Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

sábado, 29 de diciembre de 2018

De musas y pérdidas

Una de las cosas que más me duele es haber perdido la inspiración. 
Aún recuerdo aquella época en la que respirar era escribir, las horas infinitas frente al ordenador, a los cuadernos, frente a cualquier cosa que sirviera para volcar palabras.

Hoy solo consigo escribir sobre mi misma, y normalmente ni siquiera lo hago bien.
Sin embargo hubo una época en la que mi cabeza fabricaba ideas continuamente, en la que solo me quedaba en blanco a la hora de elegir nombres para mis personajes, o títulos para mis poemas.
No sé en qué momento se terminó aquello.

Ahora siento que tengo muchas cosas que decir, pero sigo sin saber como hacerlo.
A veces llega algo, así de improviso, y me siento exageradamente bien al conseguir expresarlo. Pero echo mucho en falta esa sensación más a menudo.

Hoy, por ejemplo, me encantaría poder sumergirme en la historia de Silvana y dejar en blanco mi propia vida, pero... no consigo encontrar su historia.
Esa que empecé a escribir hace doce años y que aún sigue esperándome. 
Esa que algún día juro que acabaré.

Hasta entonces, me conformaré con esto. Con dejar un trocito de mí al descubierto, en carne viva y vulnerable, cada vez que escribo una entrada en este blog.
Y ahora, por fin, buenas noches.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Rendirse

¿Nunca habéis tenido ganas de rendiros?
Seguro que si.

Estoy segura de que todos conocéis esa sensación de querer parar y no poder. Las ganas de no continuar, de no hacer nada, de olvidar la lucha del día a día. Las ganas de quedarte donde estás toda la vida, o, peor aún, de desaparecer.

Hay dos personas dentro de mi ahora mismo. Una dice que no puede más, se ha ido a una esquina y está llorando tanto que en breve se quedará sin lágrimas. La otra no para de gritarle y decirle que tiene que seguir, que se deje de estupideces, que ella puede.

No sé a cuál odio más.

martes, 18 de diciembre de 2018

Sentimientos vacíos

¿No os pasa a veces que no tenéis ni fuerzas ni ganas para apoyar a un ser querido que está mal?
Momentos de esos en los que tu también estás mal, o cansada, o simplemente harta de sentir que todo a tu alrededor es negativo. Momentos en los que te gustaría que el mundo se parara y las cosas malas quedaran en standby, no para tener felicidad absoluta o un ambiente de happyflower, si no para únicamente tener un tiempo de pausa de las cosas negativas. Negatividad fuera.
Momentos en los que no te apetece ser paño de lágrimas de nadie, aunque sepas que te necesitan.
Lo peor es que son sentimientos que no puedes evitar, pero que te hacen sentirte mala persona, aunque la lógica te diga que es algo normal y no tan reprobable como piensas.

Estoy preocupada por mi misma. Tengo la sensación de que cada vez me importa menos todo, de que ya no siento ni padezco. Estoy estresada y agobiada, pero en lugar de estar como siempre suelo estar en épocas como estas, mis reacciones son apáticas, sin fondo, vacías.
Es un sentimiento que diría que no me gusta, pero... la verdad es que ni siquiera siento eso.

Desde que escribí mi última entrada siento que me ha cambiado algo por dentro. No pensé que fuera capaz de hacer lo que dije, pero no solo estoy siendo capaz, si no que además creo que lo hago incluso con cosas que no tenía planteadas. No espero nada de nadie, ni de lo que está por venir. Simplemente me dedico a seguir en el camino y hacer las cosas lo mejor posible, pero sin preocuparme de los sentimientos que me provocan. Salvo excepciones, he perdido ilusión por las cosas.

Pero lo interesante es que estoy bien. No me siento triste, ni enfadada, ni mal. De hecho suelo sentirme tranquila, quitando algunos días que han sido duros y he tenido bajones, o días en los que ni siquiera he sabido bien qué me pasaba. Pero el balance, en general, no es negativo. 

Quizá las armaduras no sean tan malas, después de todo.


Yo quiero estar borracho, viviendo mi vida pero a tu lado, bebiendo tequila de cualquier vaso, rompiendo la fila si tu te vas
Yo nunca he sido un santo, no vendo lecciones de contrabando, de todos mis huesos tu estás al mando, me enredo contigo en este huracán

(¿Por qué el cantante de Dvicio tiene que ser tan EXAGERADAMENTE GUAPO?)


Buenas noches, como siempre.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Demasiado

Un mes atrasando el contárselo, entre otras cosas, por no saber cómo hacerlo, por no querer alargarme, pasarme...
Pero al final no es tan difícil. 
Al final es simple.

"Él hizo esto, esto y esto. Yo hice esto y esto. Y ahora hay que seguir adelante"
Y fin. Tres frases, muchos miedos, mucho dolor, mucha rabia. 
Pero ya está, es solo eso. No es nada.


Estoy cansada. Me siento mal conmigo misma y me doy coraje. Por mi manía de darle demasiado valor a las cosas. Por mi manía de soñar de forma desorbitada. Por mi obsesión por hacer de las cosas simples algo especial.
Nunca más.


No quiero volver a hablar de mi boda, de lo que me gustaría hacer, o dónde, o con quien, o como, ni qué quiero que suene, ni qué quiero que haya. Nada. Me niego. Nunca más. 
No quiero volver a pensar en futuro, ni en hijos, ni en una casa propia y cómo sería esa casa, cómo sería la rutina.
No quiero que vuelva a haber en mi vida ningún lugar especial.

Al final solo sirven para hacer daño.

Soy demasiado exagerada, demasiado dramática. Demasiado todo.
Creo que si me tuviera que definir sería con esa palabra.
Demasiado. 
Excesiva.
También imbécil.


A partir de ahora voy a intentar que me den igual las cosas, y voy a hacer lo que quiera, dónde quiera, como quiera y por la razón que quiera. Sin pensar en lo que puede significar, sin pensar en guardarlo para momentos especiales.
Estoy harta de los momentos especiales. En realidad no existen. Ni las fechas, ni los momentos ni los lugares especiales.
Nos empeñamos en crearlos para sentir algo distinto, para creernos únicos. 
Pero no lo somos.
Somos una persona más, una relación más, unos amigos más, unos padres más.


Siempre me he visto distinta a los demás. En el colegio pensaba que era en el mal sentido, y eso me duró toda la vida, hasta hacerme adulta. Luego fui capaz de ver que ser distinta no tenía porqué ser malo, si no lo contrario. Y 2015/16 fueron los mejores años que recuerdo en este aspecto.
Ahora siento que vuelvo a estar en el colegio.


