Hoy le he visto. Ya sin ser nada.
Ha ido mejor de lo que esperaba, la verdad. Pero he confirmado que voy a echarle muchísimo de menos, aunque si no tengo relación con él lo llevaré mejor.
Estoy tremendamente agobiada últimamente entre esto, el niño, la facultad, mi familia y mi casa. No tengo mal ánimo del todo, pero sí una angustia enorme. Mañana veo a mi padre, y estoy muerta de miedo porque le necesito tanto que si lo veo y acabo mal porque se ponga en plan tonto... creo que llegaré destrozada a casa. Y será culpa mía por darle ese poder.
Estoy echando de menos a demasiadas personas.
Y estoy dolida, me duele todo por dentro. Mantenerme en pie a veces me cuesta muchísimo más de lo que esperaba que costaría, y hay momentos en los que rozo la desesperación absoluta, como esta mañana, cuando tras una conversación con mi hermana he necesitado salir corriendo para no romperme por completo.
Mi hijo está enfadado conmigo porque no juego con él. Y me lo merezco, tengo que admitir que me lo merezco. Necesito cambiar prioridades y hábitos.
He empezado ya como tres frases con pensamientos distintos y todas las he borrado. No se muy bien como desentrañar todos los nudos que llevo dentro.
Echo de menos a Pablo. Y a Raúl.
Ojalá este fin de semana me venga bien.
Y solo me duele la voz si me quedo callado.
Llega el pasado pidiendo perdón, y el futuro cumpliendo condena.
Ten el valor de sentir lo que digas y hazlo.
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