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martes, 8 de abril de 2025

Ya no tengo miedo

Recuerdo perfectamente el día que lo dejamos. Lo recuerdo porque creo que jamás podré olvidar ese día.

Fue el 16 de septiembre, un lunes. 

Ese día, mi hijo comenzaba el instituto. Su primer día de clase en un centro nuevo, una etapa nueva, un mundo nuevo, primero de la ESO.

Ese día, también fue mi primer día de trabajo en un sitio nuevo. Un lugar en el que nunca había estado, con nuevas funciones, nuevos compañeros y por primera vez a jornada completa.

Por primera vez en la vida no podría llevar a mi hijo al cole en su primer día de clase, por primera vez en la vida no iría yo a recogerlo y estar ahí para que me contase todas esas nuevas experiencias e impresiones.

Estaba acojonada.

La semana anterior la había tenido de vacaciones (las que me quedaban de haber dejado el anterior trabajo), y, por supuesto, la pasé entera en su casa. Fue una semana de pura ansiedad porque seguía dándole vueltas a si me habría equivocado al dejar mi trabajo actual por algo totalmente distinto, por el miedo al comienzo del instituto de José Manuel, por el cambio de vida casi radical que comenzaría a partir de ese lunes... Él no entendía tanto miedo o ansiedad, para él todo era fácil, y los primeros días reconozco que sí intentó cuidarme, pero creo que se acabó cansando. Al final, el domingo por la tarde tuvimos una pelea, casi ni recuerdo por qué (podría pararme a pensar y sé que lo recordaría, pero casi prefiero que no), y parece que el mundo explotó. Sé que ni siquiera fue algo de verdad importante, y también sé que, una vez más, no me sentí escuchada, cuidada o comprendida. 

No hacía más que pensar que yo no me merecía eso, que ya tenía demasiado encima pensando en el día que se me presentaba al día siguiente y que no podía ser que la persona a la que quería y con la que compartía mi vida me aumentase esa carga en vez de hacerla mas liviana. Nos fuimos a dormir enfadados, y, obviamente, no dormí absolutamente nada.

Ese primer día de trabajo fue un infierno, no hacía mas que pensar en mi hijo y cómo estaría pasando el día, en él y en la pelea, en qué hacer a partir de ahora... no escuché casi nada de las explicaciones que me daban y muy pocas veces pude concentrarme en lo que debía. Decidí que al salir iría a su casa a hablar con él y arreglar las cosas, porque sabía que no podría seguir así.

Fui, tuvimos una conversación de casi dos horas, y pareció que todo se arreglaba e iría bien. Él salió a sacar al perro, y entonces... entonces repasé esa conversación agotadora que acabábamos de tener, y pensé en cuantísimas veces habíamos tenido esa misma conversación y luego no había servido de nada, recordé todas las promesas que nunca se cumplían, los acuerdos que no llegaban, pensé en el día y la noche que había pasado... y acudí a mis amigas. Les dije que estaba pensando en recoger mis cosas y terminar, que estaba cansada, que no me merecía lo que había pasado. Respondieron de inmediato y me dijeron que lo hiciese, que yo era fuerte y capaz. Recogí mis cosas. Llamé a mi hermana y a Dani para que vinieran a buscarme. Él llegó de sacar al perro y lo vio todo encima de la mesa, entró en cólera. Pensó que ya lo tenía todo planeado, que le había hecho perder el tiempo, no me quiso creer cuando le dije que había sido una decisión tomada tras analizar nuestra conversación vacía.

Me fui completamente rota y destruida, con mis amigas dándome la enhorabuena, con mi hermana y Dani abrazándome, con el cariño de mi hijo al llegar a casa.


Esa semana (y los meses que siguieron, en realidad) fue un absoluto infierno. La ansiedad me devoraba, tuve la formación en la nueva empresa y no me enteré de nada, no hacía más que pensar que la había cagado, la cabeza me daba vueltas, quería morirme con tal de no sentir todo lo que sentía... y mis amigos me felicitaban. Aún recuerdo la pura felicidad real de Danil, como casi que le oí saltar de alegría al otro lado del teléfono cuando se lo dije. Todos diciéndome que por fin había salido de ahí, que era más fuerte de lo que pensaba, que había sido muy valiente, que ahora por fin podría ser feliz.


Siempre hay muchos malos en una misma historia. Depende de quién la cuente, de los detalles y versiones que se den, de cómo lo han percibido quienes lo han vivido.

