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miércoles, 19 de mayo de 2021

Vivir en grises

Uno de los dolores más fuertes de las personas que nos estamos quedando ciegas es el sentir que tienes que dejar de hacer las cosas que te apasionan. Leer, hacer puzles, dibujar, escribir… son todas esas cosas que te entretienen, que te sirven para despejarte, para sentirte mejor, y que de pronto un día te das cuenta de que ya no tienes la capacidad para hacer. Por suerte, yo aún no he llegado hasta ese nivel, sin embargo, ya van 3 o 4 días en los que me duelen tanto los ojos y tengo tan mala vista que no puedo hacer ninguna de esas cosas. Tengo antojo de hacer un puzle desde hace días, pero no soy capaz porque los ojos me duelen demasiado. Tengo muchas ganas de leer, pero tampoco puedo. Y si estoy escribiendo esto ahora es gracias al modo “Dictar” que tiene Word, porque escribir, ahora mismo, tampoco puedo.

Creo que es muy difícil para las personas que no tienen este tipo de problemas entender hasta qué punto la vista es un sentido tan importante. Soy consciente de que se puede vivir siendo ciega, y conozco a personas maravillosas con mucha menos visión que yo y que aun así están logrando sus metas y sus sueños, pero eso no quita que cada día me levante envuelta en pánico pensando en ese día en el que al despertarme ya no vea nada, que todo sea gris y que ya no pueda hacer un puzle, o dibujar, o leer.

En realidad sé que tengo mucha suerte, que podría ser mucho peor, pero aun así no deja de dolerme algo que aún no entiendo porqué tuvo que pasarme a mí.

Que en este momento cosas tan simples como coger el móvil, responder mensajes, jugar a juegos… me sean tan complicadas es solo un pequeño avance de lo que sé que será mi futuro más tarde o más temprano, y aunque trabajo cada día para que esa pérdida total de visión llegue lo más tarde posible, hay días, como hoy, en los que me siento una completa inútil. En los que no puedo avanzar en un curso que me encanta, ni cuidar a mi hijo o mi sobrino, en los que no puedo despejarme, en los que no consigo hacer nada para sentirme mejor.

Ojalá tener una varita mágica que todo lo cure, ojalá aprender a vivir con la vista que me ha tocado, ojalá no sentirme como me siento y ser capaz de ser más positiva o de tomar ejemplo de esas maravillosas personas que me rodean y demuestran lo que es la verdadera superación día tras día. Ojalá no sentirme tan pequeña.

Cuiden su vista, cuiden todos sus sentidos, porque no saben el tesoro que tienen.

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