Tengo miedo. Tengo muchísimo miedo.
Me temo a mí misma y a la gente que me rodea. A las acciones de cada uno. A lo que puede pasar, y a lo que no.
Silvana esa mañana se despertó mas temprano de lo normal, y descubrió que aún estaba a tiempo de ver el amanecer. Cuando subió a la colina que había cerca de su casa se encontró allí a Ángel, y eso sí que no se lo esperaba. Ángel nunca subía allí, Silvana ni siquiera sabía que él conocía aquel lugar.
-¿Qué haces aquí?
+Vengo cada día a la misma hora.
-No lo entiendo.
+Es sencillo. Me da igual lo lejos que esté de casa, estoy seguro de que este es el mejor lugar del mundo para vivir este milagro, y por los milagros cualquier sacrificio se queda corto.
-¿Tantas molestias para ver un amanecer?
+Tantas molestias para tener la oportunidad de ver un amanecer contigo.
Algún día os contaré quién es Silvana.
Por ahora voy a irme a dormir, con el mal sabor de boca y con los miedos a flor de piel.
Con las ganas de lo que se me escapa entre los dedos.
Esperando esa llamada. Esa conversación que no llega. Ese interés recíproco.
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