Hoy es 3 de febrero, lunes.
He vuelto al trabajo tras dos semanas (la primera de baja, la segunda por vacaciones).
Aquel lunes, 20 de enero, me dejó tan, pero tan rota, que al día siguiente no pude levantarme para ir a trabajar. Han pasado dos semanas.
La vida sigue.
Pero sigo rota.
Ayer me prometí que comenzaría a esforzarme aún más por continuar, por seguir sanando, por cuidar y valorar a quien me rodea.
Mi primer y ultimo pensamiento cuando duermo sigue siendo él, aparte de las millones de veces que le recuerdo durante todo el día.
Intento recordar, como siempre, la frase de Rocío, lo que yo misma escribí hace unos meses en ¿Qué está haciendo él? , y me recuerdo, porque le conozco, que no piensa en mi ni la mitad que yo en él. Aunque si creo que me echará de menos en algunos momentos, que su casa debe recordarle mi ausencia a veces. Pero a él se le da mejor seguir adelante, se le da mejor pensar mal y dejar ir. Ojalá ser cómo él en ese aspecto, o como Germán, que también es capaz de irse en cuanto le hacen daño. Ojalá no haberme quedado tanto. Ojalá no me doliera tanto tener esa certeza, la de que él conseguirá olvidarme mucho antes que yo a él, aunque la decisión de terminar la tomase yo.
Y no lo estoy criticando, no va en ese sentido, de verdad que no. Sé que lo intentó, sé que hizo lo posible por su parte para que funcionase, igual que lo hice yo. Sé que yo también le hice daño en muchas ocasiones. Solo envidio su forma de llevar las emociones, el daño.
He estado tantas veces a punto de llamarle, he pensado tantas veces en decirle "Vamos a volver", que el teléfono ha llegado a quemarme la mano. He pensado en hablarle, en decirle que quiero ver a Dylan, que los echo a ambos demasiado de menos. Pero me da miedo volver a caer, volver a verle y querer besarle, o sentir sus brazos a mi alrededor, tener esas ganas infinitas de abrazarle para siempre. Durante un año mi corazón ha ido luchando y ganando contra mi cerebro, contra todas las cosas que no encajaban, y ha acabado demasiado roto y agotado. No puedo seguir dañándolo. No puedo seguir rompiéndome. Forzando cosas que nunca van a funcionar.
Pero dios, como duele. Yo quería que saliera bien. Yo quería que nos quisiéramos bien, que fuésemos felices. De verdad que duele muchísimo saber y sentir que no podrá ser.
Le sigo queriendo. Seguramente seguiré queriéndole mucho tiempo. Pero ojalá deje pronto de doler tanto. Ojalá hubiera alguna forma de poder ver y cuidar a Dylan sin dejarme a mí misma por el camino.
Estoy harta de las pérdidas.
Lo bueno es que no echo tanto de menos a lo demás, que me he quedado con gente maravillosa, con la que sigo hablando y que sé que seguiré viendo. Que al final ese "medio grupo" solo eran tres personas, y casi ni eso. Que yo no estaba loca. Que no soy tan mala.
Me he propuesto valorar a mi gente, la de siempre, la que me demuestra su amor y cariño, la que me hace fuerte. Los que me escuchan y valoran. Me propongo todos los días seguir adelante.
Y no voy a proponerme dejar de pensar en él, porque sé que es imposible, pero sí voy a intentar redirigir mis pensamientos cuando le recuerde, centrarme en lo que sí tengo, en las cosas que me hacían daño, en por qué me fui.
Lo que se pierda en el camino es porque nunca llegó a estar, porque no merece la pena que se quede. La gente que se va lo hace por una razón, y tengo que aprender a aceptar eso.
Aunque me siga muriendo de ganas de recibir esa llamada. Aunque siga muriendo por cambiar las cosas.
Voy a recuperar mi vida.
Ya me cansé de esperarte, no voy a rogar
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