Aviso a navegantes

Soy responsable de lo que escribo, no de lo que usted entienda o interprete

miércoles, 29 de enero de 2025

Bendito Blog, cómo te quiero

He acabado gritando. Gritando mucho, muchísimo. Y llorando todo lo que no he llorado estos dos días atrás. 

He gritado que quiero volver con él, que estoy dispuesta a hacer lo que él quiera y cuando él quiera, que jamás volveré a poner pegas a sus planes, que iré a su casa todos los días o al menos todos los que no tenga al niño, que no le exigiré nada, que lo haremos a su manera. Que yo solo quiero estar con él. Y juro, de verdad que juro que he estado a punto de llamarlo y decirle que volvamos, que quiero ser su novia y que estemos bien y a su manera, que me da igual todo lo demás. 

No paro de pensar en si me leerá, en si verá mis fotos, en si se ha metido en su galería del móvil en algún momento y se ha roto al ver nuestras fotos, como me ha pasado a mi. A veces hasta he querido publicar algo solo para que él lo vea, pero me he frenado porque no quiero ser así, no quiero mandar indirectas, retuitear o publicar cosas solo para que él las vea, quiero subir, publicar o escribir solo para mi, solo lo que yo quiero y necesito, lo vea quien lo vea, sin pensar en el resto, solo en mi.

Nada es suficiente. Nada nunca es suficiente. 
El dolor me está desgarrando, el vacío en el pecho cada vez me inunda más. 
Necesito que esto pare. Lo necesito.

Y no lo consigo.

Ahora mismo deberíamos estar juntos, preparando las maletas y las cosas para irnos a Salou, mañana tendríamos que pasar juntos las horas de tren, tendríamos que bajarnos en la estación e ir a nuestra habitación de hotel, y pasar esos días increíbles juntos.

Pero no va a pasar, me voy sola. Yo sola. Y ni siquiera sé si lograré ser buena compañía o una persona útil para quienes me recibirán allí.

He parado de escribir tras el último párrafo. Y he pensado en este viaje. En cómo será. 
Me encanta viajar en tren, y me gusta hacerlo sola, porque puedo leer, escribir, o cualquier otra cosa sin pensar en nadie más, son solo horas para mi. 
Mi prima y Yoli me recibirán en la estación hiper contentas, me abrazarán fuerte, y comenzará una explosión de emoción, palabras, sentimientos... me contarán cosas mientras llegamos al piso, una vez allí conoceré a los demás, nos reiremos, me probaré el traje. Después me arreglaré y maquillaré, nos iremos de fiesta. El viernes también haremos cosas, el sábado será colosal y agotador, y el domingo volveré a coger el tren, cansada, con mil experiencias en la maleta y agradecida en el alma con la gente de Salou. 

Y entonces he pensado en cómo sería este mismo viaje con él. Y sé que estaría tensa, como lo estuve para el de Madrid. Sé que estaría pensando en qué cosas pueden molestarle, sé que me preocuparía si se está divirtiendo, que no estaría a gusto, que no llegaría a relajarme. Sé que no disfrutaría el viaje de verdad.

Y entonces he recordado el resto de viajes, el primero a Tarifa, Madrid, Málaga... y he recordado que en ninguno estuve a gusto o feliz. Que el mejor fue el de Madrid, y porque estuvieron mis amigos también. Que los viajes a solas siempre fueron un fracaso porque estuve tensa, porque fue difícil ponerse de acuerdo y porque no me sentí atendida. Que tras el primer viaje, que fue solo un mes después de empezar a salir... ya hablé con él sobre que sentía que no funcionaba. Y su respuesta fue "ya me lo imaginaba, después de tu acabar de salir de una relación larga es difícil que esto funcione"

Un mes. El primer viaje.
¿Cómo hemos durado tanto?

Si nunca me he sentido deseada, deseada de verdad, salvo las primeras veces, nunca he llegado a ver verdaderas ganas por su parte de acostarse conmigo, nunca le he visto mirarme como yo le miraba a él, disfrutar como lo hacía yo.