En mi versión, lo único que tengo claro es que, objetivamente, vivo más tranquila desde que él ya no está en mi vida. Una vez superado el síndrome de abstinencia, la ansiedad ha desaparecido, he podido dejar los antidepresivos, ya no vivo con miedo de no saber qué mina será la que se pise hoy. Ya no hay nadie que me haga sentirme pequeña, mal conmigo misma, una molestia. 

Ya no tengo miedo. 

Miedo.

Jamás pensé que llegaría a estar tanto tiempo en una relación donde el sentimiento que mas veces me inundaba era ese.

Pero salí. Y ahora soy libre. Y vivo tranquila, en paz. Sanando las heridas, yendo a terapia, mejorándome a mi misma y a mi vida.

Quizá el capítulo aún no está tan cerrado como me gustaría, pero ya casi nunca pienso en él, no le echo en absoluto de menos, no me apetece verle ni hablar, ni tenerlo cerca en general. Es real que estoy mucho más feliz, y una parte de mi siente como que este año ha sido una nube extraña en la que ni siquiera he sido yo misma y mi vida no la controlaba yo. 

Ahora estoy bien. Recuperándome, pero bien. Bien rodeada, bien querida, bien cuidada. Me gusto, me quiero, sé quién soy. 

Ya no tengo miedo.





Hay un malo en cada serie
Cada uno aquí lo entiende a su manera
Siempre habrá quien odie todo lo que seas

La vida de los demás sе ha vuelto una novela
No sabemos la vеrdad, y nos da igual
Se hace fácil disparar cuando hay trinchera
Pero luego eres víctima y condenas

Y hay tanto que no digo
Tanto que me digo
Tanto que al final voy a explotar

Si no van a parar, a mí me da igual
El tiempo pondrá todo en su lugar
No voy a aparentar ni una cara más
Me doy la vuelta, y espalda para quien no se merezca
Ni una palabra, ni una sola letra
Estoy cansada de fingir en fiestas
Todos lo mismo, sois los mismos
Y os voy a dar un Oscar por las pelis que os montáis




lunes, 31 de marzo de 2025

De lo que sí, de lo que no

Iba a irme a dormir, pero he sido consciente de que necesitaba escribir, que necesito soltar.

Hoy he pensado mucho en Fran, quizá demasiado. Quizá porque he hablado, pensado y tratado hoy mucho el tema del interés y las relaciones recíprocas. Quizá porque era el derbi y, aunque intento no saber nada del fútbol, no he podido evitar pensar que es el primero que ya no he estado obligada a ver. 

He pensado en mi misma diciéndole continuamente lo mucho que me gustaba, buscando cosas que le hicieran feliz, que le quitasen carga, esforzándome al máximo para mejorar su vida.

No quiero sentirme nunca más así, nunca, ni de forma remotamente parecida. No quiero volver a decirle a alguien lo mucho que me gusta, que me atrae o lo mucho que le quiero, y que no me respondan de la misma manera. Es más, ojalá fuera yo la que tuviese que responder, y no la primera en hablar.

He pensado también en la cantidad de veces que sentí que no me quería a mi por mi misma, si no porque encajaba en su plan y sus ideas. Pero que cualquiera que encajase le habría valido.
Tampoco quiero volverme a sentir así. No quiero ser la que cumple necesidades y tapa agujeros que podría arreglar cualquier otra que sirviese para subir el ego y cumplir expectativas.

No quiero una relación porque no creo que haya nadie que vaya a seguir mi ritmo emocional, sexual, sentimental o romántico. Y no es una queja en plan "voy a estar siempre sola", es un "prefiero estar sola que conformarme con menos de lo que quiero y merezco"

Me da igual que esto suene creído, pues hablo desde la sinceridad de lo que pienso y he vivido, y, la realidad es que soy una novia increíble. Me ha costado aprender a serlo, que conste, he tenido que reconocer muchas cosas de mi misma que no son buenas, mirar desde otra perspectiva y aplicar todo lo nuevo en diferentes contextos. Y eso ha sido agotador estos años.

No puedo controlar al 100% lo que siento, pero sí el cómo actúo. Y mi actuación a partir de ahora será muy diferente, por la sencilla razón de que en mi cabeza esta activo el piloto que me protege de lo que me hace daño. 

Tengo la sensación de que me he dejado demasiadas cosas por soltar, pero se me cierran los ojos y me levanto dentro de pocas horas, así que voy a terminar aquí, pero no descarto volver mañana y continuar abriendo esta dichosa locura que es mi cabeza.

Pero que sábado tan precioso pasé, que viernes tan increíble. Que domingo más raro.

Sigo luchando.

martes, 25 de marzo de 2025

Lo que no quiero, lo que soy

Tengo ganas de escribir. Quiero hablar sobre él, sobre cómo me siento últimamente, sobre el día a día. 

