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domingo, 24 de abril de 2022

Esta cama vacía

Y me siento una vez más aquí, en esta cama vacía.
Pensando en qué estoy haciendo mal, en por qué al final siempre acabo igual. 
Intento recordar esos momentos en los que me sentí acompañada, en los que incluso ante una cama vacía no me sentía sola.

Pero ya están demasiado lejos.

Y la cama vacía me grita, me atormenta y me atrapa.
Y me recuerda que por mucho que lo pida, jamás tendré lo que me gustaría tener.
Me recuerda que tengo que cambiar el rumbo, el corazón, las ganas. 
Me dice, una vez más, que las cosas terminan por una razón.

Y una noche más me pongo a escribir, intentando que mi corazón no se arrugue por completo y no echarme a llorar como si no hubiera un mañana.
Pero la realidad me aplasta, y la cama vacía me recuerda aquello que ha fallado, mete el dedo en la herida y me hace daño.

Siento el impulso de hablarlo, otra vez, aunque ya lo haya hablado mil veces. 
Y esta vez me recuerdo que debo quererme más, protegerme más. 
Me recuerdo que mi corazón ya no aguanta más conversaciones vacías, que quedan en nada.

Así que aquí me quedo, muerta de sueño y sin dormir, en mi cama vacía. 
Sintiendo que me equivoco a cada paso, y sin saber cómo puedo corregir el camino. 

Pienso en todo a lo que voy a renunciar, y el corazón me arde, me quema, me abrasa.

Y aún así en esta cama vacía hace frío. Hace muchísimo frío, y yo no sé entrar en calor.

No tiene sentido seguir esperando que la cama deje de estar vacía.
Ya no tiene sentido nada.

Quizá esta noche me abrume demasiado esta cama, y se convierta en una de esas noches en las que las pesadillas me atrapan por completo.

Pero prometo que mañana me haré fuerte.

Aunque tenga que romperme de nuevo.