Se acabará pasando, lo sé. El dolor al final siempre se va. Igual que las lluvias que sentimos por dentro.

El detalle es... cuántas cosas de mí va a llevarse consigo.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Muñeca de trapo/Inside Out

23-11-18

A veces me siento como una muñeca de trapo. Algo que se mueve porque la mueven, que depende del son de quien decida qué va a hacer ahora. A veces siento que mi estabilidad emocional depende de quienes me rodean y del daño o no que puedan hacerme.

He repetido muchas veces que hace daño quien puede, no quien quiere, y que los que me hacen daño lo hacen porque yo se lo permito. Sin embargo, he crecido siendo dañada, y me cuesta aprender a no permitirlo. Crecí sintiendo que las cosas malas que me pasaban me las merecía, que había algo mal en mi. Fui una muñeca toda la primaria.
Y aún así seguí adelante.

Jamás olvidaré a Almudena. Repitió sexto, y, no se porqué, nos hicimos amigas. Me defendía cada vez que se metían conmigo. Estaba siempre pegada a mi para protegerme. Y un día vino a mi barrio para que saliéramos por la tarde. Ese día, de pronto, me paró y me dijo "¿¿¿Pero por qué no eres así en clase??? Hasta caminas diferente, hablas diferente, ¡¡eres otra!! Si fueras así en clase nadie se atrevería ni a mirarte" De verdad que recuerdo su cara de asombro y a la vez su indignación. No recuerdo si alguna vez me lo llegó a repetir estando en clase, pero nunca he olvidado aquellas frases, y que yo llevaba unos pantalones blancos (detalles absurdos que recuerda una).
Yo ni siquiera me había dado cuenta de que era distinta.

¿Por qué he permitido que me afecten tanto las personas con las que me he cruzado y que han decidido hacerme daño? ¿Por qué pasan los años y aún así todo duele como si no hubiera pasado el tiempo? ¿Por qué lo magnifico todo?

1995-2005 / 2011 / 2017-2018

Me bloqueo porque tengo la sensación de que hay demasiado que decir.

Yo les doy poder. Lo tienen porque yo se lo doy. El problema es... que no sé como quitárselo.

______________________________________

30-11-18

A veces todo duele demasiado. Recuerdas, imaginas, te flagelas. Duele. Y duele. Y duele una vez más.
Y te quedas sin aire, e intentas seguir, porque sabes que tienes que seguir, pero no sabes como hacer que deje de doler. Recuerdas el tiempo, el que todo lo cura, recuerdas que ya lo has pasado antes, que saliste esa vez y saldrás ahora.

Pero la confusión... esa confusión. Ese amar y odiar a la vez. Sentirte rota por quien te ama. Sentir, una vez más, que quién más te quiere es quien mas daño puede hacerte. Y aún así seguir amando, seguir.
Seguir
Siempre seguir.

"Sigue adelante, aguanta, aguanta, sigue, aguanta, tu puedes, no te rindas, sigue"

Me encantaría poder sentir alguna vez que no es necesario seguir y aguantar, que no tengo nada que superar, que no estoy rota. Que no duele.

Es muy difícil quererse a una misma cuando sientes que todo lo estás haciendo mal, que todo lo has hecho mal. Aunque haya una parte de ti que diga que eso es mentira.

Hoy tengo mucho frío, y creo que no es solo frío físico. Es frío emocional, es frío en el alma. Son ganas de sentir algo que no consigo sentir, de superar algo que no consigo superar.

Y luego el asco, ese indescriptible asco que no paro de sentir y que me provoca ganas de vomitar. Que, literalmente, me ha hecho vomitar. Nunca había pasado por un asco que me llevara a ese nivel.

Y la rabia. La rabia que me invade una y otra y otra y otra vez. Pero a ella ya la conozco, a ella ya estoy acostumbrada a controlarla.

¿Habéis visto "Inside Out"?
Ahora mismo mi cerebro es exactamente eso. Ira, Miedo, Asco, Tristeza, Alegría.
Es jodidamente complicado aclarar la mente y ser lógica, continuar la vida como si nada. Amar.
¿Cómo es que no metieron al amor en esa peli?

Tu amor que viene y que va, siguiendo las estaciones. Tu amor es causa y efecto de mis canciones.

Necesito parar. Y volver a llorar mucho. Y luego arrepentirme de darle poder. Y luego pasar y que me de igual. Y luego dormirme. Y mañana levantarme positiva. Y continuar el día alegre. Y acostarme, una vez más, triste.
Y sobrevivir.

Pronto la empatía vencerá al dolor. Para eso estoy hecha. Para olvidar, para empatizar. Para aguantar.

Una de las cosas que mejor recuerdo de mi infancia es a mi madre diciéndome "Aguanta cielo, ya quedan *dos, tres, cuatro o los años que toquen*, "ya queda menos", "Irene tu puedes". Yo lloraba y ella me recordaba que yo podía, que sabía que era duro, pero que merecía la pena aguantar, que después todo sería mejor.
Recuerdo su rabia en 2011. Su pura rabia. Su odio. Ahí no tenía excusa que darme, no había un "Merece la pena aguantar", ahí solo podía sentir rabia mientras yo me derrumbaba. Y, ¿para qué? ¿para mantener esa rabia 7 años después? ¿para nunca avanzar? ¿para odiarle en 2014 por caer en la trampa? ¿para volver a odiarle ahora?

Perdón y olvido.

Si la rabia no te olvida es porque tu no has olvidado.

Miro tu cuerpo pensando en todo lo que ha tocado, sentido, vivido. Y me da mucho asco. Y mucha pena. Y me das asco. Y me das pena. Y yo también me doy pena, por seguir aquí, manteniéndote importante en mi vida. Deseando que desaparezcas y sin hacer nada para ello.
Me alivia un poco saber que él siente lo mismo.

Pero me quedo con cómo me mira. Me quedo con su forma de abrazarme, de estar a mi lado pase lo que pase. Me quedo con el tiempo vivido, con lo real, con lo que importa.
Aunque en noches como esta no sea capaz de verlo, y sienta que todo lo bueno que digo es falso. Aunque mañana me arrepienta de escribir

Vuelvo a necesitar ayuda, y ya no me parece tan malo reconocerlo. Sobreviví a 2014 y 2015 gracias a esa ayuda. Tendré que sobrevivir también esta vez.

