mañana, y sigo en mi cama muerta de miedo, pensando en qué ocurrirá mañana, pasado, en cómo avanzarán los días y hasta cuándo durará esto.

Esta pena mezclada de alegría, esta paz teñida de tristeza.


"Se llama Irene, que es paz en griego..."

jueves, 17 de agosto de 2023

El precio de la felicidad

¿Cuánto cuesta la felicidad?
¿Os lo habéis preguntado?

En primero de bachillerato aprendí dando economía el concepto "coste de oportunidad", que viene a ser aquello que dejamos de hacer para realizar otras cosas, y ese concepto se me quedó clavado,  de tal manera que al final siempre le doy vueltas a qué obtengo y a qué estoy renunciando cuando tomo una decisión.
También es cierto que a veces se toman decisiones sin ser consciente de lo que estás eligiendo, quizá porque la situación no te permite pararte a pensar lo suficiente, quiza porque tu cabeza en ese momento esta demasiado quebrada.

El caso es que estas dos semanas están siendo totalmente diferentes, y me siento plena y feliz por ello, pero también tiene un precio. Veo menos a Dani, a José Manuel, a mis amigos de siempre, tengo que dar mas explicaciones, tengo mas "roces" con mi madre y, en general, siempre tengo la sombra de la sensación de que estoy haciendo algo mal.

Claro que en mí eso es muy común. 
Hoy un amigo me ha dicho "venga, cuéntame qué has hecho tú en la vida" y la primera respuesta que se me ha venido ha sido "cagarla".
Suena a risa, lo hemos tomado a risa, pero muchas veces pienso que eso es lo que me dedico a hacer de continuo, cagarla.

Luego me intento repetir un "estas buscando ser feliz, o, al menos, estar tranquila" y hago las cosas que me acercan a ese objetivo.

Pero al final todo tiene un precio, ¿verdad?.

Dan + Shay me están acompañando muchísimo estas semanas, van a sacar nuevo disco en breve y necesito empaparme de las canciones que tanto amo, a ver si así también saco las fuerzas para ponerme a hacer los trabajos que aún tengo pendientes para el máster...

Mañana toca otro día diferente, y también tiene un coste de oportunidad, un coste bastante alto en esta ocasión, porque renuncio a un plan con mis amigos de toda la vida para hacer otro distinto con otras personas, y me siento fatal por ello, pero intento ir a donde creo que estaré mejor, y por ahora esto es lo que necesito.
Quizá la semana que viene sea distinto.

Pero siempre habrá coste de oportunidad, siempre tiene precio la felicidad.




P.D. Estoy escuchando a Dan + Shay en alexa, acaba de ponerse a sonar "speechless" y definitivamente necesito que suene en mi boda.

lunes, 3 de julio de 2023

Por las veces

Quizá debería estar haciendo algo que fuera más útil que escribir en este blog. Quizá debería pensar en todo lo que aún tengo pendiente, lo que debo hacer. Pero, mientras hacía tareas, ha sonado una canción que me ha hecho pensar que a veces es necesario parar, respirar, reordenar ideas y entonces seguir. Así que he decidido hacerlo.

Por las veces que no me escuché
Por las veces que me hice de menos
Por las veces que no me cuidé

Me está costando enfrentar mi vida, mi día a día. Mis pérdidas, mis metas y lo lejos que las veo. A veces me cuesta mirarme al espejo. No soy capaz de encontrar palabras positivas que decirme. Y llevo unas gafas que me impiden ver lo bueno de mi alrededor, que solo resaltan lo malo. No sé cómo cambiarlas. Y hay días en los que irme a dormir es un suplicio imposible de soportar, donde la voz en mi cabeza no se calla, me recuerda todo lo que tengo por delante, lo que me falta. Me repite una y otra vez "no vales" "no tienes nada, nunca lo tendrás".

Por las veces que no me atreví
Por las tardes que no tuve fuerzas
Por todos los gritos que pegué
Por lo mal que me traté, por lo mal que me hablé a veces

Pero, entonces, llega alguna otra voz, algún mensaje al móvil, alguna caricia.
Me llega el beso de Dani, su voz diciendo un te quiero. Suena un mensaje de Germán proponiendo algo chulo, o diciéndome lo genial que soy. Joshua me escribe para contarme algo que le ha hecho pensar en mi y en lo especial que soy. Rocío me envía algún video o canción que le ha recordado a mi y a nuestra relación, me repite que soy su hermana. María me escribe para preguntar cómo estoy, y me dice que me quiere mucho, que soy importante. Alec me manda videos o fotos de sus gatos, o me recuerda que nos quedan solo días para ver a Laura Pausini en directo. Mercedes me comenta en una publicación importante que una de las cosas por las que me quiere es por lo valiente que soy.