Conforme avanza el tiempo más cosas veo que antes no fui capaz de ver. Me pasa siempre que conozco a alguien que me gusta y empeora cuando el gustar pasa a querer. Quiero estar siempre con esa persona, sea como sea, mis ganas se me desbordan. 
Así que recuerdo mis primeras semanas con él, él buscando huecos, ofreciéndose a venir a mi barrio, yo cambiando turnos, buscando excusas para verle aunque fuesen cinco minutos. Pienso en el después, cuando se fue formalizando. Se empezó a dar por hecho que iría a su casa todos los martes y jueves, estuviera él trabajando o no. Empecé a organizar mi vida en torno a él. Dejé de hacer planes hasta saber sus horarios, para solo quedar con otras personas cuando él trabajase. Lo fui dejando todo para que él fuera prioridad absoluta. Cuando no lo hacía venían los reproches, las malas caras, los silencios... esos silencios infinitos, ardientes, horribles, sangrantes.

Pero él no lo hizo. Y cuando me quejaba de ello me llamaba controladora, me decía cosas muy feas y me hacía sentir culpable y loca. Me lo creí. Creí que estaba exigiendo demasiado. 

Cuando pienso en lo que quiero solo me sale pensar que quiero todo lo contrario a lo que él fue, a lo que él me dio, y a veces me pregunto si eso existe.

Quizá esto suene feo, pero, si os soy sincera... me gusto como novia. Me gusta como me entrego, como hago lo posible por hacer feliz a la otra persona, mi forma de cuidar, de amar. 
Me ha costado muchos años, me ha costado muchos errores y me ha costado el hacerle daño a personas maravillosas por el camino. Y no soy perfecta, con alguien nuevo cometeré nuevos errores, tendré otros mil fallos y me tocará aprender una vez más.

Pero eso es lo que quiero. Quiero a alguien que me trate y cuide de la misma forma en que lo hago yo, que este pendiente de mi, que me escuche cuando hablo y le interese lo que digo, que suba fotos conmigo a menudo, que escriba sobre mi, que me dedique canciones, que me envíe las cosas que le recuerden a mi, que sea romántico, que me regale flores. Que se comunique, que me diga de forma clara las cosas que no le gustan, que hablemos sobre lo que nos preocupa, que podamos llegar a acuerdos. Que me desee y no se quede conforme hasta que ambos estemos 100% satisfechos, que me suba el ego, la autoestima y las ganas. 
Que me quiera. Que me quiera con las mismas ganas y entrega con las que quiero yo. Porque cuando quiero a alguien... lo doy todo.

Hoy alguien me ha dicho, medio en coña "Dame lo mejor que puedas dar" y me ha hecho pensar en qué es lo mejor que puedo dar. No en este caso, porque no es la situación, pero me ha hecho reflexionar sobre lo que doy cuando estoy enamorada, cuando quiero pasar mi vida con la persona que tengo al lado, y la respuesta en mi cabeza ha sido... "a mi misma"
Y es que esa es mi verdad, que cuando amo, me entrego al completo, lo doy todo, hasta lo que no tengo. 

A él le entregué demasiado, entregué mi vida, mi dinero, mi autoestima y absolutamente todo mi tiempo. Pero no recibí nada de vuelta. Ni el más mínimo agradecimiento o valor. Nada. Sólo los castigos cuando alguna vez daba menos de lo que se esperaba de mi.

No quiero eso nunca más, y no pienso volver a aceptar menos de lo que yo doy. Prefiero pasar el resto de mi vida soltera que volver a tener una pareja que no sea capaz de entregarse en todos los sentidos como lo hago yo. Y creo que eso es importante, que no me merezco menos.
Porque aunque me haya costado muchísimos años y muchísimo daño, sé lo que valgo. Y valgo mucho.

Estoy sintiendo mucha paz estas semanas. No es euforia, no es felicidad extrema. Es paz. Es sentir que poco a poco estoy haciendo lo que quiero, lo que me hace bien. Y si, aún hay veces que me vuelvo loca, que la cabeza me da mil vueltas y que no sé qué quiero en mi vida o qué hacer con ella, pero creo que cada vez son menos, y, aunque no lo fueran... todavía estoy caminando.

Voy a continuar. Voy a cuidarme yo, a seguir recomponiendo los pedazos, a priorizarme.

Y a cuidar mucho mi paz, porque sé que es frágil y que se merece hacerse fuerte 💜

miércoles, 19 de marzo de 2025

Escalofrios

No me parece bien.

No me parece bien esta explosión repentina a nivel cerebral y emocional.

