Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

domingo, 26 de julio de 2020

Errores

La vida a veces es muy larga, y no siempre compensa esperar a ver si en algún momento seremos felices, si las cosas se arreglarán, si la situación cambiará cuando cambie el contexto.

Hay ocasiones en las que nos toca plantearnos qué queremos para el resto de nuestra vida. ¿Queremos libertad? ¿Estabilidad? ¿Paz?
Y, lo más importante, ¿cómo lo conseguimos?

Parece que hay piezas que no encajan, y nos dedicamos a intentar moldearlas para que lo hagan, porque nosotros elegimos nuestro destino, nuestro camino. Nosotros mandamos. 
Solo que también debemos pararnos a medir qué estamos perdiendo mientras editamos esas piezas, qué nos estamos dejando por el camino, y si realmente merece la pena.

Me pasa mucho. Cosas que me duelen y pienso, "bueno, pero esto cambiará cuando 'X' y todo será mejor". Creo que hoy es la primera vez que un "vale, pero... ¿y hasta entonces?" es el pensamiento que ha seguido a ese primero. 

¿Qué hago hasta entonces? ¿Qué haré después? ¿Qué estoy haciendo ahora exactamente?

Es uno de esos días en los que me gustaría salir y hablar con alguien, explicar lo que siento, lo que me duele, lo que me preocupa. 

A veces encontramos la solución cuando ya es tarde. 

Creo que me estoy equivocando.

domingo, 5 de julio de 2020

Ella me salva

Ha pasado un año. 
Un año.


Hace un año, a esta hora, aún te estaba abrazando, aún te tenía entre mis brazos. Mi último abrazo, mi último arañazo, tu último bufido. Te fuiste dando guerra, como no podía ser de otra manera, te fuiste dormida sobre mi pecho, tal y como llegaste a mi casa hace ahora más de 19 años. 

He sobrevivido este año y aún no sé cómo. Llevo todo el año sin ser capaz de dormir bien, te lo juro, ni yo misma sé cómo soy capaz de seguir este ritmo, de echarme en la cama y no conseguir atrapar el sueño hasta que no es tan tarde que caigo sin darme cuenta. 
Ha sido un año tan complicado, tan triste, tan vacío, me he sentido tan sola sin ti. En cada llanto, cada vez que entraba en casa, cada vez que llegaba a mi cuarto y tu no estabas en la cama. Te necesito tanto, Mimi, pero tanto tanto... 

Espero que tu estés bien. Espero que estés jugando con Babel día y noche, que te duermas en los brazos de mi abuela y te dediques a refregarte contra las piernas de mi abuelo. Que no le bufes en exceso a Onara, ni a Micu, que nos estés cuidando a todos, que no nos olvides. Hoy más que nunca necesito creer en el cielo, necesito creer que voy a volver a verte y que ahora mismo estás acompañada y feliz. Necesito pensar que sigues conmigo de alguna manera. 

Ya soy trabajadora social, Mimi. Este año Mumi ha seguido tus pasos poniéndose encima de mis apuntes, pasando sobre el ordenador y acompañándome las noches de estudio. Facebook me ha recordado todas las fotos que te hice echada sobre mi temario en las épocas de exámenes. Ha sido tan extraño no tenerte en el escritorio mirando por la ventana mientras yo pasaba horas sentada aquí...  Te he echado tanto en falta durante mis eternos ataques de llanto, Mimi... nadie ha venido a abrazarme como lo hacías tu.

Este ha sido mi primer San Valentin sin ti, y ha estado casi vacío de sentido al no poder celebrar tu cumpleaños.

Este año, además, hemos pasado tres meses encerrados en casa. No sé si te hubiera encantado o habrías acabado odiándonos, pero tu hija ha sido bastante feliz con eso de no quedarse sola nunca, aunque ya sabemos que es una gata muy rara y que se parece más a los perros que a los gatos, así que no cuenta. Ahora mismo se acaba de poner a mi lado a maullarme, ¿sabes? parece haber crecido de golpe desde que te fuiste, le ha cambiado el carácter, ya no juega tanto ni es tan cariñosa, de pronto parece adulta, y creo que el cambio no termina de gustarme. 
Sigue sin aceptar del todo a Tabby, y Tabby sigue huyendo continuamente sin fiarse de nadie, ¿por qué no les mandas algún mensaje o un poquito de apoyo para que se lleven mejor entre ellas y Tabby confíe más en nosotras? Creo que nos harías muy feliz a todos.
Me he unido más a tu hija, aunque me sigue pareciendo muy pesada a veces, y me enfada que no quiera dormir conmigo como lo hacías tu. Pero creo que me necesita, porque nunca había estado conmigo día y noche tal y como está desde que te fuiste. Supongo que somos las dos que más notamos tu ausencia. 