Si no me sentía escuchada, si él estaba todo el tiempo mirando el móvil, si aunque no estuviera con el móvil, no solía echarme cuenta al hablarle, si me daba pánico estar mal, porque sabía que él no iba a llevarlo bien.

Si casi nunca hacíamos cosas juntos a solas, salvo estar en su casa y ver la tele. Si tuve que rogarle hacer planes románticos, si no usábamos tiempo de calidad en nosotros dos. Si él solo quería estar en grupo.

Si pocas veces me sentí prioridad. 

Si me daban miedo sus reacciones y las consecuencias de las cosas que iban ocurriendo.

Si lo fui sacrificando todo. 

Él dejó de confiar en mi. Y es posible que tenga razón. Es posible que, de forma inconsciente, buscase fuera lo que no encontraba con él. Sentirme deseada, atendida, prioridad. 

Hubo muchísimas alarmas y no quise escuchar ninguna.

Lo que no entiendo es por qué no quise escucharlas.

Quizá fue porque no quería otro fracaso en mi expediente, porque ya había sacrificado mi relación con Dani y otras muchas cosas para estar con él. Quizá porque no quería darle la razón a mi madre y admitir que me había equivocado. Quizá porque amaba a su perro y a su familia y me negaba a perderles. Quizá porque sigo intentando salvar y reparar todo lo que veo roto, aunque me rompa yo misma en el camino. 

La realidad, de la forma más objetiva, dentro de la subjetividad de los sentimientos... es que nunca llegué a ser feliz de verdad con él. 

Hubo momentos, días. Épocas. Pero no estabilidad.

En mis primeras conversaciones con Germán sobre él ya me quejaba de cosas básicas. Y Germán ya me avisaba de que me estaba enamorando y que tenía que decidir si merecía la pena.

Decidí enamorarme.

Y me equivoqué.

En la historia no hay buenos ni hay malos, ni él es el demonio ni yo una santa, yo no hice cosas solo para acostarme con cualquiera ni soy un monstruo, y él me quiso muchísimo y lo intentó, sé que lo intentó. 

Pero no funcionamos. 
Yo sé lo que quiero. Lo sé. 

Quiero una historia de comedia romántica, sentirme la persona más deseada del mundo, tener sexo a menudo, disfrutarlo e innovar cosas, quiero una relación donde se rompan rutinas y que a la vez estar juntos sea la rutina que más paz de. Quiero tener una relación romántica, donde ambos tengamos detalles continuos, donde no nos acomodemos, donde aunque nos tengamos, sigamos queriendo enamorar al otro cada día de una forma distinta.
Quiero pelearme con mi pareja y que después podamos hablar las cosas, quiero alguien que me diga claro lo que siente, lo que necesita y lo que quiere. Que me diga de frente las cosas en las que la cago, que me explique como y por qué le he hecho daño, para que yo pueda evitar el volver a hacerlo. Donde yo pueda hacer lo mismo en la situación inversa. 
Quiero que quien sea mi pareja también sea mi mejor amiga.

Y ese no era él. 
Igual que no lo fue Dani, ni Joshua, ni Raúl o Jose.

Quizás no exista, quizá no encuentre nunca a esa persona. 
Pero tampoco debería conformarme con algo que no quiero. 
Para eso prefiero estar sola.

Disfrutar sola.
Conocer gente.
Acostarme con quien quiera, experimentar cosas nuevas.
Salir a divertirme.
Quedarme en casa haciendo puzles.
Jugar a los sims.
Volver a leer.
Estudiar.

Avanzar. 

Estuve sola casi cinco años, y fueron años duros, pero también maravillosos. Sé que puedo estar sola.

Lo que no sé es cómo evitar enamorarme. 

Pero acabaré aprendiendo a elegir solo aquello que me hace bien, sea el camino que sea.

Y sé que puedo. 



P.D. Por esto me encanta escribir, porque cuando lo hago mis pensamientos se aclaran, porque el lío de mi cabeza se va deshaciendo, porque empiezo hecha jirones y termino siendo fuerte, porque me desahogo y me conozco más a mi misma, porque en un párrafo cambio mi estado de ánimo. 
Porque en un año podré leer esta entrada y saber que lo logré. 