No me parecen bien los pensamientos absolutamente mezclados, liados, dando vueltas y haciéndome arder el cerebro hasta congelarlo.

Odio plantearme tanto las cosas, dar tantas vueltas. Pero joder, me conozco. Hay cosas que sé. Y luego hay otras sobre las que no tengo ni la mas remota idea. Como leches se maneja eso. Como manejas un batiburrillo tan enorme, por dios. Voy a volverme loca.

Tengo escalofríos, escalofríos de verdad. Del cuerpo cortándose, la vida aplastando. El cerebro en guerra.

Estoy recordando a Laon. Yo siempre me enamoro, ¿verdad? en realidad no soy capaz de controlarlo. Me enamoro de la mínima muestra de cariño, de lo mas leve. Soy un cachorro abandonado que ama al 100% a la primera persona que le muestre cuidados porque lleva toda una vida de palos y maltrato.

Que asco me da mi vida, y no digo la actual, digo la vivida. Hablo de la infancia de mierda, de la adolescencia caótica, de la adultez inmersa en la oscuridad. 

Y si, me encanta amar como lo hago, pero odio hacerlo tan rápido, tan fácilmente, odio estar tan herida que llego a sentirme curada con cualquier cosa. Ese es el camino que me lleva a personas como Fran, que van a coger todo ese amor y a retorcerlo para hacerlo suyo y ponerlo en mi contra. 

Quizá debería montarme una estrategia, como hacía Laon, protegerme de sentir, buscar la forma de no entregarme. Sigo con escalofríos por todo el cuerpo, con los pelos de punta. Con ganas de llorar, odiándolo todo.

Que envidia la gente que es capaz de protegerse, de no sentir, de disfrutar sin dar mas vueltas ni pensar mas. ¿Eso es lo que significa quererse a uno mismo? ¿Ser capaz de no enamorarse fácilmente?

Por ahora mi única estrategia es seguir sobreviviendo, es hacer lo que pueda, disfrutando lo que la vida me deje, respirando a menudo. Voy a dejar que pase este viernes, el fin de semana, y ya veremos después. No voy a volver a priorizar lo que no debo. 

Tengo que ponerme límites a mi misma.


Inmortales

Y me hace inmortal

"Nadie nos joderá esta noche, nadie vuelve a romperme el corazón"

Ay, amiga, ojalá fuera real. Ojalá no volvieran a romperme el corazón. Pero lo harán mil veces más. De una forma u otra, y lo harán porque al final sentir es arriesgarse al daño que puede provocar, y yo soy de las que sienten muchísimo. 

Y me encanta.

Lo digo en serio, me encanta mi forma de ser, de amar, de querer, de cuidar. Y, aunque durante el último año lo he olvidado, ya aprendí hace mucho a quererme a mi misma también, a valorarme y poner donde se merece mi forma de hacer las cosas, dejando atrás a aquellas personas que vean mi manera de ser y actuar como un problema.

También aprendí en su momento a no dar cuando no estoy recibiendo lo que quiero o lo que creo que merezco, y también lo he olvidado este tiempo, pero mi promesa actual es recordar cómo se hacia, aprender a distinguir quién me quiere y para qué, y actuar en consecuencia.

Me gustan las cosas claras, tranquilas, que den paz, que no tienen dobleces, ni mil caras

"Celebrar que estamos vivos, aunque sea duro el camino"

Las relaciones (sean del tipo que sean) me parecen una de las cosas más complicadas del universo. Cada persona es un mundo, con sus propios traumas, recuerdos, historias de vida, sentimientos y capacidad de comunicación. Y todo eso (y mas) influye en cómo vais a relacionaros, cómo podréis encajar o no, influye en cómo conectaréis y en la capacidad para mantener la relación a lo largo del tiempo. 

Pero claro, tienes que tener también la capacidad de confiar, de expresarte, de cuidar. Buah, es que son muchísimas cosas, demasiadas. ¿Cómo no va a ser complicado?

Si no sé dónde te duele, quizá te doy ahí sin querer. Si lo sé y aún así te doy, está claro que no te quiero de la forma mas sana. Si no me siento a gusto como para contarte mis miedos, quizá deba plantearme si es por mi o si es porque no me das confianza. 

Es importante aprender a identificar las señales cuando las haya.

Mi radar ahora mismo está en paz. Estoy realmente bien con las personas que me rodean, sé que les importo tanto como ellas a mi y que mis relaciones actuales son recíprocas. Quizá me equivoque, porque no puedo saberlo todo y aún es fácil colármela, pero no tengo ninguna alarma en el cuerpo, nadie por quien me grite "huye".

Y hacía mucho que eso no pasaba.

"Me quité el polvo y me hice el amor"