____________________________________________

3:19 a.m. (Y ya estamos en diciembre)

Acabo de contárselo todo a mi madre. Me siento mejor. Estoy mucho más tranquila. También lo he volcado en el grupo de apoyo, que tenía ya abandonado. Hay costumbres que no debería haber perdido.
Ahora voy a leer un buen rato, para acostarme con otra cosa en la cabeza.
Y mañana será otro día. Y veré a Raúl.
Y estaré con mi hijo.

Dios, cómo adoro a mi hijo. No habría podido tener más suerte al tenerle. Y él me adora a mi. Y somos felices juntos.
Qué ganas de achucharle a besos me han dado de pronto.

Toca terminar esta entrada/diario, que no sé ni qué estructura o redacción tiene, solo sé que es tan confusa como yo. Quizá esté rota y sin sentido, como yo también.

Si nunca quise ganar ¿cómo voy a perder?, a veces alejarse te acerca también. 
Aprendí qué era vivir cuando en el camino cogí la piedra en la que yo caí y aprendí como usarla.

Amar la trama más que el desenlace

viernes, 23 de noviembre de 2018

Esencial

"Y es que yo tengo tan poco, y eso es lo mejor que tengo porque es poco pero es tan esencial"

¿Sabéis qué tengo? Lo tengo todo.

Tengo a Rocío. Desde hace casi 17 años tengo a la mejor hermana, amiga, confidente y persona que jamás hubiera podido encontrar. Es esa persona que ha seguido ahí incluso cuando le he fallado. Es esa persona que me ha aguantado sufriendo por cosas que ella ya me avisó que debía evitar, la que me sigue aconsejando aunque sepa que no voy a seguir sus consejos, la que al final siempre tiene razón. La más cabezota del universo, con la que no se puede discutir. La que me pega cada guantazo a base de realidades que no sé cómo me mantengo en pie después. Esa que me quiere como a nadie, esa que me demuestra cada día que soy la persona más afortunada del universo desde aquel 1 de Febrero de 2002 en el que la vi por primera vez. La primera vez que volvimos juntas a casa.

Tengo a mi madre y a mi hermana. Y no son una madre y una hermana cualquieras. Son dos personas con las que choco día si y día también, que prácticamente nunca están de acuerdo con mis decisiones o mi forma de vida, dos personas a las que saco de quicio y no trato todo lo bien que debería, a las que seguramente infravaloro mucho más de lo que debo, de esas que sufren el hecho de que haga más hincapié en sus fallos que en sus virtudes.
Y pese a todo eso, ahí están. Pese a todo siempre están buscando formas de que sea feliz, de que esté bien. Pese a todo les quito el sueño por las noches porque no pueden verme sufrir, y hacen todos los sacrificios que haga falta para que yo mantenga mi salud mental, por muy difícil que sea eso. Me han mantenido viva 27 años, nunca han desaparecido. Donde otras familias fallan, ellas han sido un muro, a su manera, con sus formas, pero a mi lado. En las peores épocas, en las mejores. Cuando he sentido que me moría, cuándo no sabía cómo seguir o cómo actuar, cuando el miedo me recorría cada vena. Cuando lloraba casi 24 horas al día y ellas me reñían porque llorar me afecta a la tensión ocular (y menos mal que no me están viendo mientras escribo esto) pero aún así me abrazaban el tiempo que hiciera falta. 
Mi madre es esa mujer que no puede verme llorar, y que en cuanto me ve cara de tristeza cambia cualquier mal humor que tuviera para estar bien conmigo e intentar ayudarme a ponerme mejor. Mi hermana es esa mujer que lleva desde que nací intentando hacerme la vida más fácil, quitando obstáculos, apaciguando mis fuegos, incluso aunque me odiara, o me tuviera envidia, o yo misma le hiciera daño. Mi hermana es esa mujer que si tiene que pegar a su padre para defenderme, lo hace. Ellas lo son todo.

Tengo a María. ¡Puñetera niña, cómo ha cambiado mi vida! La única persona capaz de empatizar conmigo al 100%, de comprenderme, de saber porqué mi cabeza funciona como funciona. La única que ha conseguido quitarme de la cabeza el pensamiento de que hay algo mal en mi, que estoy loca, que no tengo sentido. La que ha soportado historias y más historias y más historias sin pestañear ni una sola vez, sin juzgarme ni una sola vez. La que consiguió que me sacara bachiller, que llegara a la universidad. La que mantiene mi cordura (cuando la dejo hacerlo). La que siente mis alegrías y triunfos como si fueran suyos. Bendito el día en que me paré a contarte la historia de mi vida en el colegio. Bendito el día en que me escuchaste y me hiciste ver que yo no estaba sola.

Tengo a José Manuel. Tengo al mejor hijo del universo. Tengo un hijo que me dice cosas bonitas todos los días, que si me ve triste me abraza, me hace dibujos, me trae a todos los animales de la casa, y así hasta que no se queda convencido de que al menos estoy algo mejor. Tengo un hijo que ha luchado desde hace tres años contra si mismo y sus demonios, con su carácter, su intolerancia a la frustración, su impaciencia, su intranquilidad. Tengo a un niño que es tremendamente fuerte, y solo tiene 6 años. Tengo un hijo que es tan bueno que no es capaz de ver la maldad de las personas, y, aunque esto me de miedo, le admiro por ello. Tengo un hijo que se parece tanto a mi que asusta, que se parece tanto a su padre que asusta más aún. Que es capaz de controlarse mejor que ambos juntos, y que guarda dentro de su corazoncito de seis años más amor del que jamás he conocido.
Tengo un hijo que me salvó la vida hace siete años, y que desde entonces ha vuelto a salvármela incontables veces. Es mi motor, mi razón para continuar, es mi ejemplo a seguir. Es mi vida. Y estoy orgullosa de ser su madre.

