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miércoles, 29 de enero de 2025

Bendito Blog, cómo te quiero

He acabado gritando. Gritando mucho, muchísimo. Y llorando todo lo que no he llorado estos dos días atrás. 

He gritado que quiero volver con él, que estoy dispuesta a hacer lo que él quiera y cuando él quiera, que jamás volveré a poner pegas a sus planes, que iré a su casa todos los días o al menos todos los que no tenga al niño, que no le exigiré nada, que lo haremos a su manera. Que yo solo quiero estar con él. Y juro, de verdad que juro que he estado a punto de llamarlo y decirle que volvamos, que quiero ser su novia y que estemos bien y a su manera, que me da igual todo lo demás. 

No paro de pensar en si me leerá, en si verá mis fotos, en si se ha metido en su galería del móvil en algún momento y se ha roto al ver nuestras fotos, como me ha pasado a mi. A veces hasta he querido publicar algo solo para que él lo vea, pero me he frenado porque no quiero ser así, no quiero mandar indirectas, retuitear o publicar cosas solo para que él las vea, quiero subir, publicar o escribir solo para mi, solo lo que yo quiero y necesito, lo vea quien lo vea, sin pensar en el resto, solo en mi.

Nada es suficiente. Nada nunca es suficiente. 
El dolor me está desgarrando, el vacío en el pecho cada vez me inunda más. 
Necesito que esto pare. Lo necesito.

Y no lo consigo.

Ahora mismo deberíamos estar juntos, preparando las maletas y las cosas para irnos a Salou, mañana tendríamos que pasar juntos las horas de tren, tendríamos que bajarnos en la estación e ir a nuestra habitación de hotel, y pasar esos días increíbles juntos.

Pero no va a pasar, me voy sola. Yo sola. Y ni siquiera sé si lograré ser buena compañía o una persona útil para quienes me recibirán allí.

He parado de escribir tras el último párrafo. Y he pensado en este viaje. En cómo será. 
Me encanta viajar en tren, y me gusta hacerlo sola, porque puedo leer, escribir, o cualquier otra cosa sin pensar en nadie más, son solo horas para mi. 
Mi prima y Yoli me recibirán en la estación hiper contentas, me abrazarán fuerte, y comenzará una explosión de emoción, palabras, sentimientos... me contarán cosas mientras llegamos al piso, una vez allí conoceré a los demás, nos reiremos, me probaré el traje. Después me arreglaré y maquillaré, nos iremos de fiesta. El viernes también haremos cosas, el sábado será colosal y agotador, y el domingo volveré a coger el tren, cansada, con mil experiencias en la maleta y agradecida en el alma con la gente de Salou. 

Y entonces he pensado en cómo sería este mismo viaje con él. Y sé que estaría tensa, como lo estuve para el de Madrid. Sé que estaría pensando en qué cosas pueden molestarle, sé que me preocuparía si se está divirtiendo, que no estaría a gusto, que no llegaría a relajarme. Sé que no disfrutaría el viaje de verdad.

Y entonces he recordado el resto de viajes, el primero a Tarifa, Madrid, Málaga... y he recordado que en ninguno estuve a gusto o feliz. Que el mejor fue el de Madrid, y porque estuvieron mis amigos también. Que los viajes a solas siempre fueron un fracaso porque estuve tensa, porque fue difícil ponerse de acuerdo y porque no me sentí atendida. Que tras el primer viaje, que fue solo un mes después de empezar a salir... ya hablé con él sobre que sentía que no funcionaba. Y su respuesta fue "ya me lo imaginaba, después de tu acabar de salir de una relación larga es difícil que esto funcione"

Un mes. El primer viaje.
¿Cómo hemos durado tanto?

Si nunca me he sentido deseada, deseada de verdad, salvo las primeras veces, nunca he llegado a ver verdaderas ganas por su parte de acostarse conmigo, nunca le he visto mirarme como yo le miraba a él, disfrutar como lo hacía yo.

Si no me sentía escuchada, si él estaba todo el tiempo mirando el móvil, si aunque no estuviera con el móvil, no solía echarme cuenta al hablarle, si me daba pánico estar mal, porque sabía que él no iba a llevarlo bien.