Puedes
Te juro que puedes
Encontraste fuerzas donde no quedaba nada
Puedes
Te juro que puedes

El grupo de mis amigos suena con algún plan genial para el fin de semana. Paula nos invita a su casa a cenar para estar juntos, Ale se ofrece a hacer empanadas y lagrimitas, Almu propone opciones, nos hace sonreír y nos motiva a salir. Planeamos un viaje a la playa juntos.
Algo ocurre en el trabajo y mi jefa me dice que soy una crack, que confía plenamente en mi.
Aparece mi hermana diciendo que me ama, que soy su mayor apoyo y no sabe qué haría sin mi. Mi madre ve que no me apetece comer y me insiste mil y una vez proponiendo hacerme distintas comidas que sabe que me gustan, hasta que me convence con alguna, y de camino me da un abrazo.
Yoel me mira y empieza a sonreír y reírse. Álvaro me ve y corre hacia mi para abrazarme al grito de "¡¡titaaaa!!"

¿Sabes? te han pasado tantas cosas hasta que has llegado aquí...
Yo sé que no ha sido fácil, pero ahora eres feliz
Saca pecho y mira al frente, sé que estás en plena curva
Te prometo que el camino al final se allana

Llego a casa y José Manuel me abraza, comienza a contarme su día, me explica cien cosas nuevas que se le han venido a la mente, nuevos inventos, nuevos juegos o historias. Me cuenta sus preocupaciones, me pide pasar tiempo conmigo, quiere jugar a algún juego de mesa, o simplemente tumbarse en mi cama mientras yo estoy en el ordenador. Reclama, simplemente, estar a mi lado. Quiere estar conmigo, hablar, jugar... Me demuestra que me quiere, me da un millón de besos y abrazos. Me hace sonreír, y a veces (muchas) me desespera.

Y aunque ahora te parezca casi un imposible
Aquí siempre sale el sol y lo encontraste sola
Y es que estás solo a un peldaño de borrar la herida
Te prometo que tu sueño está hecho a tu medida

Seguirán los días en los que me cueste levantarme de la cama, en los que sea difícil seguir y avanzar. Esos en los que al despertar piense en todo lo que me espera ese día y sienta una losa enorme en el pecho. Me volverá a pasar el mirarme al espejo y odiar mi reflejo. Y es muy posible que mañana siga pensando que jamás conseguiré independizarme, que nunca avanzaré en mi vida ni seré libre.

Por todas las veces que dudé
Por las tardes que he perdido el tiempo
Por las veces que no me gusté
Por las veces que escuché más al resto que a mi cuerpo

Quizá aún me falten muchos años de terapia por delante para poder curar las heridas que llevan sangrando media vida. Y es probable que tarde mucho en conseguir establecer rutinas en mi vida, organizarla, darle prioridad a lo importante y dejar de llorar por las esquinas.
Lo más seguro es que aún me quede mucho más tiempo del que me gustaría para poder quedarme embarazada de nuevo.
Pero ya queda menos para empezar a borrar las voces que durante media vida me dijeron que debía cambiar mi forma de ser, que intentaron convencerme de que soy mala persona. Que me hicieron culpable de cosas que no son mi responsabilidad.

Por las veces que fallé y no me pude reponer
Por las veces que el disparo atravesó el alma
También por las veces que me ahogué

Y, sobre todo, cada vez me queda menos para ser feliz. Porque ya soy feliz. Porque tengo una vida casi plena, en la que solo me quedan algunos pocos pasos para llegar al máximo de felicidad.
Tengo formación en el ámbito que amo, tengo gente maravillosa, tengo mi sitio. Mi familia. Tengo a mis perras y mis gatas, que me persiguen por toda la casa y hacen una fiesta al verme, que no se separan de mis pies. Tengo a una tortuga por la que he luchado para que creciese sana y cuidada, y que ya pesa casi 800 gramos y mide 20 centímetros.
Me tengo a mí misma. Y soy fuerte, soy resiliente, soy buena y soy capaz. Soy importante.

Puedes
Te juro que puedes
Encontraste fuerzas donde no quedaba nada
Puedes
Te juro que puedes

Nunca he estado, estoy ni estaré sola.





jueves, 6 de abril de 2023

Ausencias elegidas

Pasas toda una vida acostumbrada a una ausencia, y aún así esa ausencia nunca deja de doler, nunca sana.
De la nada he visto fotos tuyas, antiguas, y luego más recientes.. y he tenido la sensación de que eras alguien lejano a mi, como si viera tu cara desde fuera, como si nunca hubiera convivido con ella cada día. Y ha sido como una flecha directa al alma que me ha hecho preguntarme en qué momento te convertiste en un extraño, y sobre todo.. por qué lo hiciste.