Te quiero tanto, Mimi, te quiero tantísimo... Creo que nunca llegaré a aprender a vivir sin ti de verdad, siempre voy a notar ese vacío, siempre voy a necesitarte.

Eres lo mejor que me ha pasado, has sido mi mejor amiga, mi mayor compañera y mi mayor apoyo. 

Nunca olvidaré a la niña de 9 años que, animada por sus abuelos, llevó a casa a una gata diminuta que se ganó el corazón de toda la familia, que le dio compañía cuando más sola estaba, que nunca la dejó sola.
Nunca olvidaré a la adolescente que pasó sus mayores llanteras llenas de drama sentada en el suelo contra la puerta de su cuarto, con esa misma gata encima refregándose contra su cara para borrarle las lágrimas.
Nunca olvidaré a la embarazada que sentía las patadas de su hijo cuando tenía a la gata dormida sobre la barriga, y como esa gata levantaba las orejas y después seguía durmiendo tranquilamente.
Nunca olvidaré a la gata que olisqueó a un bebé y lo aceptó en la familia incluso cuando ese bebé creció y se dedicó a tirarle de la cola, a cogerla en brazos aunque ella no quería y a jugar con ella contra su voluntad.
Nunca olvidaré a la gata que fue leal a su amiga, bufándole al enemigo del momento mientras el resto de animales le hacían fiesta.
Nunca olvidaré a la mujer adulta que volvió a convertirse en niña el día que tuvo que despedir a su mejor amiga mientras se le rompía el corazón.

Gracias por haberme dejado compartir tu vida, gracias por haber mejorado la mia.

Te quiero.







Blindar el corazón

Antes tenía muy claro cómo iba a empezar a escribir, pero ya no lo tengo tanto.
Sé sobre qué quiero escribir, y de hecho ya tengo escrito el título de la entrada, algo que no suele pasarme porque normalmente se lo pongo tras escribirla. 
Pero hoy sé que quiero hablar sobre eso, sobre blindar el corazón.
Estas ganas no vienen de la nada, vienen de una situación concreta que ha hecho que recuerde muchas otras. 
Viene de esa sensación continua de que soy una pesada, o de que doy demasiado y recibo demasiado poco, viene del pensamiento de "¿de verdad tu no tenías esas mismas ganas de besarnos y abrazarnos hasta el infinito que tenía yo? ¿de verdad soy la única que siente eso?" Viene de sentirme abatida demasiado a menudo porque me gustaría percibir que me tiene las mismas ganas que le tengo yo, pero a la vez recordar que cada persona es distinta y muestra su amor de manera diferente. Y que todo es respetable. Que no significa que me quiera menos.

Pero es que a veces es tan difícil... me he sentido hoy tan vulnerable, tan desnuda, tan... sola. 
Supongo que es lo que me merecía tras la conversación que hemos tenido, pero aún así a veces duele mucho, y es entonces cuando recuerdo que debo blindar el corazón.

Van tantas veces que me duele el pecho porque me siento en desequilibrio que no entiendo como aún no he aprendido a que esas cosas dejen de afectarme, o a dejar de actuar así, a aguantar las ganas por fuera y por dentro. ¿Quiero dejar de ser quien soy? ¿Quiero cambiarme? Unas veces pienso que no, que no sería justa conmigo misma, pero otras creo que quizá una vez que me acostumbre, sería más feliz.

No me gusta pedir las cosas, no me hubiera gustado pedirle hoy que me diera ese beso que necesitaba, que se echara encima mía a abrazarme y besarme de la misma forma en que me hubiera gustado hacerlo yo, porque en el mismo momento en que se lo digo, le estoy obligando a hacerlo, y si quedarme sin ese cariño me duele, me duele cien veces más tenerlo sintiendo que ha sido por obligación.

Él da su cariño de otra manera, con esos buenos días o buenas noches que nunca faltan, por ejemplo. Debo aceptarle con todo, incluyendo lo que no me gusta.

Aunque en ocasiones como las de hoy sea tan difícil y duela tanto.

Debo blindar el corazón. Y debo hacerlo para ser más fuerte, para acabar siendo más feliz, para dejar de sentir estas garras por dentro. Tengo que aprender a blindar el corazón porque he elegido un camino en la vida por el que seré más feliz si construyo esa coraza, si aprendo a contenerme y a demostrar el amor de otras maneras, si aprendo a callarme, a parar. Sobre todo a parar. Tengo que aprender a parar de rogar. Tengo que parar. 


¿Podré ser feliz?



Ya no voy a leerte más