Si casi nunca hacíamos cosas juntos a solas, salvo estar en su casa y ver la tele. Si tuve que rogarle hacer planes románticos, si no usábamos tiempo de calidad en nosotros dos. Si él solo quería estar en grupo.

Si pocas veces me sentí prioridad. 

Si me daban miedo sus reacciones y las consecuencias de las cosas que iban ocurriendo.

Si lo fui sacrificando todo. 

Él dejó de confiar en mi. Y es posible que tenga razón. Es posible que, de forma inconsciente, buscase fuera lo que no encontraba con él. Sentirme deseada, atendida, prioridad. 

Hubo muchísimas alarmas y no quise escuchar ninguna.

Lo que no entiendo es por qué no quise escucharlas.

Quizá fue porque no quería otro fracaso en mi expediente, porque ya había sacrificado mi relación con Dani y otras muchas cosas para estar con él. Quizá porque no quería darle la razón a mi madre y admitir que me había equivocado. Quizá porque amaba a su perro y a su familia y me negaba a perderles. Quizá porque sigo intentando salvar y reparar todo lo que veo roto, aunque me rompa yo misma en el camino. 

La realidad, de la forma más objetiva, dentro de la subjetividad de los sentimientos... es que nunca llegué a ser feliz de verdad con él. 

Hubo momentos, días. Épocas. Pero no estabilidad.

En mis primeras conversaciones con Germán sobre él ya me quejaba de cosas básicas. Y Germán ya me avisaba de que me estaba enamorando y que tenía que decidir si merecía la pena.

Decidí enamorarme.

Y me equivoqué.

En la historia no hay buenos ni hay malos, ni él es el demonio ni yo una santa, yo no hice cosas solo para acostarme con cualquiera ni soy un monstruo, y él me quiso muchísimo y lo intentó, sé que lo intentó. 

Pero no funcionamos. 
Yo sé lo que quiero. Lo sé. 

Quiero una historia de comedia romántica, sentirme la persona más deseada del mundo, tener sexo a menudo, disfrutarlo e innovar cosas, quiero una relación donde se rompan rutinas y que a la vez estar juntos sea la rutina que más paz de. Quiero tener una relación romántica, donde ambos tengamos detalles continuos, donde no nos acomodemos, donde aunque nos tengamos, sigamos queriendo enamorar al otro cada día de una forma distinta.
Quiero pelearme con mi pareja y que después podamos hablar las cosas, quiero alguien que me diga claro lo que siente, lo que necesita y lo que quiere. Que me diga de frente las cosas en las que la cago, que me explique como y por qué le he hecho daño, para que yo pueda evitar el volver a hacerlo. Donde yo pueda hacer lo mismo en la situación inversa. 
Quiero que quien sea mi pareja también sea mi mejor amiga.

Y ese no era él. 
Igual que no lo fue Dani, ni Joshua, ni Raúl o Jose.

Quizás no exista, quizá no encuentre nunca a esa persona. 
Pero tampoco debería conformarme con algo que no quiero. 
Para eso prefiero estar sola.

Disfrutar sola.
Conocer gente.
Acostarme con quien quiera, experimentar cosas nuevas.
Salir a divertirme.
Quedarme en casa haciendo puzles.
Jugar a los sims.
Volver a leer.
Estudiar.

Avanzar. 

Estuve sola casi cinco años, y fueron años duros, pero también maravillosos. Sé que puedo estar sola.

Lo que no sé es cómo evitar enamorarme. 

Pero acabaré aprendiendo a elegir solo aquello que me hace bien, sea el camino que sea.

Y sé que puedo. 



P.D. Por esto me encanta escribir, porque cuando lo hago mis pensamientos se aclaran, porque el lío de mi cabeza se va deshaciendo, porque empiezo hecha jirones y termino siendo fuerte, porque me desahogo y me conozco más a mi misma, porque en un párrafo cambio mi estado de ánimo. 
Porque en un año podré leer esta entrada y saber que lo logré. 

Bendito blog, cómo te quiero.

Y además... hoy he firmado un documento importate 💜

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