Bendito blog, cómo te quiero.

Y además... hoy he firmado un documento importate 💜

Estoy gritando

Parece que voy mejor.
Parece.

Pero continuamente tengo ganas de gritar. De gritar de verdad. 
Mi interior está gritando.
Se me cruza un pensamiento, me vienen recuerdos, pienso en él, pienso en tantos momentos...

Me ducho y pienso en su ducha, miro a mi perra y pienso en Dylan. Abro el frigorífico y pienso en el suyo. Entro en mi cocina y pienso en cuantas veces cociné en la suya.
Me voy a la cama... y me falta él. Me despierto y no está. Ya no le digo buenos días, ya no hablamos. Miro WhatsApp y ya no está su chat entre los primeros, reenvío algo y ya no me sale en frecuentes. Hago puzles y ya no le envío las fotos. Miro mis llaves y ya no están las de su casa. 

Echo de menos hablar con su madre. He pensado cien veces en hablarle yo, pero tengo pánico. No sé si habrá hablado con ella, no sé qué le habrá contado y no sé qué pensará ahora de mi. Pero ojalá no tuviera que perderlo todo.

Quiero gritar. Estoy gritando, aunque nadie me oiga. Grito fortísimo.

Llevo dos días sin llorar. Los dos primeros días sin llorar. Pero sigo gritando. No sé cuándo voy a dejar de gritar.

Amo a Paula Mattheus, pero la escucho y siempre está él. La descubrí casi a la vez que a él, y tantos las canciones de amor como las de desamor siempre me han hecho pensar en él. Es su banda sonora.
Hay demasiadas canciones que me hacen pensar en él. 

Quiero pensar que pasará. No sé en cuánto tiempo, pero pasará. 

Duele demasiado. Echo demasiadas cosas en falta. Intento recordar las malas, las que sé que hicieron que no funcionase, pero, como siempre, me cuesta muchísimo. Mi cerebro amplía demasiado las cosas buenas.

Pasará. 

Mañana me voy a Salou.
Quizá allí grite de verdad.

domingo, 26 de enero de 2025

Tercer domingo

Es otro domingo. De esos que no estoy allí, y ya van tres.

Ya no tengo ni idea de cuando hay fútbol, tampoco sé horarios ni qué estará haciendo en este momento. 

Pasan los días, la semanas. Voy sobreviviendo. Sigo recordando y repasando cada palabra de la última conversación, el "ya he quitado las fotos", los reproches, la culpabilidad. El daño.

A veces hay situaciones, canciones, lugares... que clavan puñales a traición y me rompen de nuevo, cuando parecía que todo estaba tranquilo. 

Intento hacer una lista mental de todas las cosas que no funcionaban, que nos hacían absolutamente incompatibles. No son pocas, y de hecho son tantísimas que no entiendo cómo hemos durado tanto. 
Y eso se me clava. Más de un año, convivencia, planes, rutinas... todo se ha ido, y por mucho que sepa que es lo mejor, se me sigue haciendo un mundo hacerme a la idea de que nada de eso volverá. 

Pienso muchísimo en Dylan, cada vez que veo a mi perra, cada noche antes de dormir, con cada recuerdo. 

Mi hijo me ve llorar todos los días, le he explicado lo que ha ocurrido y siempre me dice que soy muy fuerte y que es normal que esté así, que no pasa nada. Me ha dicho que está orgulloso de mi. 

Danil me dice cada dos por tres que he hecho lo correcto, me dice también que está orgulloso de mi, igual que el resto de mis amigos. Joshua, Rocío, Almu, Paula, Dani...
Germán dice que en cuanto me recupere va a darme muchísima caña, pero ahora mismo siento que me cuida una barbaridad, y se lo agradezco tanto que no me valen las palabras.

No sé muy bien cómo seguir esta entrada. Qué más decir o cómo vaciarme. Tengo muchas ganas de irme a Salou, pero a la vez no me apetece en absoluto prepararlo todo, pensar, organizar... 