Y, por último, tengo a Dani. Tengo a Dani. Por fin puedo decirlo, alto y claro, ¡tengo a Dani!.
Y nos hemos ganado a pulso el tenernos el uno al otro. Y sé que hay una gran cantidad de personas que no están de acuerdo, que tienen miedo, que creen que somos unos inconscientes. Y quizá tengan razón, pero...
Ellos no saben lo que han sido estos últimos dos años. Ellos no saben cómo ha sido cambiar toda nuestra forma de actuar, sin ni siquiera plantearnos que pudiéramos volver en el futuro, si no hacerlo porque era lo más sano para nosotros y nuestro hijo. Cómo hemos solucionado peleas, discusiones y desencuentros sin necesidad de gritos, ni de reproches. Solo con respeto y diciendo las cosas claras, pero sin hacer daño.
La gente no sabe la lucha que ha significado ir dándose cuenta de que las cosas cambiaban, y aún así no querer arriesgarse a nada por el miedo, por la lógica, porque el daño que podríamos llegar a hacernos sería demasiado duro. La gente no sabe las dudas, el dolor de esas dudas, el deseo contenido, la razón imponiéndose al corazón una, y otra, y otra vez. Alejarnos, y luego volver a encontrarnos, y no saber qué hacer o cómo actuar, ni qué sentir.
Nos hemos hecho tanto daño en estos diez años, que a día de hoy no podemos negar que hemos sido lo peor el uno para el otro. No podemos negar que durante casi dos años estuvimos en una guerra que nos dejó rotos y destrozados. Que durante cinco años estuvimos en una relación irrespetuosa, dañina, insana. Una relación que nos mantuvo inmaduros mucho más tiempo del que debíamos.
Han pasado diez años. Y aquellos Daniel e Irene desaparecieron hace mucho. Nuestra base siempre ha sido la misma, esa base que nunca ha cambiado, esa base irrompible pese a querer romperla una y mil veces. Nos queremos. Nos hemos querido cada día desde que comenzamos a crecer juntos aquel 2008. Nos hemos querido mal, nos hemos querido de forma egoísta. Y hemos tardado mucho tiempo en aprender a hacerlo bien, pero el esfuerzo da siempre sus frutos.
Dani es esa persona que ha soportado mis malas formas, y aún así se ha quedado para demostrarme que eso no iba a echarle atrás. Es esa persona que se ha pegado horas y horas adaptándome documentos de clase, que se ha venido a estudiar a la biblioteca conmigo en vez de irse a dormir, aunque él no tuviera nada útil que hacer alli, solo para que yo no estuviera sola. Es esa persona que ha venido en dos minutos a la puerta de mi casa siempre que le he necesitado, aunque estuviera roto después de un día muy duro de trabajo. Es esa persona que, pese a que le cuesta entender el funcionamiento de mi cabeza, se ha partido los cuernos cada día intentándolo. Es esa persona que se dio cuenta de que no hacía las cosas bien y luchó por cambiarlas, no solo conmigo, si no con nuestro hijo, y también consigo mismo. Es esa persona que se puede pegar una hora entera haciendo tonterías hasta hacerme sonreír. Es esa persona menos cariñosa que un cactus pero al que conmigo le sale ser un oso de peluche, es quien está todo el día mandándome vídeos de gatos porque sabe que me encantan y me hacen reír, y que cuando quiere que vea un vídeo que le interesa a él, aguanta pacientemente que yo le ignore, que se me olvide, y que al final nunca llegue a verlo o lo haga mil años después. Es esa persona a la que saco de quicio y que me saca de quicio, pero a la vez me hace reír más que nadie en este mundo. Es esa persona que cuando estoy mal, sin que yo se lo pida o sin que se me pase por la cabeza siquiera, pone automáticamente en el coche la emisora de radio que me gusta, aunque él la odie. Es esa persona que me quiere incondicionalmente. Es esa persona que pese a todos sus miedos, ha acabado contándome todos los errores que ha cometido, todas las cosas que sabe que me harían daño, y que ha luchado conmigo para sentar las bases de nuestra relación de forma sólida y sincera, sin mentiras, sin nada más que ocultar. Es esa persona que ha perdonado y entendido cada uno de mis fallos, incluso los cometidos cuando ya habíamos formalizado la relación, esa persona que ha aceptado todas las cosas que también le he contado yo, y que ha decidido seguir adelante. Es esa persona que todos los días me da los buenos días y las buenas noches aunque yo le ignore la mitad de las veces. Es esa persona que cada vez que me mira me hace sentir la mujer más amada de este universo, porque jamás nadie me ha mirado como él. Es quién durante los momentos más oscuros de este verano y del pozo que fue, se quedó conmigo sosteniendo mis ganas de vivir para que no se fueran, aguantando mis tormentas y entendiendo lo que otra persona jamás habría entendido. Dani es esa persona que lleva toda la vida siendo niño, y que ha estado luchando durante los dos últimos años para convertirse en el hombre que realmente es. El que no ha querido permitir que ninguna noche me fuera a dormir estando triste o mal, aunque a veces yo no le haya dejado conseguirlo. El que se ha robado a sí mismo horas y horas de sueño necesarias solo para estar conmigo, porque era la única forma de vernos.
Soy consciente de que hay personas que jamás entenderán que estemos juntos, que jamás lo verán una buena idea y estarán toda la vida pendientes de que cometamos algún fallo y demostrarse a sí mismos que tenían razón. Sin embargo me da exactamente igual, porque incluso aunque al final salga mal, nadie va a quitarme nunca la realidad de lo que siento, de lo que siente él, y de todo lo que hemos luchado a lo largo de estos diez años para llegar ahora a donde estamos. A la felicidad plena y sana, sin dobleces, sin egoísmo. A ir sanando juntos todas las heridas que nos hicimos. A recomponer lo que nosotros mismos rompimos. A aprender a estar de verdad el uno para el otro.
En 2010, durante unos meses en los que lo dejamos y yo tenía una confusión absoluta, Rocío me dijo una frase que jamás he olvidado, y, aunque muchas veces he estado totalmente convencida de que no tenía razón, hoy soy consciente de que, como siempre, Rocío nunca se equivoca.
"Yo pienso que llega un momento en la vida que encuentras a ESA persona, la que es para siempre, y creo sinceramente que tu ya la has encontrado y es Dani"
No sé si será para siempre, pero ojalá lo sea, porque jamás he sido tan feliz con nadie como lo soy con él.


En conclusión; no tengo dinero, ni carnet de coche, ni independencia, ni ganas de estudiar, ni una carrera, ni trabajo, ni un millón de amigos. No soy popular, ni sociable siquiera, no tengo un cuerpo perfecto ni soy la más guapa del universo, no sé hablar inglés en condiciones, no tengo casa propia, ni una cama de las grandes. No tengo constancia, ni ropa a raudales y a la moda, ni maquillaje de marca. No tengo seguridad en mi misma, y mi autoestima es especialmente baja. 
Pero tengo a todas las personas que he nombrado, y no solo eso, también tengo a mi gata (el amor de mi vida), al resto de mis animales. A mi familia extensa, primos y tíos maravillosos, a amigos como Kaike, Raúl, Almudena, Joshua, Paula, Ale... y otros tantos que son también increíbles. Lo tengo todo, tengo lo esencial, y, además, lo tengo de una calidad increíble.

Gracias por estar en mi vida. Gracias por crecer conmigo y por hacerme mejor persona. 
Sois esenciales, irreemplazables, únicos. ¡Los mejores!


