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martes, 11 de septiembre de 2018

Perdón y Olvido

¿Hasta qué punto somos capaces de perdonar y olvidar de verdad?
¿O qué hay de la frase "perdono pero no olvido"?


Mi conclusión es que no se puede llegar a perdonar de verdad a no ser que olvides. Y no me refiero a olvidar el acto que te hizo daño en si, si no el cómo te hizo sentir. Sobre todo cuando el daño es grande.

Me suele pasar que olvido fácilmente cuando alguien me hace daño. Recuerdo lo que pasó, recuerdo esa sensación de haber estado mal... pero en realidad el sentimiento no es "palpable", no lo noto ni lo siento, solo sé que me dolió. Por eso acabo perdonándolo.

Al final siempre es eso, acabo perdonando lo que olvido.

Pero... ¿qué pasa con las cosas que no olvidas, pero que quieres perdonar?
Entiendes porqué pasó, entiendes que no volverá a pasar, entiendes que la persona pese a todo te quiere... pero sigue doliendo como si estuviera pasando ahora mismo, como la primera vez. Sientes el mismo vacío en el pecho, sientes cómo se te abre el alma y se te desgarra, sientes esas lágrimas golpeándote los ojos intentando salir mientras a la vez no paras de enfadarte contigo misma porque no entiendes porqué tienes que sentirte así. 
Si tu has perdonado... ¿por qué sigue ahí ese dolor, por qué sigues sufriendo? Y, mas importante aún, ¿cómo hacer que pare?


¿Cómo hacer que pare?
¿Cómo frenas las lágrimas, los recuerdos, las ganas de gritar?
¿Cómo perdonas un daño tan enorme?


¿Y si nunca soy capaz de perdonar de verdad?

Me paso la vida preguntándome si algún día lo superaré. O si simplemente acabaré rindiéndome y aceptando que hay cosas que no se pueden perdonar y que jamás se irán.

Sin embargo... me da pánico que gane la segunda opción. Porque entonces llegará un momento en el que no podré seguir, porque sé que nunca podré ser feliz de verdad en este camino. Y entonces escogeré otro. Uno más sencillo, uno que no me traiga tanto dolor en sus recuerdos. El camino fácil, el que jamás me llenará por completo.

Pero es que este dolor... 
Recuerdo un día, aquella foto, mi grito automático, el que me dejó sin voz. Me veo de nuevo tirando las cosas de mi cuarto, siento la agonía, el querer morirme, la angustia, el no entender nada, el dolor cada vez más grande. Los golpes al armario, a las paredes, la sangre en los nudillos. Mi hermana, sus brazos, su voz intentando calmarme. La puerta, deslizarme hacia abajo, que ella lo hiciera conmigo, llorar. Volver a gritar. Volver a llorar. Levantarme y volver a dar golpes. Y la eterna pregunta. La puta pregunta de mi vida ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Por qué yo?
Y volver a llorar. Y no parar de hacerlo durante meses. Y seguir haciéndolo cada vez que se me viene a la cabeza aquel día. Aquella época. La desesperación absoluta.
Desesperación.


He estado mal muchas veces en mi vida. Muchísimas. Pero nunca como aquella vez, nunca de esta manera. No con ese desgarro por dentro. Supliqué cuando ya era tarde. Ya nunca habría marcha atrás. Nunca la hay.
Las acciones se quedan grabadas para siempre, las consecuencias, a veces, también.


Nunca he entendido a la gente que desea la muerte de otras personas. Creo que es algo demasiado grave de desear.
Y pese a eso, hay una persona, una sola en el mundo, cuya desaparición yo desearía.


Y eso si que me da verdadero pánico.

Soy una persona diferente desde entonces. Me hice dura, me hice de piedra. No se me puede volver a romper porque ya no hay nada que romper. Porque la Irene que salió de aquello es la misma Irene que sacó adelante a su hijo sola, que aprobó bachillerato sola, que ha sacado dos años de carrera a la primera sola, que recuperó su vida sola. Que siguió adelante sola. Que sabe que siempre va a ser capaz de estar sola. Y que solo puede contar consigo misma.

Desde entonces, también, me volví mas cerrada. Ya no me sale contar todo lo que siento o se me pasa por la cabeza. Ya no me salen las palabras para expresar qué me  está ocurriendo por dentro. Mi vida y yo misma cambiamos por completo en un giro de 180 grados.

¿Pero y ahora qué? 
¿Quién convence a aquella Irene que se rompió para siempre de que debe olvidar... y perdonar al verdugo?

martes, 4 de septiembre de 2018

Verdades a medias

Ha pasado el verano. Ha pasado mi cumpleaños. Me he matriculado en un nuevo curso. Han dado otra vuelta las cosas. 

Es hora de volver a empezar, como cada año, como cada vez que me rompo y me recompongo, como cada vez que creo que todo se acaba y la vida me demuestra que no, que cuando tocas fondo significa que vas a comenzar otro camino, aunque sea un camino subterráneo. 

Y, como siempre, Laura está conmigo. Aunque no pueda ir a verla en octubre a Madrid.

Sabemos que el destino
Piedad no va a tener
Mucho más que lo que tienes
Cuenta si amas y el porqué
Cuenta a quién amas y el porqué

El amor es siempre amor, y ante todo, gana.


Él... ha sido mi pilar este verano. Ha sido mi oxígeno. Aguantando hasta la más fuerte de las tormentas. Creo que me ha demostrado más en estos meses que en todos los años que hace que nos conocemos, y creo que es una prueba más de que hice lo correcto, de que estoy luchando por algo que merece la pena. 
Le quiero. Me quiere. 

Tengo que confiar en mi y recordar quién soy, cuánto valgo, de todo lo que soy capaz. No puedo olvidar todo lo que he superado, porque tengo un millón de razones para seguir adelante. Siempre.

Este año empiezo las prácticas. Voy a ser tremendamente feliz. Me lo prometo.


No se te ocurra volver a mí nunca más
Cuando renuncio a estar frente a ti de rodillas
Tú eres quien dice que el suelo frío no está
Y eso me lleva a echar hoy por tierra el dolor
No había un sitio mejor

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
No te acompaño ya porque no hay más razones
Pobres verdades a medias, son media verdad

Mi corazón agotado me ha dado el aviso
Siempre obstinado, siempre a sí mismo fiel
Te has convertido en el viento helado de octubre

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
No te acompaño ya porque no hay más razones
Pobres verdades a medias, son media verdad
Y mueren las frases a medias por no ser verdad

Tirémoslo todo, deprisa que poco te importa
Incluso la rabia se ha ido
Al ver que no es nada lo poco que queda

Cuánta violencia usaste al decirme te quiero
Fue inútil como un disparo

Será que la amistad se ahogó en tu sangre fría
Que tu fidelidad se refugió en la mía
Ya no querré cambiar todas tus convicciones
Mueren las frases a medias por ser la mitad