Estoy continuando mi vida y me siento arropada y acompañada. En unos meses todo habrá quedado atrás y las cosas serán distintas. Pero ahora mismo sigo rota. Me sigue doliendo el alma, me queman los recuerdos y estoy, simplemente, hecha polvo.

Supongo que es normal, que me lo tengo que permitir, que es cuestión de tiempo. Pero estoy tan agotada, tan cansada, tan harta...

Una parte de mi sigue esperando una llamada, pero cada vez es más grande la parte que sabe que no. Que no es el camino. 

Me recuero continuamente el "¿qué estará haciendo él?", y, aunque no sé cuál es su rutina ahora, si sé que no piensa en mi ni la mitad que yo en él, y eso es una de las formas de hacerme más fuerte. 
Pero también duele mucho esa idea. Sentir que no he sido nada, que seré una más, que no recordará mis esfuerzos o que pensará que nunca he valorado los suyos. 

Me sigue doliendo el pecho, siento una presión infinita y sigo ahogándome. Sigo deseando que ojalá hubiera funcionado. Que ojalá el amor hubiera sido como tenia que ser.

Y me duele todo. Por dentro y por fuera. 

Yo solo quiero tener paz.

jueves, 23 de enero de 2025

Ahogarse

Me estoy ahogando. De verdad que me ahogo.

Esta angustia, este dolor infinito. Esa ansiedad de ver sus fotos, de recordar. De olvidar lo malo y resaltar lo bueno. 

Convencerme de que es lo mejor, que en un tiempo veré que era lo correcto. Releer conversaciones, leerme a mi misma. Recordar las cosas que tanto han dolido. 

Pero me sigo ahogando. Me duele el pecho, me desespero. Quiero gritar, gritar de verdad, fuerte, con todas mis ganas. Quiero llorar 24 horas al día, y no recordaba lo que era sentirse tan sumamente mal. Incluso sabiendo que es lo mejor, aunque me repita cien veces que es lo mejor.

Me agarro y aferro a mi gente, me recuerdan cosas, me dan amor infinito. Aunque me siga ahogando. Aunque el llanto no pare. Aunque no sea capaz de controlar el dolor.

Me dicen que pasará. Yo sé que pasará, porque no es la primera vez, porque ya he vivido otras pérdidas en las que pensé que no sobreviviría.

Pero al final siempre sobrevivo, siempre sigo adelante. Con amor, con apoyo, con fuerza.

Aunque ahora... ahora me estoy ahogando.

martes, 21 de enero de 2025

Romperse, levantarse, continuar

No he sido capaz de salir de la cama en todo el día. Llevo 24 horas sin comer absolutamente nada. Me siento tan tan tan tan rota que a ratos pienso que al final no voy a salir de esta.

Dani no se separa de mi lado, mis animales no se separan de mi lado, mis amigos y mi hermana, a través de la pantalla, no se separan de mi lado.

Y yo sigo rota.

Echando de menos algo que no entiendo, queriendo volver a un lugar donde me hacen daño, donde no me valoran. Lo tengo todo para tener una vida increíble y aquí sigo, atascada en este dolor indescriptible. 

He llamado incluso a mi padre. Para decirle que esto es en gran parte culpa suya, de cómo nos abandonó, de cómo nos ha seguido haciendo daño. Él dice que no sabemos perdonar, que lleva años sin hacer nada malo y que si no tenemos una relación mejor es porque nosotras no queremos.

Y otra vez la culpa es mía. Y tras esa llamada he entendido que es normal que me quede en sitios donde me siento pequeña, porque es a lo que mi cerebro está acostumbrada, a que me hagan daño, a que me abandonen y vuelvan intermitentemente. A no ser suficiente.

Yo solo quiero llorar, y llorar, y llorar. Y no sé cómo es que aún me quedan lágrimas. No sé cómo continúo en pie. 

¿Qué está haciendo él? Seguir con su vida. Como debe ser, como debería ser capaz de hacer yo. Pero aquí estoy. Rota. Tomando decisiones que no quería tomar.

Sé que no es la primera vez que me siento así, pero hace tantísimo tiempo que no pasaba por esto (creo que la última vez fue en 2015), que ya no recuerdo como se sobrelleva, como se sigue adelante, como se resuelve este dolor aplastante y asfixiante.

