Me encantaría ser capaz de dejar de buscarte, de leerte, de saber de ti.
Me encantaría ser capaz de dejar de pensar en ti continuamente, de odiarte como lo hago, de echarte de menos.
Me encantaría que desaparecieran las pesadillas y los sueños, la ansiedad, el dolor del pecho.
Me encantaría que la vida te devolviese lo que has hecho, y que a mi me diese un poco de la paz que me he ganado a pulso.
Quedan dos días para mi cumpleaños, y la desesperación cada vez es mayor. Todo lo que ha sido hasta ahora y que no va a estar. El sentirme especial, verme a través de tus ojos, tu atención, tus cuidados.
Me vienen de golpe los recuerdos de aquella de esa semana, de esa mañana, y siento que me desgarro por dentro. Como puede parecer que quieres tantísimo a alguien y aún asi hacerle lo que me hiciste.
No paro de llorar y no sé que excusas darle ya a José Manuel. Solo quiero rendirme, poder morirme tranquila y que se acabe el sufrimiento continuo. Dejar de echarte de menos. Que el odio gane, o mejor, la indiferencia.
Va a llegar, yo se que va a llegar. Ha llegado con Fran, cuando pensé que jamás llegaría, llegó con ella, algo impensable para mi. He sufrido pérdidas insoportables y hoy ya no las siento. Estoy segura de que contigo también pasará. Algún día. Algún día.
Tu tan tranquilo y feliz, tan indiferente a todo. Yo con esta muerte en vida.
Claro que merezco algo mejor. Claro que merezco paz.
Y me merezco a personas como mi hermana, Germán o Danil. Me merezco una pareja como Maikel.
Me merezco cosas buenas.
La ilusión que teníamos cuando nos hicimos pareja de hecho me quema por dentro. La ilusión buscando piso. La cantidad de veces que hablamos de nuestra boda, todo lo que teníamos planeado.
Te odio. De verdad que te odio.
Y me odio por seguir echándote de menos como lo hago. No me merezco esto.
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