No sé muy bien cómo explicarme.
Llevo días sumida en una tristeza profunda que, siendo razonables a simple vista, no tiene sentido. Una relación a distancia ni es algo tan grave ni es el fin del mundo, más aún si hay amor, comunicación y capacidad para llevarla.
Y entonces, hablando con Danil, fui consciente de la realidad. Y la realidad es que hablar de esto, echarle la culpa de mi estado a que se haya ido, es lo fácil, lo sencillo, lo que todo el mundo va a entender... pero ni de lejos es lo más grave o lo que mas me afecta, porque en realidad es algo en lo que confío y que me da tranquilidad, porque sé que ambos estamos igual de volcados en que salga bien.
Lo cierto es que solo ha sido la gota que ha desbordado mi vaso.
Iba a casarme. Estábamos buscando piso. Nos conocíamos, nos compenetrábamos. No era sencillo, pero era nuestro. No estábamos listos, pero si en proceso.
Le echo de menos. Es una realidad que nunca me quiero admitir, pero le echo muchísimo de menos. Echo de menos poder contar con él, la rutina que teníamos, su forma de cuidar de mi. Su cariño, sus palabras de afecto. Echo de menos sentir que mi familia no está tan rota, que podría acabar siendo una de esas familias estructuradas y normativas que nunca tuve y que siempre quise. Echo de menos el futuro que nunca va a ser. Echo de menos a la persona que más me ha conocido en toda mi vida, a la persona que más conozco.
Hemos crecido juntos, se suponía que íbamos a envejecer juntos. Han sido diecisiete años de amor permanente, pese a todos los altibajos.
Y ya no está. Y ya no hay nada. Y, lo peor, no quiero que lo haya. No quiero por nada del mundo volver atrás, no quiero tenerle cerca, no quiero ningún roce con él, no quiero que jamás vuelva a estar en mi vida. Aunque a veces aún me descoloque el mundo cuando aparece. Tengo muy claro que no lo quiero aquí.
Llevo analizando estos diecisiete años todo este tiempo, estos meses... y he llegado a la conclusión de que no es justo. De que nunca lo ha sido. Perdoné cosas que no debería haber perdonado, seguimos cuando no deberíamos haber seguido. Hemos estirado el chicle hasta romperlo, y se ha roto muy mal.
Solo me quedan sentimientos negativos, este casi odio, este coraje, esta rabia. Odiarle por romperlo todo. Por seguir haciendolo con su actitud, por no poder sentirme segura, menos aún si está cerca. Por el miedo que he desarrollado hacia él.
Tengo la sensación de que jamás volveré a estar segura. Si le he perdido a él, si él me ha perdido a mi... no sé ni cómo seguir esta entrada. Sigo reviviendo esa mañana, la noche anterior, la semana entera. Analizando cada palabra, acto y pensamiento.
Me siento absolutamente rota.
Me siento una absoluta fracasada. Me siento un fracaso como madre, aunque la lógica diga que he hecho todo lo posible por mi hijo. Me siento un fracaso como novia, como ex, como persona. Sé que será una racha, sé que acabaré superándolo. Pero también sé que han sido demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.
Estoy agotada en absolutamente todos los sentidos. Y, si ya de por si mantener una relación requiere esfuerzo, si encima es a distancia requiere el triple, y creo que mi cuerpo ya no da más, por eso se ha apagado. Y no es la relación la que lo apaga, es el cansancio, el no poder con todo, la necesidad de rendirse y decir simplemente "no puedo".
No puedo con las pérdidas, no puedo con el duelo. No puedo con seguir gestionando a mi último ex, las cosas que aún tengo pendientes con él y seguir recuperándome del daño que hizo. No puedo con lo que ocurrió en marzo y que volcó todo mi mundo, no puedo con estos sentimientos y este dolor infinito. No puedo con el sentimiento de culpabilidad respecto a la vida de mi hijo y su futuro. No puedo con el sentimiento de soledad.
Y creo que tengo derecho a no poder. Creo que tengo derecho a estar sin ganas de hacer nada, tengo derecho a olvidarme de comer y no tener hambre, a estar llorando o durmiendo 24/7, a no querer trabajar, hablar ni salir. Tengo derecho a hundirme, porque me paso la vida luchando por no hacerlo.
Y eso agota. Y ya no puedo mas.
Sé que no estaré siempre así. Pero tampoco tengo prisa en averiguar cuánto va a durar. Me merezco un descanso, merezco dejar de pensar en cómo seguir adelante.
Quien se quiera quedar en el proceso, que se quede. Quien se quiera ir que se vaya. Quien quiera cuidarme, yo encantada. Quien quiera exigirme, mejor que desaparezca.
Lo que sí tengo claro ahora mismo es que no soy un problema. Mis cosas me las gestiono sola, ni arrastro a nadie ni hago daño a nadie por no gestionarlas bien. Sigo entregandome a los demás, sigo estando si me necesitan. No obligo a nadie a quedarse, no obligo a nadie a apoyarme ni a estar ahí. Quien está es porque lo elige libremente, y si me eligen es porque lo que ofrezco merece la pena.
Así que sí, ahora estoy en un momento muy bajo y quizá no seré "la de siempre", pero esto también soy yo, y creo que lo importante es que al final lo sigo intentando. Continúo en el proceso.
Aunque ahora mismo me haya rendido y necesite una pausa.
He perdido demasiado, necesito descansar.
Paciencia, yo hacía cosas q disfrutaba, mientras las hacía no pensaba...y poco a poco las cosas se van curando
ResponderEliminar