He desbloqueado el móvil y lo primero que he visto es la fecha. 6 de octubre.
Otro seis de octubre.
Estoy sentada en un tren, de vuelta a casa tras una semana y media de convivir con Maikel.
Hace menos de un mes estuve a punto de suicidarme.
Hace tres semanas una llamada puso del revés mi día a día.
No quiero volver a casa.
Estoy pensando en mi rutina a partir de ahora. Tras la tormenta que ha sido mi vida este mes.
Me invade el pánico. He recuperado ciertas ganas y eso me da miedo. Estoy pensando en una rutina, en seguir. Y una parte de mi no quiere volver a tener ganas. Me siento mas cómoda en la desesperanza y el agotamiento.
Esa llamada cambió demasiadas cosas.
Me dio un objetivo
Quizá me haya salvado la vida.
Maikel y yo hemos decidido seguir y eso también me da miedo. Las relaciones se me hacen muy complicadas. Tengo pesadillas en las que vuelve a dejarme y sigo pensando que volverá a pasar. Me estoy preparando para ello, no puedo evitarlo.
No lo había contado también por miedo.
Me da miedo que si pasa yo no tenga la fuerza suficiente como para recordarme que no es mi culpa, que no es culpa de nadie. Siento que cuando pase mi cabeza me dirá que el problema siempre fui yo y nunca me perdonará por ello.
Siempre perdono a los demas y nunca me perdono a mi. Necesito quererme mas.
Necesito releer continuamente mi última entrada. Convencerme a mi misma de lo mucho que merezco la pena.
Hoy Germán me ha dicho de forma super natural "Irene, en ocho años que hace que nos conocemos nunca me has mentido, cualquiera que te conozca sabe que tu no mientes" y parece una tontería, pero ha sido un bálsamo enorme, porque la Irene de hace 10, 15 años.. si lo hacía. Hice mucho daño muchas veces. Me prometí no hacerlo más y soy consciente de que lo fui cumpliendo, de que soy una persona totalmente distinta. Me gusta la persona que soy, la amiga, la novia, la hermana, la trabajadora. Incluso la madre que soy, aunque a veces siga sin sentirme capaz de ejercer.
Tengo en las manos el olor del perfume de Maikel y ya lo estoy echando profundamente de menos. Me encanta abrazarle y tenerle cerca.
También echo de menos mi espacio, la seguridad de mi cuarto, a mis animales, mis sims, mis puzles, mi lugar.
De verdad que le tengo pánico al futuro, a mi vida en un mes, a qué hacer, qué decir.
Le tengo pánico a mi vida en un año si al final llego.
Es otro seis de octubre y siento que mi vida ha ido pasando sin ser consciente de ello al 100%. De pronto me pesa la edad que tengo, aunque siempre he defendido que no hay edades para nada y que no debemos seguir esa regla externa impuesta. Siento que voy tarde y me ahogo. Me ahogo.
Voy a intentar ir al día, centrarme en hoy, en el paso de hoy, de esta noche. Mañana en mañana, pasito a pasito, despacio. Recordando los apoyos que tengo. Recordándome lo increíble que soy. Lo mucho que he conseguido pese a todo.
El otro día me salió un video de una chica que esta en una universidad privada y ni siquiera sabe exactamente cuanto cuesta. He visto durante muchos años a mis compañeros de universidad, a amigos y conocidos... cuya familia ha podido ponérselo todo por delante. No solo estabilidad económica, no solo les han pagado la carrera y todos los gastos necesarios, si no que han tenido apoyo, un puerto seguro.
Mi hermana y yo no sabemos lo que es eso.
No hemos tenido una familia con facilidades económicas, una universidad privada jamás podria haber sido una opción. Ni siquiera han podido ser opciones títulos de experto o masters que no fuesen públicos.
Pero es que tampoco hemos tenido ningún tipo de apoyo.
Es increíble que personas como nosotras sean capaces de terminar una carrera, salir de casa, no rendirse y continuar.
Me saqué la carrera sin quedarme ni una sola vez ninguna asignatura en segunda matrícula, me lo pagué absolutamente todo yo con mis becas, teniendo discapacidad y con una dificultad enorme para estudiar por culpa de la vista.
Y con un hijo a mi cargo. Un hijo que tenía solo 2 años cuando empecé bachillerato.
Mi hermana y yo somos enormes.
Se nos olvida demasiado.
No hemos tenido ayuda, solo nos hemos tenido a nosotras.
No venimos de una familia bien, ni siquiera de una que sirva como respaldo o apoyo moral. Y aún así lo estamos consiguiendo.
Sé lo fuerte que soy, lo resolutiva, lo capaz. Aprendo rápido, me adapto, me atrevo. Lo hago con miedo, pero lo hago. No escondo la cabeza, me enfrento a la realidad, miro de frente siempre a lo que no me gusta, a lo que me incomoda. Lo reconozco si me equivoco, intento evitar repetir errores. Soy sincera. Digo lo que siento, lo que pienso. Me da igual ser intensa y que se note todo lo que siento.
No sé ser feliz, y aún así llevo años intentándolo.
Pensar en lo diferente que habría sido mi vida si hubiera tomado otra decisión aquel seis de octubre me abruma. Pero tomé la que tomé, y hoy mi vida es la que es.
Hoy mi vida es la que es. Un caos. Una continua pelea por sobrevivir, por mantenerme fiel a mi misma, por no rendirme ni dejarme sola. Hoy mi vida está repleta de amor y de personas con las que me siento segura. También está llena de mucho miedo y cosas negativas.
Pero es la única vida que tengo.
Estoy luchando por ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario