Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

sábado, 20 de julio de 2019

Dolores de cabeza

Llevo dos días con un dolor de cabeza continuo. No se va, es perenne. A veces es más fuerte y otras más leve, pero siempre es constante, y me está amargando la existencia.
También estoy constantemente triste y apagada, sin saber porqué. Sé algunas razones, pero no son suficientes para la desazón que siento. No tengo ganas de hacer nada, de moverme, de pensar. 
Ojalá poder pasar el día a base de dormir y leer. Llevo 4 libros en 5 días, y me sabe a poco. Esta tarde iba a empezar el quinto y no he podido por el dolor de cabeza excesivo.

Me estoy quedando dormida mientras escribo, y solo deseo que esto pase pronto, porque creo que no puedo sobrellevar los sentimientos que me están llenando.

miércoles, 10 de julio de 2019

Mimi

Hace 18 años y medio mis abuelos me hicieron el mejor regalo que nadie me ha hecho en la vida. 
Fue en marzo de 2001, yo tenía 9 años, y en un mercadillo un señor me puso de golpe un gato en las manos y me dijo que me lo llevara. Yo insistí diciendo que no, porque mi madre no me dejaba, pero mis abuelos aparecieron y me dijeron que me lo llevara, que ellos se ocuparian de mi madre. El señor me dijo que era una gata y tenía 25 días, había nacido el 14 de febrero. Me la llevé super feliz y mi abuelo me preguntó "¿Cómo se le vas a poner?" y yo automáticamente dije "Mimi", porque ese nombre llevaba semanas rondando mi cabeza como un buen nombre para una mascota. Era el diminutivo de Miriam por el que llamaban a una compañera de clase.
Mi madre le montó un pollo tremendo a mis abuelos cuando llegamos y dijo "bueno, pero se queda solo hasta que se haga grande, después os la lleváis al campo" 

El viernes, tras los mejores 18 años de mi vida, se la llevaron con ellos, allá donde quiera que estén. 

Hace once años también se fue mi Babel, la perra que teníamos cuando Mimi llegó a casa, y que la adoptó como si fuera su hija. Mi gata lo pasó tremendamente mal cuando ella murió, y ahora me la imagino super feliz de nuevo con ella, con mis abuelos, con Onara y Micu, jugando con botes de lacasitos.

Han pasado 5 días y sigo sin saber como procesarlo, como aceptarlo, como seguir adelante sin ella. Siento su ausencia en cada rincón de la casa, y cada vez que entro y no la veo en el sofá el mundo se me viene encima. Por más que la busco no está en ningún sitio, y yo tengo que aprender a vivir con ello.
Estaba muy malita, y cuando dejó de comer y beber el veterinario nos dijo que lo mejor para ella era dormirla, y se durmió en mis brazos mientras la abrazaba fuerte, porque no quería que se fuera, porque pese a saber que el día tendría que llegar en algún momento, aun no estaba lista. Sigo sin estar lista. 
No he sido capaz de contárselo a nadie, de hablarlo con nadie. No soy capaz de pararme y explicar las razones su marcha, ni de decir cómo me siento. Porque todo eso lo hace real, hace que no pueda evadirme y pensar que no ha pasado, y que si bajo estará metida en el escurridor de platos o maullando para pedir comida.
Me duele el alma cada día, cuando me despierto y me doy cuenta de que su pérdida es real, no he dejado de tener pesadillas desde el viernes, y aunque intento continuamente hacer mi vida normal, y ser feliz, y disfrutar de cosas como aprobarlas todas, que mi hermana haya terminado la carrera, que todo vaya bien en general... por dentro siento que no podré volver a ser feliz, aunque sepa que seguramente sea una exageración.

No recuerdo lo que es vivir sin ella, no sé cómo se hace, no sé quien va a dormir conmigo en los inviernos, quién va a venir a consolarme cuando llore o esté triste, quién va a meter la pata por medio cada vez que esté comiendo. 
Lo único que pido es que de verdad exista el cielo, o una vida más allá, que me asegure que voy a volver a verla y estar con ella algún día, que ese abrazo no es el último que voy a darle, que va a volver a dejarme cicatrices y arañazos por todos lados.