Gracias a dios que tengo a Dani. Mi Dani, mi maravilloso Dani, que no tiene rencor, que no tiene malos sentimientos, que me quiere de forma incondicional y sincera. 

Ojalá verme con sus ojos. Ojalá ser capaz de mirarme a mi misma como lo hace él, como si la mayor suerte de su vida fuese haberme encontrado, que yo sea parte de su vida y que estemos juntos. La felicidad pura que desprende ese hombre cuando está conmigo y ambos estamos bien, esa felicidad contagiosa que hace hasta que olvide los problemas. 
La mayor suerte de mi vida la tuve aquel 20 de septiembre de 2008, y os aseguro, de corazón, que nunca podré devolverle o agradecerle su forma de ser conmigo, su forma de cuidarme y quererme. Su amor sincero y puro.

Voy a estar bien. 
Me lo repito aunque ahora no lo crea, pero la semana que viene voy a Salou, voy a desconectar, a empezar, y a intentar aprender, poco a poco, a valorar lo que tengo. A mejorar.

Dan, he empezado esta entrada en una nube absoluta de oscuridad y angustia, y sin siquiera estar ahora mismo a mi lado, me salva simplemente pensar en ti y recordar tu forma de quererme. Gracias, gracias infinitas por salvarme siempre que me ahogo.

Voy a estar bien.

domingo, 19 de enero de 2025

Yo primero

Quizá vuelva a irme a dormir rota, envuelta en llanto, sintiendo el dolor profundo en el pecho y la angustia que sigue devorandome.

Quizá esta noche vuelva a tener pesadillas, a despertarme mil veces, volver a dormirme y seguir soñando con él. Es probable que vuelva a despertarme empapada en sudor, rabia y pena. Que me siga consumiendo la tristeza.

Pero de esta salgo. Juro que de esta salgo. Da igual cuanto tarde, da igual que sean meses o años.

Da igual que él siga creyendo que soy la mala, que se siga montando una película en su cabeza para no aceptar jamás lo que ha hecho, lo que me ha hecho. Da igual quién le crea y da igual a quién pierda por el camino de sanar esta herida.
Yo voy primero.
Mi hijo va primero.

Mi futuro va primero.
Lo tengo todo para ganar la batalla.

viernes, 17 de enero de 2025

F**kin' Perfect

El lunes pasado hablé con mis amigos para pedirles ayuda.

Había pasado el fin de semana sola, en casa, sin contar nada a nadie, intentando sobrevivir. Pero el lunes comenzaba de nuevo la vida, y fui consciente de que no podría sola.

Les expliqué que me iban a quemar los buenos días que ya no daría ni recibiría, que concentrarme en el trabajo iba a ser demasiado complicado. Tuve que explicar muchas cosas, porque nadie de mi entorno sabía nada y sus últimas noticias eran que todo había cambiado para bien. Actualizarles todo lo ocurrido desde que Dani ingresó, darles detalles que no había expresado antes, reconocer que una vez más me había equivocado, que los cambios no eran reales, si no solo temporales, decir en voz alta cosas que me había negado a mi misma... fue demasiado duro. 

Pero ellos respondieron, como siempre. No hicieron sangre, ni daño. Solo fueron fuerza y apoyo, hombros en los que llorar. 

No solo les hablé de él, también hablé de las demás pérdidas. De que ya no era capaz de confiar en el resto, que ya no quería ir detrás de nadie y seguir sintiéndome pequeña. Les dije que necesitaba empezar a darme a valer, y también a valorarlos a ellos. Los de verdad.

Desde el lunes hablo absolutamente todos los días con Germán, Danil, Joshua y Dani, y muy a menudo con el resto. No solo me escuchan, riñen o apoyan cuando me dan los bajones, si no que me hablan de otras mil cosas, me hacen despejarme, me hacen reír. Me recuerdan cosas bonitas, me dicen cosas bonitas.

Les adoro.