Cien mil excusas, cien mil motivos, cien mil responsables y culpas... pero soy madre, soy tía, y absolutamente nada en el mundo podría alejarme de esos niños que son mi vida, mi sangre y mi fuente de alegría y esperanza.

31 años, mi hermana 39, y aún pensamos en nuestra infancia, en qué nos afectó, qué tuvimos y qué nos faltó. Y miramos a nuestros hijos y pensamos... ¿cómo pudieron hacernos todo aquello?
Miro a Dani, y con todos sus fallos, su historia, su vida... con todo eso y más, no tengo ninguna duda de que jamás abandonaría a su hijo, ese con el se pasa la vida peleando. Sé que tampoco lo haría mi cuñado.

Pienso en ti muchísimo más de lo que me gustaría o mereces, pienso en ti casi cada día, y cada vez que te pienso me duele tu ausencia. Aunque la eligieras tu, aunque yo sepa que es lo mejor, y que tu presencia suele causar más daño que bien.

Pero la niña que hay en mí echa de menos las horas y horas de biblioteca, los paseos al parque en bici, dormir sobre tu barriga y disfrutar de tus comidas. La niña a la que dejaste siempre te perdona, y tiene que venir la adulta a recordarle que se puede perdonar, pero no olvidar. La niña a la que responsabilizaste de tus problemas tiene que hablar a menudo con la adulta a la que ahora responsabilizas de tu alejamiento y abandono, para preguntarle por qué, para preguntarle qué soluciones hay.
Pero la adulta tiene que responderle que no existe una respuesta lógica a ese porqué, y que ya no hay solución porque no está en nuestra mano.


Veo a mi hijo llorar y entristecerse por el abuelo presente al que perdió, el que jugaba con él, le cuidaba y quería, y que se fue sin querer hacerlo. Y automáticamente después siempre piensa en el abuelo que sí tiene aún, pero que no se preocupa por él ni le demuestra cariño alguno. Veo su infinita tristeza y se me rompe el alma por lo injusto que me parece.

Me recuerdo a mi misma de pequeña, echando siempre de menos a un abuelo que eligió no estar ni quererme, que eligió no saber ni mi nombre. Él no se merecía que le quisiera, pero los niños siempre queremos a la gente sin lógica ni razón, y a día de hoy aún tengo en mi cuarto la foto de ese abuelo que jamás se preocupó por mi.

Te echo de menos y me enfado conmigo misma cada vez que lo pienso, cada vez que me descubro pensando que ojalá poder contarte algo que me ha pasado, o preguntarte cómo estás, qué es de ti. Cada vez que hablo con mi hijo y veo tus rasgos en él, y le doy vueltas a cuantísimo disfrutaríais hablando de historia o cultura. Cuánto podrías haberle enseñado si aún quedara algo en ti del hombre que me contaba cuentos inventados por él, basados en la historia real de diferentes culturas, que me fascinaban. 


Mi hermana y yo ni hemos tenido ni estamos teniendo una vida fácil, ambas hemos sufrido cosas en nuestra historia semejantes a las que te han pasado a ti, y ambas nos parecemos muchísimo a ti en demasiadas cosas. 
Lo que nos diferencia en absoluto de ti es el amor. 
El amor profundo que sentimos la una por la otra y por los que nos rodean, ese amor que antepone sus necesidades a las nuestras, que nos hace volcarnos y buscar siempre lo mejor para aquellos a los que amamos. 
Y también nos diferencia de ti las ganas de luchar, porque jamás nos faltan ganas de luchar. Acudimos a terapia, nos apoyamos, buscamos recursos cuando estamos al borde del precipicio y nunca, jamás, nos rendimos. 
Tu te rendiste. Y decidiste culpar a los demás de tu falta de valor.
Nosotras somos conscientes de nuestros errores, de las cosas que han sido culpa nuestra y las que no, y todos los días intentamos mejorar. Vemos en nuestros hijos aquello que nosotras mismas fuimos, y juntas hacemos lo imposible para que sean felices. Y también para ser felices nosotras.
Nosotras también somos importantes.

No llegamos a conocer a tu madre, nuestra abuela, pero creo sinceramente que está orgullosa de nosotras. Igual que lo están nuestros abuelos maternos, igual que lo está nuestra madre y la familia y amigos que nos rodean. Igual que lo estamos nosotras mismas, aunque a veces lo olvidemos.

Puede que hoy me toque pasar un día repleto de llanto desconsolado, de recuerdos y de añoranza. Puede que hoy te quiera más que otro día y olvide un poco las cosas en las que me has fallado. Pero soy tremendamente fuerte, y tengo tanto amor a mi alrededor que al final nadie me dejará sufrir demasiado tiempo por tu ausencia. Incluida yo misma. 

Mañana seguiré queriéndote, pero tu ausencia cada vez dolerá menos.


martes, 21 de marzo de 2023

Un día más, una noche menos

Son la 1:44h. Un día más, una noche menos.
Vuelvo a estar en una cama que no es la mía, intentando enfrentarme una vez más a todo lo que me espera mañana, a las cosas que tengo que hacer y no quiero, a las que me gustaría hacer y no podré.

Pienso en esas noches en las que duermo con Dani, y cómo a los dos minutos ya se ha quedado profundamente dormido... la envidia que me da. Mientras escucho su respiración mi cabeza no para de dar vueltas, a todo lo que ha pasado en el día, a todo lo que no se ha hecho, todo lo que queda por hacer, todas las preocupaciones, incertidumbres, agobios...
A veces medio le he despertado para soltar todo lo que había en mi cabeza, y, tras hacerlo, yo misma he pensado cómo es posible que un solo cuerpo aguante tanto.
Sé que no soy única en el mundo, eso es totalmente obvio. Sé que hay gente que se enfrenta a cosas peores que yo.

Pero este es mi blog, mi mundo, mi cabeza.

Y ahora estoy aquí, con la vibración del ronroneo de la hija de mi gata en mi brazo, que se ha puesto a arañarme y maullar hasta que la he dejado meterse bajo las sábanas y apoyarse ahí. En la cama de mi madre, sabiendo que cuando se dé cuenta de que me he venido a dormir aquí y encima he dejado que los animales entren y duerman conmigo, posiblemente se enfade. 
Intentando afrontar el hecho de que mañana sonará la alarma, tendré que levantarme, vestirme y salir al mundo.

Al menos esta noche no me siento sola. 
Mis animales me aman, me cuidan, me protegen.

Un día más.
Un reto más.

lunes, 20 de marzo de 2023

Todo lo que he superado

Son la 1:35, acabo de tumbarme en la cama y estoy pensando en lo que me toca hacer mañana.
Tengo que levantarme, elegir qué ropa ponerme, preparar el bolso o mochila para el trabajo, despertar a mi hijo, hacer el desayuno, vestirnos, peinarnos, llevarlo al colegio, ir a trabajar de 9 a 14, comer, ir a clase de 16 a 20, llegar a casa, que mi hijo se duche, pensar algo de cena, irnos a dormir.
Al día siguiente vuelta a empezar.

Estoy bloqueada, y siento que no puedo más. Levantarme un día cualquiera y moverme es como intentar mover una montaña, y la sensación que tengo es puro agotamiento, sentimientos horribles sobre mí misma y pensamientos muy oscuros.

Pero necesito mirar otro prisma, necesito pensar en porqué lo hago, en porqué es así mi día a día, y en todo lo que he superado para llegar aquí. 

Es así porque quiero seguir consiguiendo sueños, quiero terminar el máster, tener un trabajo estable, doctorarme algún día. Seguir aprendiendo, sobre todo seguir aprendiendo. Estoy así porque amo a mi hijo y quiero que sea feliz, y todo lo que haga para conseguirlo me parecerá siempre poco.

Todo lo que he superado empieza desde que empiezan mis recuerdos. Empieza en mis primeros años de vida en hospitales por mi salud, continúa con mi primo yéndose a Mallorca, sigue con mis padres peleando, con el acoso escolar del colegio, con una ceguera sobrevenida, con un padre que me abandona, con amigos que se vuelven en mi contra, con un embarazo a los 20 años, con una ruptura, con un corazón roto, con la sensación de fracaso, con el título de bachillerato, con una carrera en la universidad, con una depresión casi crónica.

Todo lo que he superado, todo lo que he aprendido, todo lo que he aguantado. Todo empieza y termina donde lo hago yo.

Y quizá sea hora de hablar de ello, de recordar, de cuidarme, de felicitarme. Quizá sea hora de decirme que pude, que fui fuerte, que seguí adelante.

Quizá necesite escribir cada día el porqué de mis metas, de mis debilidades y de mis fortalezas.

Tengo que recordar todo lo que he superado.
Todo lo que he ganado.

Y mañana será otro día.