Me da igual

Me dan igual todas las montañas que haya que mover.

Me dan igual las piedras en el camino, me dan igual todos aquellos que nos digan que no se puede.

No me importa la desconfianza, ni el rechazo.

No voy a dejar que el egoísmo me maneje, ni que te maneje a ti.

Me dan igual las mentiras, las verdades. Tu visión y la mía.

Me da igual que el cielo se haga infierno y el infierno se venga abajo.

No me importa tu sonrisa de mentira, ni la máscara que me muestras.

No voy a dejar que la corriente nos lleve.

Me da igual que ya no estés, o que vayas a estar siempre.

Me dan igual las historias pasadas, y me dan igual las que vendrán

No me importa cuanto vamos a tardar en volver, ni si nunca volveremos.

No voy a dejar que me venza el miedo.

Y en todo lo que muestro indiferencia se esconde el inmenso amor que siento, todo lo que me provocas, las lágrimas que no dejo que se vean, los sueños rotos, el corazón destrozado, los años que extrañaré, lo que ya no será y pudo ser, las imágenes del futuro en las que siempre te imaginé.

Podré sobrevivir sin ti, pero no dudes ni un solo segundo de tu vida que cada segundo de la mía te echaré de menos.

Aunque sepamos seguir adelante, y aunque creamos que nos llena por dentro la indiferencia.

Porque cuando decimos siempre, es siempre.

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Hoy llevo todo el día con ese ramalazo de inspiración por dentro, esas ganas de escribir cosas bonitas.

Y al final lo que me sale es escribir entre lágrimas, algo que hace dos días pensaba que no llegaría a escribir.