Ayer algo volvió a hacerme mucho daño, y aunque intenté despejarme con un puzle precioso y estuve rodeada de cariño, no conseguí reponerme. He tenido pesadillas toda la noche que me han roto el corazón y me han hecho levantarme destrozada. Me duele todo.

Tengo la canción F**kin' Perfect en bucle, casi me la he aprendido de memoria, tanto en inglés como en español. He tenido una mañana de trabajo brutal en la que no he parado ni un segundo. Me siento realizada porque una vez más he demostrado ser buena en mi trabajo. Me encanta mi trabajo. 

Sé que puedo ser feliz, o al menos estar en paz. Germán ha vuelto a decirme que en unos meses miraré atrás y no me reconoceré a mi misma, a la que he sido durante este año y pico.  

Pretty, please, don't you ever feel like you're less than fuckin' perfect
Pretty please, if you ever feel like you're nothing... you're fuckin' perfect


Este fin de semana me rodeo de familia, amigos, planes bonitos. Tengo muchas ganas de las risas y amor que sé que tendré el sábado, de lo increíble que sé que será el día de hoy, del amor que se me disparará el domingo. Tengo ganas de continuar mi vida. 

Tengo la sensación de que van a pasarme cosas buenas, de que poco a poco todo cambia. 

Look, I'm still around

Y sé que va a seguir doliendo, que seguiré esperando una llamada que no va a llegar, que seguirán haciéndome daño muchas cosas. Que nunca dejaré de echar de menos. Pero también sé que el año que viene, en esta misma fecha, mi vida será totalmente distinta. Distinta para bien. Tengo fuerza, confianza y muchas ganas.

Además de toda la gente increíble que va a acompañarme, que siempre me acompaña.




Made a wrong turn, once or twice
Dug my way out, blood and fire
Bad decisions, that's alright
Welcome to my silly life
Mistreated, misplaced, misunderstood
Miss knowing it's all good, it didn't slow me down
Mistaken, always second guessing, underestimated
Look, I'm still around

Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than fuckin' perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel like you're nothing
You're fuckin' perfect to me

You're so mean (you're so mean)
When you talk (when you talk)
About yourself, you were wrong
Change the voices (change the voices)
In your head (in your head)
Make them like you instead
So complicated, look happy, you'll make it
Filled with so much hatred, such a tired game
It's enough, I've done all I can think of
Chased down all my demons, I've seen you do the same, oh

Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than fuckin' perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel like you're nothing
You're fuckin' perfect to me

The whole world's scared, so I swallow the fear
The only thing I should be drinking is an ice cold beer
So cool in line, and we try, try, try
But we try too hard and it's a waste of my time
Done looking for the critics 'cause they're everywhere
They don't like my jeans, they don't get my hair
Exchange ourselves and we do it all the time
Why do we do that, why do I do that?
Why do I do that?

Yeah, oh, oh pretty, pretty please
Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than fuckin' perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel like you're nothing
You're fuckin' perfect to me, yeah
You're perfect, you're perfect

Pretty, pretty please, if you ever, ever feel like you're nothing
You're fuckin' perfect to me

jueves, 16 de enero de 2025

Ansiedad que devora

Me consume la ansiedad, me devora.
Personas increíbles me dicen cosas maravillosas de mi misma, me dicen que es normal estar así, me dicen que se pasará, y que en un tiempo lo veré todo desde un prisma real.
Pero yo no me hablo bien, yo me culpo, me lleno de "y si...", me arranco del corazón las ganas de coger el teléfono, y me aplasta continuamente el pensamiento de que tampoco suena ninguna llamada. 
Fin.

Intento recordar que es lo mejor, que mi vida tendrá más paz, que es lo correcto. Pero me asolan los fantasmas, los miedos, los recuerdos, el futuro que había imaginado y que ya no imaginaba desde hace mucho. 

Luego estoy bien. Un día si, el siguiente no, y así en bucle. Un día me levanto diciendo que ahora mi vida será increíble, que tengo metas nuevas, tranquilidad, que soy libre, que ya no tengo que pensar en horarios, en planes, en si lo que haré estará bien o será motivo de discusión. Siento alivio. Me siento fuerte.