Bueno... antes de acabar del todo, me he dado cuenta de que me había olvidado de alguien super importante. 
Me tengo a mí misma. ¿A quién si no?
He tenido muchísima ayuda, soy consciente de que sola no habría podido, pero, ¿sabéis qué? Estoy en tercero de carrera, sin ninguna segunda matrícula a mis espaldas de ningún año, con cuatro matrículas de honor, con notas bastante altas y una media de 8,11. Tengo un hijo que es quién es en gran parte gracias a mi, al que le repito todos los días que tiene que ser buena persona, ayudar a los demás, al que le doy tantos besos y abrazos que le acabo hartando, al que he aguantado en sus momentos más duros, al que he ayudado a luchar. Soy una buena madre, mucho mejor de lo que creí que sería. Soy fuerte. He superado demasiados baches, demasiadas heridas, demasiado daño. Pero lo he superado, estoy aquí, y pienso seguir así. Y también estoy orgullosa de mi misma. Mucho.

A partir de hoy voy a recordarme esto cada día, y si tengo que leerme esta entrada cada mañana, lo haré. Y cogeré mi portátil nuevo y me sacaré este año con las mejores notas posibles. Y acompañaré, jugaré y estaré con mi hijo todo el tiempo que pueda. Y disfrutaré de la felicidad que me proporciona Dani, y del amor que me dan mi madre, mi hermana, Rocío y el resto de mis amigos y familia. Y del calor que me da mi gata cada noche, y de los lametazos de mis perros y los masajes de mi otra gata. 
Disfrutaré de mi vida, que ya va siendo hora. Me lo merezco, me lo he ganado.

Y, como diría Mary Richmond, yo soy mi mejor recurso. Así que voy a sacarme provecho.

martes, 30 de octubre de 2018

Inviernos

La noto sobre todo en los inviernos. 

Llevo ya varios de ellos atesorando cada noche que duerme a mi lado, porque soy consciente de que quizá el siguiente invierno ya no la tenga.

Siempre he odiado el invierno, y sin embargo su compañía en las noches me hace tenerle un cariño especial, una ilusión especial. Las ganas de que llegue la hora de dormir para que venga a traerme paz tumbándose bajo mi brazo, pegada a mi cara.

Paz. Precisamente eso es lo que siempre me ha dado. Apoyo incondicional, paz durante mis guerras. 
Su forma de oler mi estados de ánimo y apaciguarlos.


Tengo mucho miedo de que este sea nuestro último invierno. De que el año que viene ya no la tenga pegada a mi cuello por las noches. Notar su ausencia cada vez que tenga frío, cada vez que llore, cada vez que esté triste y no haya nadie en casa.

La noto sobre todo en los inviernos. 

En mis inviernos personales, cuando todo está oscuro, y los inviernos en los que el frío te hiela y la hora de ponerte el pijama es un suplicio. La noto cuando viene y estorba, cuando no me deja comer, ni me deja moverme.

La han sufrido todos aquellos a los que no he dejado sentarse en el sofá porque iban a moverla y molestarla. Todo aquel que me conoce y sabe que ella lo es todo, y tiene que tragarse las millones de fotos suyas que subo.

La noto sobre todo en los inviernos. 

Y sea cual sea el último invierno en el que venga a arroparme por las noches y a conseguir que nunca me sienta sola, el resto de inviernos de mi vida estará conmigo.


Siempre.

martes, 9 de octubre de 2018

De malos y buenos

Hoy, después de un día y medio de emociones contenidas, he llegado al desgaste, a la explosión, a llorar desde que he llegado hasta que he tenido que recoger a mi hijo del colegio.
Durante todo ese tiempo de llanto, he estado pensando en la impotencia que siento, en la frustración, el dolor que ello me provoca.
Quieres a alguien, has hecho mil cosas buenas por esa persona... pero al final siempre pesan más los errores, eclipsando todo lo demás. 
Aunque en proporción las cosas buenas ganen con diferencia.

En el último momento de desesperación y agobio y pena, me he planteado de verdad si seré tan mala, si no tengo perdón, si me merezco tanto odio.
Y me ha salido la pregunta más estúpida del mundo.
-¿Mamá, yo no soy mala, verdad?

Mi madre me ha dicho que nunca piense eso, que ni de lejos soy mala, que me equivoco, que soy torpe, que puedo hacer daño... pero que jamás he hecho algo con maldad y con la intención de hacer daño. Y que no me lo dice solo porque sea mi madre, si no porque me conoce.
Claro que es muy fácil preguntarle eso a una madre.
Sin embargo, creo que tiene razón, creo que no soy mala, si no que cometo errores. Pero siempre los reconozco (o lo intento) e intento ponerles remedio y no volver a repetirlos. Creo que eso es lo que más importa, al menos para mi.
Aún así, siempre habrá gente que dirá que soy mala, que tengo mal fondo. Gente que me guardará rencor y hablará mal de mi cada vez que en una conversación salga mi nombre, o que lo recuerde. 
Pero he visto a lo largo de mi vida que el rencor solo acaba haciendo daño a uno mismo, que te envenena por dentro, que no te deja ser feliz ni vivir tranquilo.
Y, que a veces, por ese rencor haces daño o perjudicas a personas a las que quieres.

Por todo esto puedo decir que me siento orgullosa de mí misma, de mi forma de ser, de mi forma de pensar. Y voy a seguir así, voy a seguir guiándome por lo que creo que es correcto, y aguantando el tirón de todas las personas que me miran pensando que soy el diablo reencarnado, de todas las personas que hablan sobre lo mal que he hecho las cosas, y de todo lo que intente hacerme creer que solo merezco cosas malas, porque la realidad, la única realidad, es que merezco ser feliz.
Y voy a seguir luchando por ello.

martes, 11 de septiembre de 2018

Perdón y Olvido

¿Hasta qué punto somos capaces de perdonar y olvidar de verdad?
¿O qué hay de la frase "perdono pero no olvido"?


Mi conclusión es que no se puede llegar a perdonar de verdad a no ser que olvides. Y no me refiero a olvidar el acto que te hizo daño en si, si no el cómo te hizo sentir. Sobre todo cuando el daño es grande.

Me suele pasar que olvido fácilmente cuando alguien me hace daño. Recuerdo lo que pasó, recuerdo esa sensación de haber estado mal... pero en realidad el sentimiento no es "palpable", no lo noto ni lo siento, solo sé que me dolió. Por eso acabo perdonándolo.

Al final siempre es eso, acabo perdonando lo que olvido.

