A veces olvido cómo respirar, cómo andar, cómo vestirme. Olvido cómo se habla y con quién hacerlo.
Hay días en los que decidir simplemente hacia dónde moverme se convierte en una escalera tan empinada que resulta imposible de subir.
Lo intento. Intento estudiar, escribir, moverme, hablar, hacer algo que tenga sentido.
Y a veces siento que solo soy un robot siguiendo instrucciones que ni siquiera entiende del todo.
Sigue dándome miedo la hora de ir a dormir.
Me da miedo pensar en ellos, en sus sombras, en el presente, en el futuro, en todo lo que ha pasado.
Me da miedo pensar en mi, en mi vida, en lo que tengo que hacer y continuar.
En lo que realmente quiero hacer.
¿Sería posible dejarlo todo e irme un tiempo? ¿Será mejor opción que abandonar?
Siento que haga lo que haga voy a fallar y equivocarme. Siempre voy a ser la mala en mi propia historia, en la de otros.
Me da miedo ir a dormir y después me da miedo despertar. No quiero hacerlo, quiero pasar todo el día durmiendo.
Imagino planes o tareas que me va a sentar bien hacer, y cuando llega el momento me desplomo. Solo pido ayuda cuando estoy al límite.
Pero hay tantos pasos hasta el limite...
No me apetece seguir, ni editar, ni pensar. Voy a publicar y punto, porque creo que mi capacidad no llega a más hoy.
Le odio. Les odio.
Es mi único pensamiento constante.
Ojalá poder ganar esa guerra contra mi misma.
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