Siento rabia. Ira. Me contagia la desconfianza. Me rompo, una y otra vez. Me duele el pecho, me duele el alma.

Una vez más, la misma historia, diferentes caras. 

El dolor cada vez más fuerte.

En un mes todo será distinto.
O eso espero.


martes, 14 de enero de 2025

Nunca sola

Hay cosas que de primeras te hacen daño. Se te clavan, te atraviesan. Ese vacío en el pecho, ese dolor real que se siente cuando algo te duele tanto que te quita el aliento, tanto daño que se hace insoportable.

Pero después respiras. Recuerdas que has ganado, que la batalla fue dura, que hizo mucho daño, pero que nunca estuviste sola en ella. Y, no es que te alegres del mal ajeno, pero inevitablemente terminas comparando lo que tienes tu y lo que tienen esas personas que adrede te hacen daño, y sientes lo afortunada que eres.

Puedo decir con total seguridad que jamás he hecho algo, de forma consciente y queriendo, para hacer daño a otra persona. He podido hacer cosas para picar, para provocar celos, para hacer como que estoy bien y molestar… Y obviamente he hecho cosas que están mal y que han afectado a otras personas, pero jamás con la idea de hacer daño real, jamás queriendo. Y he tenido oportunidades, he tenido las armas necesarias, y muchas veces me han hecho algo y he pensado “si hiciera o dijera esto… lo destruía”. Pero nunca he usado ese “poder”, ese al que mi hermana llama el gen Parrilla, el que te da la maldad o inteligencia para saber cómo y cuándo hacer muchísimo daño a alguien con solo una frase o un acto, ese poder que mi padre lleva usando desde que soy pequeña.

Germán cree que debería usarlo más a menudo. Yo pienso que, gracias a controlarlo, duermo tranquila, tengo paz, y, cuando lanzan veneno sobre mí, puedo tener la seguridad y confianza como para saber perfectamente que no tienen razón. Me ha costado mucho esa seguridad.

Odio la idea de dejar de formar parte de algo, pero a veces ese miedo me impide ver aquello que jamás voy a perder, y, como me dijo Joshua, termino volcando mis esfuerzos donde no se valoran, donde, al final, cogen mis defectos y errores y los ponen por encima de todo lo bueno que he dado y ofrecido.

Creo, de forma sincera, que las personas a las que mas daño he hecho en mi vida, con actos y palabras que han salido de mí (aunque no fuera con la intención directa de hacer daño, sino por falta de madurez, autocontrol, gestión emocional, etc.) son Rocío, Joshua y Dani, y, paradójicamente, estoy 100% segura de que son las personas (que no sean de mi sangre) que más me quieren en este mundo. Ese es el tipo de gente que necesito, que me hace bien. La gente que ha visto, de verdad y en crudo, lo peor de mí, y aun así lo que valoran por encima de todo es lo bueno que doy y lo que les he aportado a lo largo del tiempo.

La gente que vive del odio, de la desconfianza, de las cosas malas… pueden hacer mucho daño, es cierto, y ese tipo de puñales me los han clavado muchas veces a lo largo de mi vida, muchas personas a las que quise con todas mis fuerzas y que pensé que también me querían. Pero no se daña a quien se quiere, no se desconfía de quien se quiere y te lo demuestra, no se crucifica a alguien por fallos que sabes que no hizo a posta. No se toca donde te confesaron que dolía.

Por suerte, y pese a la poca confianza en mí misma que he tenido siempre, mi familia, mis amigos y mis años de terapia me han enseñado algo que ahora tengo muy claro…

Yo no he perdido a todas esas personas, ellas me han perdido a mí.

Y yo siempre sigo adelante, cada vez mejor, cada vez mas fuerte.

Nunca sola.



viernes, 10 de enero de 2025

De nuevo, Enero

Mi mejor amigo me dijo la semana pasada que busco validación en quién no me valora, que vuelco todos mis esfuerzos y recursos en personas que no saben quererme o valorarme como me merezco, y que no los uso tanto en aquellos que ya sé que me quieren de verdad, porque son un puerto seguro para mí.

