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viernes, 30 de noviembre de 2018

Muñeca de trapo/Inside Out

23-11-18

A veces me siento como una muñeca de trapo. Algo que se mueve porque la mueven, que depende del son de quien decida qué va a hacer ahora. A veces siento que mi estabilidad emocional depende de quienes me rodean y del daño o no que puedan hacerme.

He repetido muchas veces que hace daño quien puede, no quien quiere, y que los que me hacen daño lo hacen porque yo se lo permito. Sin embargo, he crecido siendo dañada, y me cuesta aprender a no permitirlo. Crecí sintiendo que las cosas malas que me pasaban me las merecía, que había algo mal en mi. Fui una muñeca toda la primaria.
Y aún así seguí adelante.

Jamás olvidaré a Almudena. Repitió sexto, y, no se porqué, nos hicimos amigas. Me defendía cada vez que se metían conmigo. Estaba siempre pegada a mi para protegerme. Y un día vino a mi barrio para que saliéramos por la tarde. Ese día, de pronto, me paró y me dijo "¿¿¿Pero por qué no eres así en clase??? Hasta caminas diferente, hablas diferente, ¡¡eres otra!! Si fueras así en clase nadie se atrevería ni a mirarte" De verdad que recuerdo su cara de asombro y a la vez su indignación. No recuerdo si alguna vez me lo llegó a repetir estando en clase, pero nunca he olvidado aquellas frases, y que yo llevaba unos pantalones blancos (detalles absurdos que recuerda una).
Yo ni siquiera me había dado cuenta de que era distinta.

¿Por qué he permitido que me afecten tanto las personas con las que me he cruzado y que han decidido hacerme daño? ¿Por qué pasan los años y aún así todo duele como si no hubiera pasado el tiempo? ¿Por qué lo magnifico todo?

1995-2005 / 2011 / 2017-2018

Me bloqueo porque tengo la sensación de que hay demasiado que decir.

Yo les doy poder. Lo tienen porque yo se lo doy. El problema es... que no sé como quitárselo.

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30-11-18

A veces todo duele demasiado. Recuerdas, imaginas, te flagelas. Duele. Y duele. Y duele una vez más.
Y te quedas sin aire, e intentas seguir, porque sabes que tienes que seguir, pero no sabes como hacer que deje de doler. Recuerdas el tiempo, el que todo lo cura, recuerdas que ya lo has pasado antes, que saliste esa vez y saldrás ahora.

Pero la confusión... esa confusión. Ese amar y odiar a la vez. Sentirte rota por quien te ama. Sentir, una vez más, que quién más te quiere es quien mas daño puede hacerte. Y aún así seguir amando, seguir.
Seguir
Siempre seguir.

"Sigue adelante, aguanta, aguanta, sigue, aguanta, tu puedes, no te rindas, sigue"

Me encantaría poder sentir alguna vez que no es necesario seguir y aguantar, que no tengo nada que superar, que no estoy rota. Que no duele.

Es muy difícil quererse a una misma cuando sientes que todo lo estás haciendo mal, que todo lo has hecho mal. Aunque haya una parte de ti que diga que eso es mentira.

Hoy tengo mucho frío, y creo que no es solo frío físico. Es frío emocional, es frío en el alma. Son ganas de sentir algo que no consigo sentir, de superar algo que no consigo superar.

Y luego el asco, ese indescriptible asco que no paro de sentir y que me provoca ganas de vomitar. Que, literalmente, me ha hecho vomitar. Nunca había pasado por un asco que me llevara a ese nivel.

Y la rabia. La rabia que me invade una y otra y otra y otra vez. Pero a ella ya la conozco, a ella ya estoy acostumbrada a controlarla.

¿Habéis visto "Inside Out"?
Ahora mismo mi cerebro es exactamente eso. Ira, Miedo, Asco, Tristeza, Alegría.
Es jodidamente complicado aclarar la mente y ser lógica, continuar la vida como si nada. Amar.
¿Cómo es que no metieron al amor en esa peli?

Tu amor que viene y que va, siguiendo las estaciones. Tu amor es causa y efecto de mis canciones.

Necesito parar. Y volver a llorar mucho. Y luego arrepentirme de darle poder. Y luego pasar y que me de igual. Y luego dormirme. Y mañana levantarme positiva. Y continuar el día alegre. Y acostarme, una vez más, triste.
Y sobrevivir.

Pronto la empatía vencerá al dolor. Para eso estoy hecha. Para olvidar, para empatizar. Para aguantar.

Una de las cosas que mejor recuerdo de mi infancia es a mi madre diciéndome "Aguanta cielo, ya quedan *dos, tres, cuatro o los años que toquen*, "ya queda menos", "Irene tu puedes". Yo lloraba y ella me recordaba que yo podía, que sabía que era duro, pero que merecía la pena aguantar, que después todo sería mejor.
Recuerdo su rabia en 2011. Su pura rabia. Su odio. Ahí no tenía excusa que darme, no había un "Merece la pena aguantar", ahí solo podía sentir rabia mientras yo me derrumbaba. Y, ¿para qué? ¿para mantener esa rabia 7 años después? ¿para nunca avanzar? ¿para odiarle en 2014 por caer en la trampa? ¿para volver a odiarle ahora?

Perdón y olvido.

Si la rabia no te olvida es porque tu no has olvidado.

Miro tu cuerpo pensando en todo lo que ha tocado, sentido, vivido. Y me da mucho asco. Y mucha pena. Y me das asco. Y me das pena. Y yo también me doy pena, por seguir aquí, manteniéndote importante en mi vida. Deseando que desaparezcas y sin hacer nada para ello.
Me alivia un poco saber que él siente lo mismo.

Pero me quedo con cómo me mira. Me quedo con su forma de abrazarme, de estar a mi lado pase lo que pase. Me quedo con el tiempo vivido, con lo real, con lo que importa.
Aunque en noches como esta no sea capaz de verlo, y sienta que todo lo bueno que digo es falso. Aunque mañana me arrepienta de escribir

Vuelvo a necesitar ayuda, y ya no me parece tan malo reconocerlo. Sobreviví a 2014 y 2015 gracias a esa ayuda. Tendré que sobrevivir también esta vez.

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3:19 a.m. (Y ya estamos en diciembre)

Acabo de contárselo todo a mi madre. Me siento mejor. Estoy mucho más tranquila. También lo he volcado en el grupo de apoyo, que tenía ya abandonado. Hay costumbres que no debería haber perdido.
Ahora voy a leer un buen rato, para acostarme con otra cosa en la cabeza.
Y mañana será otro día. Y veré a Raúl.
Y estaré con mi hijo.

Dios, cómo adoro a mi hijo. No habría podido tener más suerte al tenerle. Y él me adora a mi. Y somos felices juntos.
Qué ganas de achucharle a besos me han dado de pronto.

Toca terminar esta entrada/diario, que no sé ni qué estructura o redacción tiene, solo sé que es tan confusa como yo. Quizá esté rota y sin sentido, como yo también.

Si nunca quise ganar ¿cómo voy a perder?, a veces alejarse te acerca también. 
Aprendí qué era vivir cuando en el camino cogí la piedra en la que yo caí y aprendí como usarla.

Amar la trama más que el desenlace

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