Pero... ¿qué pasa con las cosas que no olvidas, pero que quieres perdonar?
Entiendes porqué pasó, entiendes que no volverá a pasar, entiendes que la persona pese a todo te quiere... pero sigue doliendo como si estuviera pasando ahora mismo, como la primera vez. Sientes el mismo vacío en el pecho, sientes cómo se te abre el alma y se te desgarra, sientes esas lágrimas golpeándote los ojos intentando salir mientras a la vez no paras de enfadarte contigo misma porque no entiendes porqué tienes que sentirte así. 
Si tu has perdonado... ¿por qué sigue ahí ese dolor, por qué sigues sufriendo? Y, mas importante aún, ¿cómo hacer que pare?


¿Cómo hacer que pare?
¿Cómo frenas las lágrimas, los recuerdos, las ganas de gritar?
¿Cómo perdonas un daño tan enorme?


¿Y si nunca soy capaz de perdonar de verdad?

Me paso la vida preguntándome si algún día lo superaré. O si simplemente acabaré rindiéndome y aceptando que hay cosas que no se pueden perdonar y que jamás se irán.

Sin embargo... me da pánico que gane la segunda opción. Porque entonces llegará un momento en el que no podré seguir, porque sé que nunca podré ser feliz de verdad en este camino. Y entonces escogeré otro. Uno más sencillo, uno que no me traiga tanto dolor en sus recuerdos. El camino fácil, el que jamás me llenará por completo.

Pero es que este dolor... 
Recuerdo un día, aquella foto, mi grito automático, el que me dejó sin voz. Me veo de nuevo tirando las cosas de mi cuarto, siento la agonía, el querer morirme, la angustia, el no entender nada, el dolor cada vez más grande. Los golpes al armario, a las paredes, la sangre en los nudillos. Mi hermana, sus brazos, su voz intentando calmarme. La puerta, deslizarme hacia abajo, que ella lo hiciera conmigo, llorar. Volver a gritar. Volver a llorar. Levantarme y volver a dar golpes. Y la eterna pregunta. La puta pregunta de mi vida ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Por qué yo?
Y volver a llorar. Y no parar de hacerlo durante meses. Y seguir haciéndolo cada vez que se me viene a la cabeza aquel día. Aquella época. La desesperación absoluta.
Desesperación.


He estado mal muchas veces en mi vida. Muchísimas. Pero nunca como aquella vez, nunca de esta manera. No con ese desgarro por dentro. Supliqué cuando ya era tarde. Ya nunca habría marcha atrás. Nunca la hay.
Las acciones se quedan grabadas para siempre, las consecuencias, a veces, también.


Nunca he entendido a la gente que desea la muerte de otras personas. Creo que es algo demasiado grave de desear.
Y pese a eso, hay una persona, una sola en el mundo, cuya desaparición yo desearía.


Y eso si que me da verdadero pánico.

Soy una persona diferente desde entonces. Me hice dura, me hice de piedra. No se me puede volver a romper porque ya no hay nada que romper. Porque la Irene que salió de aquello es la misma Irene que sacó adelante a su hijo sola, que aprobó bachillerato sola, que ha sacado dos años de carrera a la primera sola, que recuperó su vida sola. Que siguió adelante sola. Que sabe que siempre va a ser capaz de estar sola. Y que solo puede contar consigo misma.

Desde entonces, también, me volví mas cerrada. Ya no me sale contar todo lo que siento o se me pasa por la cabeza. Ya no me salen las palabras para expresar qué me  está ocurriendo por dentro. Mi vida y yo misma cambiamos por completo en un giro de 180 grados.

¿Pero y ahora qué? 
¿Quién convence a aquella Irene que se rompió para siempre de que debe olvidar... y perdonar al verdugo?

martes, 4 de septiembre de 2018

Verdades a medias

Ha pasado el verano. Ha pasado mi cumpleaños. Me he matriculado en un nuevo curso. Han dado otra vuelta las cosas. 

Es hora de volver a empezar, como cada año, como cada vez que me rompo y me recompongo, como cada vez que creo que todo se acaba y la vida me demuestra que no, que cuando tocas fondo significa que vas a comenzar otro camino, aunque sea un camino subterráneo. 

Y, como siempre, Laura está conmigo. Aunque no pueda ir a verla en octubre a Madrid.

Sabemos que el destino
Piedad no va a tener
Mucho más que lo que tienes
Cuenta si amas y el porqué
Cuenta a quién amas y el porqué

El amor es siempre amor, y ante todo, gana.


Él... ha sido mi pilar este verano. Ha sido mi oxígeno. Aguantando hasta la más fuerte de las tormentas. Creo que me ha demostrado más en estos meses que en todos los años que hace que nos conocemos, y creo que es una prueba más de que hice lo correcto, de que estoy luchando por algo que merece la pena. 
Le quiero. Me quiere. 

Tengo que confiar en mi y recordar quién soy, cuánto valgo, de todo lo que soy capaz. No puedo olvidar todo lo que he superado, porque tengo un millón de razones para seguir adelante. Siempre.

Este año empiezo las prácticas. Voy a ser tremendamente feliz. Me lo prometo.


No se te ocurra volver a mí nunca más
Cuando renuncio a estar frente a ti de rodillas
Tú eres quien dice que el suelo frío no está
Y eso me lleva a echar hoy por tierra el dolor
No había un sitio mejor

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
No te acompaño ya porque no hay más razones
Pobres verdades a medias, son media verdad

Mi corazón agotado me ha dado el aviso
Siempre obstinado, siempre a sí mismo fiel
Te has convertido en el viento helado de octubre

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
No te acompaño ya porque no hay más razones
Pobres verdades a medias, son media verdad
Y mueren las frases a medias por no ser verdad

Tirémoslo todo, deprisa que poco te importa
Incluso la rabia se ha ido
Al ver que no es nada lo poco que queda

Cuánta violencia usaste al decirme te quiero
Fue inútil como un disparo

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
Ya no querré cambiar todas tus convicciones
Mueren las frases a medias por ser la mitad

domingo, 22 de julio de 2018

Los días contados

Está siendo uno de los años más difíciles que he pasado, eso lo tengo claro. 
Pero estoy sobreviviendo. Sola.

Al final he conseguido aprobarlas todas. Alguien ahí fuera sigue cuidando de mi.

El curso que viene voy a superarme, eso también lo tengo claro.

Hasta entonces seguiré luchando conmigo misma.



Siempre tuvimos los días contados.

Recuerdos de tus prontos, tus movidas, de tus idas y venidas, de tus fobias y tus filias.
No sabes todo lo que me arrepiento cuando sueño que estoy dentro de tus piernas todavía.