Creo que no iba muy desencaminado. Quizá se debe a cómo he crecido, a esa casa en la que hicieras lo que hicieras nunca era suficiente. Cuántas veces habré limpiado la casa a fondo y ha llegado mi madre y solo se ha fijado en la mínima cosa que he dejado de hacer. Cuántas veces me dijo mi padre que un 9 no eran buenas notas porque tenía que llegar al 10. Y eso son solo ejemplos muy tontos de más de 30 años de reproches casi diarios. He pasado la vida buscando cumplir expectativas imposibles, andando con miedo a pisar la mina que haría saltar a mis padres y su lluvia de críticas a lo mala que soy.

Así que ahora, cuando hay gente que me dice lo mala que soy, en lugar de ignorar lo que sé que no es verdad, intento demostrarles que se equivocan. Lo doy todo, me entrego en cuerpo, en alma, doy hasta lo que no tengo. Y me acabo dejando por el camino. Siempre pensando qué he hecho mal, en qué he fallado, por qué sigo sin ser suficiente. Siempre dándole vueltas a por qué esa persona sigue haciendo eso que tantas veces le he dicho que me duele, a por qué no le vale con lo que estoy dando y siempre pide más. Acostumbrada a los castigos emocionales, los que te hacen sentirte culpable por todo, aunque ni siquiera sepas bien qué has hecho, o porqué se supone que eso que estas haciendo está mal.

He crecido teniendo que adivinar los pensamientos y sentimientos de mi madre, sigo teniendo que hacerlo cada día, y me empeño en rodearme de gente que es así. Errática en la comunicación, dañina en sus actos. Gente que no me valora y que, cuando pongo límites, me echan la culpa. Y yo sé lo que valgo, aunque tardé mucho en darme cuenta y creérmelo. Aunque a veces todavía lo dude.

Pese a todo, la ansiedad me consume cuando pienso que voy a perder a alguien, aunque sepa que eso es lo mejor para mí. No soporto la idea de que la gente piense mal de mí, que crea que soy la mala.

Pero siempre seremos los malos en la historia de alguien, y quizá en parte tengan razón, pero yo me quedo con mi conciencia tranquila, sabiendo que lo di todo, que me entregué, que lo intenté.

Que nunca me rindo.

 





Tal vez si no sintiese un hueco aquí en el pecho
Quizás si respirase de nuevo
Si no cargase con todas las culpas que no tengo
Si me hubiese guardado un truco en el sombrero
No tendría que hacer magia, demostrarle a nadie nada
¿Cómo volar alto con las alas recortadas?

Tal vez si no creyese que habrá alguien decidiendo
Si soy digna de un huequito en el cielo
Tal vez si no tuviese que explicarle al mundo entero
Cómo estoy si ni yo misma sé que siento
No tendría que hacer magia
Y esbozar la línea curva que se emborrona en mi cara

Si se han quedado es para ver cómo se derrumba todo
Mi alma en llamas
Ellos provocaron el incendio y dicen que no saben nada
Lunes y paredes de cemento, mentes cuadriculadas
Y aunque viaje en música y cuadernos, soy un ave enjaulada
Y nadie dice nada

Tal vez si no me hubiese criado entre algodones
No tendría que esconder los moratones
De la vida y los fracasos, infinitas decepciones
Y borrarme de la frente el "sin el éxito no vales"
No tendría que hacer magia, demostrarle a nadie nada
¿Cómo volar alto con las alas recortadas?

Si se han quedado es para ver cómo se derrumba todo
Mi alma en llamas
Ellos provocaron el incendio y dicen que no saben nada
Lunes y paredes de cemento, mentes cuadriculadas
Y aunque viaje en música y cuadernos, soy un ave enjaulada
Y nadie dice nada

Si se han quedado es para ver cómo se derrumba todo 
Mi alma en llamas
Ellos provocaron el incendio y dicen que no saben nada
Lunes y paredes de cemento, mentes cuadriculadas
Y aunque viaje en música y cuadernos, soy un ave enjaulada
Y nadie sabe nada

¿Cómo volar alto con las alas recortadas?
Y nadie dice nada
Y nadie sabe nada