Son las 7 de la mañana, y hace algo menos de una hora que he llegado a casa después de un día de feria con mis amigos.
Lo lógico sería tener ganas de dormir (que las tengo), pero mi necesidad principal ahora mismo es escribir.
Lo necesito porque llevo tantos sentimientos encima que se me desbordan.
Demasiados.
Se me desborda un amor infinito, un agradecimiento profundo.
Me pasa siempre que llego a casa después de verle y el día ha sido de esos de miradas infinitas, besos increíbles y el corazón hinchado.
Me pasa siempre también cuando llego a casa después de un día con todos los demás, lleno de risas, muchísimas risas, lleno de hacer el tonto, de conocer gente, de salseos y estupideces.
La feria ha tenido ambas cosas, y yo, que ni siquiera soy muy feriante, he tenido dos días que han sido espectaculares.
Pero os voy a ser sincera. Estoy muerta de miedo. Estoy absolutamente acojonada y, si pienso en cómo estará todo dentro de unos meses le tengo pánico a la posible respuesta. Me da miedo perder lo que tengo ahora mismo, que se acabe torciendo, que acabe saliendo mal.
Intento no pensar en ello, centrarme en el ahora, el hoy. En disfrutar todo lo bonito que me rodea.
Lo estoy sintiendo todo, cómo no, muy intensamente. Siento de forma intensa el amor, lo bueno, lo malo. Y recuerdo lo que me dice mi psicóloga de que eso no es algo malo, que es mi forma de vivirlo y que es maravillosa, pero también recuerdo a mi hermana diciéndome que los golpes después de la euforia son peores.
Pero es que estoy tan en paz dentro del caos... ¿cómo es posible tanta dicotomía? ¿Que unos aspectos de mi vida sean un desastre y me hagan sentir las cosas más feas que os podéis imaginar, y que haya otros que me provoquen una felicidad tan inmensa?
En un mismo día puedo pasar de la euforia total a la tristeza profunda solo dependiendo de lo que me rodeo o en lo que piense, y, de verdad, es agotador.
Me repiten que me rodee de lo que me hace feliz, que me centre en esas cosas que me atan a la vida. Y juro que estoy en ello.
La gente que me rodea es tan maravillosa...
Y sí, me da pánico sentir todo lo que siento, y me dan miedo sus consecuencias a futuro y todo lo que puede salir mal. Pero pienso vivirlo, disfrutarlo, empaparme de todas esas sensaciones... y ya veremos como me enfrento a lo que esté por venir.
Total, al final es lo que siempre he hecho. Y siempre sobrevivo, ¿no?
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