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jueves, 27 de mayo de 2021
Las cosas que duelen
miércoles, 19 de mayo de 2021
Vivir en grises
Uno de los dolores más fuertes de las personas que nos estamos quedando ciegas es el sentir que tienes que dejar de hacer las cosas que te apasionan. Leer, hacer puzles, dibujar, escribir… son todas esas cosas que te entretienen, que te sirven para despejarte, para sentirte mejor, y que de pronto un día te das cuenta de que ya no tienes la capacidad para hacer. Por suerte, yo aún no he llegado hasta ese nivel, sin embargo, ya van 3 o 4 días en los que me duelen tanto los ojos y tengo tan mala vista que no puedo hacer ninguna de esas cosas. Tengo antojo de hacer un puzle desde hace días, pero no soy capaz porque los ojos me duelen demasiado. Tengo muchas ganas de leer, pero tampoco puedo. Y si estoy escribiendo esto ahora es gracias al modo “Dictar” que tiene Word, porque escribir, ahora mismo, tampoco puedo.
Creo que es muy difícil para las personas que no tienen este
tipo de problemas entender hasta qué punto la vista es un sentido tan
importante. Soy consciente de que se puede vivir siendo ciega, y conozco a
personas maravillosas con mucha menos visión que yo y que aun así están
logrando sus metas y sus sueños, pero eso no quita que cada día me levante
envuelta en pánico pensando en ese día en el que al despertarme ya no vea nada,
que todo sea gris y que ya no pueda hacer un puzle, o dibujar, o leer.
En realidad sé que tengo mucha suerte, que podría ser mucho
peor, pero aun así no deja de dolerme algo que aún no entiendo porqué tuvo que
pasarme a mí.
Que en este momento cosas tan simples como coger el móvil,
responder mensajes, jugar a juegos… me sean tan complicadas es solo un pequeño
avance de lo que sé que será mi futuro más tarde o más temprano, y aunque
trabajo cada día para que esa pérdida total de visión llegue lo más tarde
posible, hay días, como hoy, en los que me siento una completa inútil. En los
que no puedo avanzar en un curso que me encanta, ni cuidar a mi hijo o mi sobrino, en los que no puedo despejarme,
en los que no consigo hacer nada para sentirme mejor.
Ojalá tener una varita mágica que todo lo cure, ojalá
aprender a vivir con la vista que me ha tocado, ojalá no sentirme como me
siento y ser capaz de ser más positiva o de tomar ejemplo de esas maravillosas
personas que me rodean y demuestran lo que es la verdadera superación día tras
día. Ojalá no sentirme tan pequeña.
Cuiden su vista, cuiden todos sus sentidos, porque no saben
el tesoro que tienen.
domingo, 9 de mayo de 2021
Antes de los veinte
Parece mentira cómo pasa el tiempo, cómo cambia todo. La vida que avanza, los sueños que se frustran, las cosas que consigues y las que nunca vas a lograr. Se supone que así es como funciona todo, que a todos nos pasa.
Pero están esos días en los que la tristeza te invade, en los que no recuerdas porqué eres feliz y de repente todo lo que te rodea deja de tener sentido. Parte de ti sabe que estás exagerando, que nada es tan malo, que hay muchas cosas buenas. Pero la otra siente que te engañas a ti misma, que lo que te rodea es una farsa, que en el fondo nada te sale bien.
No sé muy bien cómo hablar de esas cosas que me afectan y que tanto me duelen. No sé responder a la pregunta de "¿qué te pasa?". No sé cómo alejarme de lo que me hace daño sin perjudicarme más aún. No sé cómo hacer para que las cosas dejen de afectarme tanto.
Recuerdo aquel verano que pasé contigo, y cada beso que nunca pasó se viste de fantasma cuando estoy dormido.
Solo tú sabes...
Es tan complicado tomar decisiones y cumplirlas... sobre todo cuando no te gustan, cuando las tomas por un bien futuro que aún no ves en realidad. Cuando lo haces para protegerte.
Sé que mis sacrificios merecen la pena, sé que estoy donde quiero estar, sé que no voy a arrepentirme.
Sé que tengo que restarle importancia a las cosas que perjudican mi salud mental cuando realmente no lo merecen, o cuando no puedo hacer más de lo que ya he hecho.
No me importa el final del cuento, porque la trama la vivo más
Y cuando mañana alguien cuente mi historia, habrá una canción por cada vieja gloria
Porque sin errores nunca habrá un acierto, yo sé que es cierto.
Hoy me propongo cumplir mis objetivos, aunque sea poco a poco, aunque me cueste una vida entera. Y después me propongo relajarme, darme un capricho, hacerme un regalo. Quererme, cuidarme.
Este año mis amigas y yo estamos cumpliendo los 30, pero en realidad una gran parte de nosotras sigue en la adolescencia, en aquellos años donde fuimos felices, antes de los veinte.