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lunes, 18 de mayo de 2020

Karma

¿Cuántos de vosotros creéis en el karma?

Yo creo fuertemente en él. No me preguntéis por qué.
Quizá porque siempre he pensado que lo malo que me pasa es en justicia por el daño que he causado o las cosas que he hecho mal. Y que las cosas buenas son para premiar las que yo hice o hago. 

Tengo 28 años y siento que no me conozco, que no sé quién soy, qué quiero, qué necesito, porqué hago las cosas. 

El teléfono me dice que estás viva, pero solo veo distancia.

Me duele mucho el corazón, me duele mucho el alma. Ojalá mi gata estuviera aquí para abrazarme a ella. Desde que no está no he vuelto a sentir que duermo realmente bien. Siempre falta algo. Siempre va a faltar. Nunca pensé que de verdad la echaría tantísimo de menos.

Llevo años encerrada en mi misma, sin sentir que haya alguien que me entienda. Llevo años sintiendo que estoy rota. Sola. Y también siento que me gusta estar así. Es más fácil no contar nada, no expresar nada, no escuchar nada de vuelta.

¿Dónde está la Irene de 2016? En serio, ¿Dónde está? ¿En qué momento se perdió? ¿En mayo? ¿En septiembre? ¿Fue en febrero, cuando todo volvió a comenzar?
Quizá fue solo un espejismo que nunca llegó a existir. 

Nunca he sabido tomar decisiones, nunca lo he hecho bien. Al final siempre me arrepiento de todo, al final veo que tendría que haber tomado otros caminos. Y ahora no soy capaz de tomar ninguna porque me da miedo verme en un año arrepintiéndome de lo que decidí hoy. 
¿Y qué ocurre mientras?
Que hago daño a los que me rodean.
Como siempre.

José Manuel es mi ancla. Él es mi soporte. Y vivo muerta de miedo ante la idea de hacerle daño, de estropear su vida como estropeé la mía. 

No voy a tener graduación. Ni viaje de fin de carrera. Y no sabéis lo que me duele, lo que se me clava en el alma. Aunque en realidad no sea importante, aunque parezca una auténtica tontería. Siento que me han robado el premio por mi esfuerzo estos años, y entonces recuerdo que no me he esforzado tanto, y el karma viene a recordarme que es lo que me he ganado tras pasar cuatro años haciendo pensar a la gente que era buena en mi carrera cuando lo único que soy es un fraude con mucha suerte. Por eso no tengo mi graduación, ni mi viaje. Porque en realidad no me los he ganado.

Mi cabeza es un torbellino. Es un auténtico torbellino que no consigo parar. Nadie va a escuchar mis gritos de auxilio.

Un hombre cansado que sube de un bar, ese soy yo,
Cartel de cerrado en el paraíso,
El corazón me pide una tregua,
La luz de reserva se encendió.

Daría mi mundo por poder coger las maletas y a mi hijo y marcharme lejos. Muy lejos. Empezar de nuevo. Huir. Él y yo solos, felices en algún lugar remoto.
Pero es un pensamiento egoísta, porque él no sería feliz. Él echaría demasiado de menos. 
Ojalá pudiera decir lo mismo de mi.

Mi profesor de Salud nos contó que lo máximo que una persona puede estar llorando seguido son 10 minutos. El cuerpo humano no admite más tiempo de lágrimas. Desde entonces, cada vez que lloro pienso que va a durar como máximo diez minutos, y me siento algo mejor. Aunque otras veces siento que me gustaría pasarme llorando el resto de mi vida. 

De verdad que siento que alguien me aprieta el pecho. Me duele, y me duele, y me duele. Y no consigo pensar o tomar decisiones de forma lógica. No consigo dormir. Estoy aquí frente al ordenador y la simple idea de echarme en la cama me da una ansiedad enorme. 

Ojalá tener las cosas tan claras como los protagonistas de los libros que leo. Ojalá todo fuera tan fácil y sencillo. 

Escribir siempre me ayuda, y sin embargo esta vez no consigo que haga efecto, no me está sirviendo, sigo igual de enredada que al principio y me araña el dolor por dentro. Me están arañando el alma.

Ojalá subiera mi madre y me abrazara, y me hiciera sentir protegida, y segura. Ojalá me abrazara fuerte y me diera algún beso, sin exigirme nada, solo con la intención de hacerme sentir mejor.
Pero mi madre no es así, si mi madre sube ahora y me ve llorando se preocupará, pero me dirá que me tranquilice y me acueste. Sin nada más. Me dirá un "tienes que ser fuerte y seguir adelante"  me dirá un "no es tan grave". Y me dará un abrazo breve e incómodo. 
En realidad lo más probable es que se enfadase porque es muy tarde y en lugar de estar dormida estoy llorando. Me diría desde la puerta y con voz de fastidio "Venga, cálmate y vete a la cama ya".
Creo que necesito tanto a Mimi porque era la única que al verme mal venía a abrazarme simplemente. Sin nada más, y se quedaba conmigo pasara lo que pasara. Con ella no estaba sola. 

Que nadie me quería como tu a mi en el mundo...

Cada vez que paro de escribir miro el móvil, esperando que alguien haya acudido a rescatarme. Queriendo ver alguna notificación que me saque de esta angustia. 

Pero son las cuatro de la mañana. No va a pasar. 
Me leeré otro libro, o veré otra serie. O seguiré llorando hasta quedarme dormida. 

Al menos Mumi está esta noche conmigo.

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