Gracias por ser mi mejor amiga, gracias por acompañarme, por no dejarme nunca sola, por haberme ayudado a crecer, gracias por tus 18 años y medio de vida, por haber aguantado aún dos años desde que te diagnosticaron la enfermedad, gracias por ser el mayor apoyo que he tenido, y por mejorarlo todo solo con tu presencia. Espero haber sido para ti al menos la mitad de lo que has sido para mi, y nunca, jamás, podré olvidarte ni sustituirte, porque eres lo mejor que he tenido en toda mi vida, y nada ni nadie podrá igualarte.
Me quedo con tu huella tatuada en mi piel.

Te amo, aquí y en todas las vidas posibles. 



martes, 2 de julio de 2019

Estrellas Fugaces

¿Cómo desaparecen las personas de tu vida? Esas personas tan importantes, con las que tanto hablabas, que tanto sabían de ti... ¿cómo pasan a ser casi desconocidos?

Cuando hay una pelea, una discusión, un problema... es fácil de entender, es verdad que no siempre, pero al menos puedes encontrarle cierta lógica. ¿Pero y esas personas que simplemente desaparecen? Que cambian la conversación semanal por el silencio, que dejan un vacío que no se puede llenar porque ni siquiera sabes cómo se ha formado.

¿Y tu qué dices corazón?
Que no se me acomode el amor pa cuando estalle.
¿Y tu qué dices corazón?
Que me tiendas al sol en plena calle.
¿Y tu qué dices corazón?
Que el tiempo es la fragua que aprieta mis alambres.
¿Y tu qué dices corazón?
Que te calles, que te calles, que te calles.


Las echas de menos, sientes que te falta algo, pero no sabes cómo solucionarlo, no sabes cómo arreglar algo que no terminas de entender cómo se ha roto ni porqué. 
Y vuelves a sentirte responsable, el mundo se te viene encima y la presión en el pecho te ahoga. Otra vez. Como siempre. 
¿A cuántas personas tenemos que perder para dejar de aferrarnos a los que nos rodean?
Tenia que pasar, ¿no?. Tenia que romperme en algún momento, La situación acabaría por vencerme tarde o temprano, y, aunque he intentado evitarlo, al final es algo inevitable.

Claro que no puedo ver cómo todo se acaba
Te vas cuando todo llega y llego cuando tú te vas
Claro que depende todo de cómo miraba
Si el cielo tan solo es cielo, ¿por qué no puedo llegar?


Estoy tan cansada de todo que no se cómo me mantengo. Lo intento, y lo intento, y lo intento. Pero no sirve, al final nunca sirve. Al final queda lo de siempre, la frustración. 
Y las ganas de aislarme me superan. Las ganas de desaparecer, de no volver a hablar con absolutamente nadie. 

Puto Spotify, que parece que tiene el don de la oportunidad. 
Pero esta vez lo quito, no pienso hacerme mas daño si puedo evitarlo.

Normalmente cuando escribo termino con una decisión tomada, elijo qué camino seguir tras desenredar mis nudos. Pero esta vez no se qué decisión tomar, porque siento que ya lo intenté todo, que solo me queda aceptar la realidad. Y no quiero hacerlo, no quiero aceptar que he perdido de esta manera a tres de las personas mas importantes que ha habido en mi vida. Porque una parte de mi piensa que no las he perdido. Porque soy la imbécil que nunca pierde la esperanza.

Qué asco sentirse así. 


Acabo de pegarme como media hora llorando, y he acabado enviándole un mensaje kilométrico a Rocío por whatsapp. Aún tengo las gafas manchadas y los ojos encharcados. Y no sé si me arrepentiré, si podría haberlo hecho mejor, o diferente. Pero voy a terminarme el capítulo de Glee, quizá a leer un rato, y a dormir hasta que el cuerpo me lo pida.

Tengo examen el viernes y aún me queda mucho que estudiar.

Y sin embargo, se me dilatan las pupilas al verte, 
se me corta el aire si te tengo enfrente;
sólo pido que no tengas compasión, si aún me quieres.
Y mientras tanto me sobrevuelan las estrellas fugaces, 

y me suplican por favor que me decante, que ya no pueden desear por mi:
ni conmigo, ni sin ti.