No fue lo que pudo ser, qué extraña esta forma de doler...

jueves, 31 de mayo de 2018

Hoy vengo a rezar

Hoy vengo a rezar al santo de mi huerta
Al que me protege, al que me escucha
Hoy vengo a rezar a quién a veces no está
Al que acudo siempre que algo me desespera

Es probable que no me lo merezca
Sé que nunca dejo de equivocarme
Pero hoy vengo a rezarte, para pedir otra oportunidad
Una más, entre las miles que ya volcaste

Hoy vengo a rezarle al santo acompañado
A quién nunca está solo, porque ellos no le dejan
Porque ellos también me cuidan, ellos también me quieren
Y aunque sienta que solo acudo en momentos desesperados
Siempre están presentes

Estoy segura de que volveré a equivocarme
Y quizá mañana volveré a rezarte
Los favores que te pido se me acaban olvidando
Pero te juro que voy a demostrar que valgo

Hoy vengo a rezarle al que duerme en mi cabecera
Al que sigue en mi simbología, aunque no se vea
Y te pido que por favor me ayudes
Que me des, una vez más, apoyo, suerte y fuerza.

martes, 22 de mayo de 2018

Conflictos

¿Quién era yo el año pasado? ¿Quién soy este año?

El año pasado era una persona motivada, con ganas, alguien que se comía el mundo. Venía gritando que yo podía con todo y que era capaz de cualquier cosa. Y lo era. Y lo hacía. Y lo demostraba.

Después empecé a venirme abajo. Y empecé a venirme abajo con todo.
Con los estudios, con mi cuerpo, con mi autoconcepción, con mi motivación, con mis ganas.
Descubrí que no soy invencible, que no lo puedo todo, que no soy capaz de todo.
Y sin embargo sigo sin aceptarlo.

Vivo en continuo conflicto conmigo misma. Vivo exigiéndome cosas que no cumplo. Cosas que defiendo a capa y espada gritando que soy capaz, mientras la realidad me da tortas demostrando que no lo soy. Que no puedo con todo. Que no valgo para todo. Que no puedo llevarlo todo adelante.

¿Sabéis qué provoca ese conflicto? Una constante frustración, un constante odio hacia mí misma, una constante decepción y continuas ganas de llorar y de abandonarlo todo. 

Uf. No puedo. Simplemente no puedo.


sábado, 28 de abril de 2018

Sexo

Hola, me llamo Sexo, y vengo a mejorarte la vida o a jodértela.

Cuando sea para mejorártela, vas a flipar, en serio. Quizás no las primeras veces (a menudo cuesta pillarme el truco) pero cuando ya estés acostumbrada a mi y me conozcas bien... buah, te haré volar.

Y claro, cuando venga a jodertela pues... eso, que te la voy a joder. 
La realidad es que por mi culpa (bueno, por mi culpa no, por culpa de cómo me utilizan ciertos individuos) vas a sentirte presionada casi todo el rato, vas a pasar miedo, vas a sentirte insegura... quizás por mi te lleguen a obligar a hacer cosas que no quieres hacer. Puede que algunas sean muy lights, poca cosa. Otras sin embargo no las vas a olvidar nunca.

Soy muy poderoso, ¿sabes? Soy capaz de asignarle un papel en el mundo a los hombres y a las mujeres, y según quién y cómo me utilicen puedo maravillar o destrozar, ya te lo dije antes.

Esas veces que sientes que tu novio solo te quiere por mi, que cuando te mira no ve otra cosa. Las veces que estás en la calle y solo ven tus tetas. O las veces que un tio es tu amigo para conseguirme, y cuando ve que no, desaparece.
Esas veces te haré la vida más difícil, es lo que hay. Pero, ¿sabes lo "bueno"? Que te acostumbrarás, naciste chica, y eso implica que has vivido y vivirás toda la vida a mi alrededor, quieras o no quieras. ¿Que eres asexual? Podrás serlo tu, pero no los hombres que te miren. ¿Que no quieres practicarme con tu novio? Vale, pero sus ganas y la consiguiente presión seguirán ahí. Y la del resto de la sociedad, también.

Y así con todo, no puedes librarte de mi, nunca vas a poder.

Pero no te preocupes, cuando me usan bien soy simplemente fantástico. Te descubro cosas de ti que no conocías, consigo que te despejes, que disfrutes, que seas totalmente feliz, al menos un rato, y que todos los problemas de tu cabeza desaparezcan, para solo quedar yo y esa sensación que te provoco. 
En serio, a las buenas soy genial.

Si tienes suerte me conocerás la mayor parte del tiempo a las buenas. Pero claro, tengo que advertirte de que cuando me conozcas a las malas no podrás librarte de la mala sensación que dejo en tu cuerpo y tu mente, y, cielo, lo siento, pero... ninguna mujer se libra jamás de conocerme alguna vez en su vida a las malas, ya sea en mayor o menor medida.

Pero eh, recuerda que yo no soy el malo. Los malos son los que me usan como no se debe. Créeme.
Y recuerda también que si no me quieres, me parece genial, no tienes porqué quererme, y si no me pruebas nunca, pues esa preocupación que te quitas. ¡Yo no odio a nadie por no gustarle!

Eres una luchadora, y puedes superarme a mí y a los que me usan mal, tenlo claro.

Espero verte pronto, pero espero verte bien. 
Suerte.

lunes, 16 de abril de 2018

Actualizando

Agradecedle a Raúl mi nueva portada.

Y agradecedle también que esté siempre ahí, pase lo que pase, para alegrarme hasta los días más horribles y acompañarme todas las noches de desvelo y tristeza.

¿Qué sería de mi sin él?

Hay flores secas en esta mañana, y una resaca de pasarme de ti. Me entra frío en el porvenir, no tengo abrigo y cierro la ventana.
No tengo fe en el exceso de ganas, no tengo ganas de hacerme el café. Ya he destruido el castillo de arena y con el fango me he hecho una muralla en la piel.

No me eches de menos, que el recuerdo es un veneno. Yo vivo en la soledad con tanta gente, que me da miedo.
Siempre nos quedará un alto el fuego, una bandeja de plata y un mar de cristal,
Y un par de besos ante el espejo,
Y un rostro nuevo como zapatos viejos.

__________________________________

No sabes como echo de menos cogerte la mano y beberme tus miedos. No hay nada más claro que te amo y que si me lo pides me quedo. No debo y te espero.
Me muero pensando que esto es un adiós y que no un hasta luego. No quiero tener que aprender a olvidarte. 
Anhelo tu fuego y quemarme de nuevo. 

Y aquí sigo un día más en que vienes y vas y pensar que no estas a mi lado. Que todo lo que hemos soñado pasará de un futuro al pasado. 
Yo no quiero tableros, ni dados, ni esclavos de amor vistos como soldados. Ni beber apartado en la esquina de un bar en nuestro aniversario.

Me duele no saber de ti, no besar tu sonrisa. Que ya no huela a ti mi camisa. Que no exista un momento en que te quiera lento y te olvide deprisa. 
Tan fría e indecisa mi musa y su brisa de invierno fatal que ya no me precisa. Este quiero y no puedo me puede, me agrede y me hiere si viene y no avisa. 

Busco calmarme, salvar mi vacío. En sueños besarte, pero no me fío. Lo veo tan real y lo siento tan mío que cuando despierto me vuelvo a mi hastío. 
Que dejo de amarte cuando me lo pidas. O mejor lo intento en otra vida. Te escribo como cada día y mi piano color despedida me sigue besando en la herida. 

Por el beso que no te di y no me diste cuando tocó despedirse. Porque pudiste quedarte y no verme matarme al ponerme a escribirte. 
Este recuerdo triste me viste y me dice que es hora de irse. Le pido 100 años de más y me insiste: "Ya no hay vuelta atrás, ella no es la mitad que elegiste". 
¿No ves que ya no es como antes? Que ya no eres la paz que le calme. Que sólo hay mal sabor y un fino bálsamo de ese amor que te dice y no te hace. 
Se le ve sonreír como si te olvidara de la noche a la mañana. Mis ganas ya no pintan nada, cerré la ventana para no ver cómo acaba. 

Y aún no me creo que estemos aquí, que mirar nuestras fotos me duela tan fuerte. Que te ame y tenga que olvidarme de ti, que sin ti que es de mí, que no importe perderme. 
No quiero marcharme pero si tú lo haces no quedan opciones. Nunca quise que acabase y dejases de querer besarme y tenerme en todas ocasiones. 

Espero que siempre recuerdes mi voz, que no quiero dos si no mil años contigo. Que cada canción la cantó el corazón y que es la penúltima vez que te escribo. Que esperé tu llamada en mi cama y pensaba sin nada quedarme dormido. 
Y que no se te olvide jamás que nadie te querrá como yo te he querido. 

En ayunas de ti y en lagunas de sal se secó tu jardín. Me quede sin dormir por salir a jugar y ahora ven a decir que sin duda podrás, que mis dudas habrán. Que a este fin no le pinto un punto y final, una coma quizás, un te quiero besar. 
Pero quiero fuego en el mar y no soledad que completa. Ni dejar de dibujarte con frases en mi libreta. Infeliz a tiempo parcial y sin ti a jornada completa. 
No puedo hacer más que girarme y dejar que otro día amanezca. 
Sin ti.


No te vayas nunca

domingo, 8 de abril de 2018

Perdí el sentido del amor

¿En qué podemos convertir la decepción y la tristeza cuando nos envuelven?
¿Qué soluciones, qué maneras se nos pueden ocurrir para darle la vuelta a todos esos pensamientos negativos y llevarlos a un puerto más seguro?
¿Cómo luchamos contra el dolor?

Muchas veces pienso que la respuesta a eso es la fe, la paciencia. Respirar hondo y recordar que las cosas pueden cambiar si le pones esfuerzo.

Otras veces me quedo en blanco y me bloqueo, sin saber cómo seguir.

Necesito salir. En serio. Necesito salir y disfrutar de este sol que está haciendo, tirarme en el césped a no hacer nada, comer porquerías, muchas porquerías y chuches, relajarme, respirar, no pensar. Ojalá pudiera hacerlo.

31-3-18

(Raúl vino a rescatarme este día, y todo mi ánimo cambió)

_________________________________________

Él se queda todo lo bueno. Mis sacrificios, mis fuerzas, mi paciencia. La diversión, las sonrisas, las buenas formas. La fe. La esperanza. El amor ciego.

¿Y a mí que me queda? ¿Por qué nunca pienso en mi? ¿O por qué creo que estoy pensando en mi cuando en realidad no lo hago?

Me paso la vida buscando un enigma, pintando en el cielo. Me muero en tu risa, no he estado en mejor estación que en tu pecho.

Me enfado conmigo misma, y me decepciono a mí misma. Es difícil ver más allá y pensar antes en las necesidades del otro que en las tuyas. Pero al revés también es difícil. Es necesario encontrar el equilibro, saber cuándo toca pensar en él y cuándo toca pensar en ti, pero, ¿eso cómo se hace? ¿cómo puedes distinguir unas veces de otras?

Y aquellos planes que no hicimos porque sé que no hay destino alguno que nos siente bien. No es contigo en el camino, es caminar solo conmigo y que te vengas tu también.

Y así fue, que siempre me empeño en volver, sabiendo que puedo perder, sabiendo muy bien que se rompe.

Quiero tenerme como prioridad. Quiero dejar de pensar en los demás más que en mí. Es que lo necesito, necesito dejar de hacerme daño, de perder oportunidades, de perjudicarme. La que se está forjando su futuro soy yo, nadie lo está haciendo por mi. La que lucha cada día para que su hijo sea fuerte, esté bien y sea feliz, soy yo, nadie lo está haciendo por mi. Y la que se mira cada día en el espejo obligándose a quererse soy yo, nadie lo está haciendo por mí. 

Y sin embargo aquí sigo, boicoteándome. Y llorando por las esquinas después. Como si no fuera culpa mía.

Gian Marco, Eiza González, Carlos Chaouen, Andrés Suárez, Marwan. ¿Rafa Espino?

Cantantes asociados a nombres y apellidos, que siempre que suenan me evocan recuerdos que a veces duelen, y otras no me quitan la sonrisa. Quizá de vez en cuando también ambas.

Vuelvo a verte, sonriendo en los andenes, tapándome la luna, y nunca la del coche, callando este derroche, gritando "yo, o ninguna"

Puedo con todo. Incluso conmigo misma. Y mi vida va mejor desde hace tiempo. Solo tengo que seguir este camino, mejorándolo cada día.

Aunque sea mientras él duerme.

_________________________________________

A veces pasa lo del principio, entradas que comienzo y no acabo. Siento las incongruencias, pero no me gusta dejar nada sin publicar si en un momento necesité hacerlo, aunque al final no llegara a ello.


Me fundo en un abrazo con quien me quita la vida

Pero no del sarcasmo, así que te haré el humor hasta llegar al orgasmo.